Author image

Francisco Ortiz Pinchetti

15/01/2016 - 12:00 am

Sábado Distrito Federal, ay ay ay ay…

El Distrito Federal cambiará su nombre a Ciudad de México, convirtiéndose en la entidad federal número 32 y se mantendrá como la capital del país; la Ciudad de México deberá tener su primera Constitución Política a más tardar el 31 de enero de 2017.

La Ciudad De México Se Establece También En La Reforma Tendrá Una Autonomía Inédita Debido a Que El Gobierno Federal Mantendrá La Responsabilidad Del Financiamiento a La Educación Y a Los Servicios De Salud Foto Shutterstock
La Ciudad De México Se Establece También En La Reforma Tendrá Una Autonomía Inédita Debido a Que El Gobierno Federal Mantendrá La Responsabilidad Del Financiamiento a La Educación Y a Los Servicios De Salud Foto Shutterstock

En el mero cumpleaños de Chava Flores, el inigualable cronista musical de la capirucha, ocurre por fin que la Reforma Política del Distrito Federal alcanza la constitucionalidad al sumar el aval de 16 estados de la República. La paradoja es que ello significa el fin del México Distrito Federal que el compositor nacido en el barrio de La Merced el 14 de enero 1920 inmortalizó en su más popular canción.

Por lo pronto, como el título de otra de sus creaciones, Vino la Reforma: estamos ante un indudable hito para la gran capital, a pesar de que se trate de una reforma mocha y convenenciera. “No es lo mejor a lo que podríamos aspirar, pero sí un acontecimiento histórico para este país”, resumió Porfirio Muñoz Ledo, uno de los principales impulsores de ese cambio constitucional. Los beneficios directos de la reforma, sin embargo, no resultan muy tangibles para la mayoría de los capitalinos, a los que poco les dice la sobada frase de que dejarán de ser “ciudadanos de segunda”.

Habrá modificaciones importantes, claro. El Distrito Federal cambiará su nombre a Ciudad de México, convirtiéndose en la entidad federal número 32 y se mantendrá como la capital del país; la Ciudad de México deberá tener su primera Constitución Política a más tardar el 31 de enero de 2017. Se elimina la figura jurídica de las delegaciones políticas y crea las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, que serán encabezadas por un alcalde. La Asamblea Legislativa desaparecerá para convertirse en un Congreso local, por lo que adquirirá la facultad para aprobar o rechazar reformas constitucionales, como el resto de los congresos estatales.

La Ciudad de México, se establece también en la reforma, tendrá una autonomía inédita, debido a que el Gobierno Federal mantendrá la responsabilidad del financiamiento a la educación y a los servicios de salud. El Ministerio Público de la Federación se organizará en una Fiscalía General de la República como órgano público y autónomo. Los nombramientos del Procurador de Justicia y jefe de Policía serán hechos por el jefe de Gobierno y ya no por el presidente de la República. La capital tendrá un Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, cuyos datos serán considerados oficiales. Para la creación de la Constitución de la Ciudad de México será necesario tener una Asamblea Constituyente que será elegida mediante el voto el primer domingo de junio de 2016 y se instalará el 15 de septiembre del mismo año. La reforma también contempla que, a diferencia de los estados, el Gobierno federal mantendrá la responsabilidad del financiamiento a la educación y servicios de salud.

Lamentablemente la pretensión de la partidocracia de mantener un control sobre la reforma es evidente. A este propósito corresponde que sólo 60 por ciento de los diputados constituyentes sean elegidos libremente, mientras el otro 40 por ciento será designado por el Presidente, el jefe de Gobierno y ambas cámaras federales. Absurdo. “Por supuesto, esto rompe con la tradición constitucional”, escribió José Agustín Ortiz Pinchetti, otro de los pioneros de esta cruzada. “¿Por qué demonios van a intervenir los órganos federales en un asunto estrictamente local?”

La transformación del Distrito Federal en la entidad 32 de la federación mexicana es fruto en efecto de una lucha larga y azarosa, que en su etapa más reciente se inició hace ya más de 22 años con la realización del plebiscito del 21 de marzo de 1993, el primero en la historia de la capital, en el que se aprobó mayoritariamente le elección de un jefe de Gobierno en sustitución del regente nombrado por el Presidente de la República. Ese resultado se materializó en 1997 con la primera elección directa de un jefe de Gobierno y de una Asamblea Legislativa. A partir de entonces hubo cuando menos cuatro intentos serios, los cuatro frustrados, de impulsar una reforma constitucional que dotara a la capital de una Constitución propia –que nos deben desde 1824–, y un Congreso local.

Muñoz Ledo y Ortiz Pinchetti forman parte de un grupo de mexicanos que efectivamente han venido pugnando por esta reforma desde hace décadas. Pese a las limitaciones de la reforma alcanzada, ellos sí pueden presumir una “misión cumplida”. Muñoz Ledo es actualmente presidente del consejo de la Unidad para la Reforma Política del Distrito Federal. Mi admirado hermano mayor fue uno de los convocantes al plebiscito de 1993 y participante en otros tres intentos de una modificación constitucional en relación al DF. Actualmente forma parte del Consejo de la mencionada Unidad. Con ellos habría que mencionar a Alejandro Rojas Díaz Durán, autor de varias iniciativas de reforma y de cuatro libros sobre el tema e integrante también del propio Consejo. Por elemental congruencia, ellos tres deberán contarse entre los miembros designados del Congreso Constituyente al que deberá convocar el Instituto Nacional Electoral (INE) antes del 15 de febrero.

Otro que a sus 96 años –de no haber cerrado sus ojitos como Cleto en 1987– debiera ocupar por distintos méritos una curul en esa tertulia constitutiva sería el inolvidable Chava Flores, quien como nadie pintó en sus creaciones musicales la vida de los capitalinos –incluidos la Bartola, los Gorrones y la Ingrata pérjida– y los lugares más emblemáticos de nuestro entrañable Distrito Federal. Válgame.

Twitter: @fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).
en Sinembargo al Aire

Opinión

más leídas

más leídas