Diego Petersen Farah
08/01/2016 - 12:00 am
No es berrinche
El escenario del Partido de la Revolución Democrática para el 2018 es desolador. Con Andrés Manuel y un posible candidato independiente en la boleta su posibilidad de competir es prácticamente nula y, peor aún, no tiene un candidato medianamente competitivo. Aspirantes hay muchos, comenzando por el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera y el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, pero ninguno de los dos está en posición de competir.
Las alianzas no son un berrinche, dice el ventaneado presidente del PRD, Agustín Basave. Y tiene razón, es una simple y llana lógica de sobrevivencia. Cual director técnico de un equipo en problemas, Basave fue contratado para evitar que el PRD se vaya a la segunda división, esto es que su votación caiga por debajo del 10 por ciento y se convierta ya no en parte del grupo gobernante sino de la chiquillada electoral. Pero el tema es más profundo.
El escenario del Partido de la Revolución Democrática para el 2018 es desolador. Con Andrés Manuel y un posible candidato independiente en la boleta su posibilidad de competir es prácticamente nula y, peor aún, no tiene un candidato medianamente competitivo. Aspirantes hay muchos, comenzando por el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera y el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, pero ninguno de los dos está en posición de competir.
Mancera fue apabullado en la elección intermedia, mantuvo solo 6 de las 16 delegaciones del Distrito Federal, y allende Cuautitlán nadie lo conoce. Graco Ramírez ha tenido mucha exposición en medios en las últimas semanas, pero no por buenas razones: Morelos se incendia y su gobernador con él. La única opción que tiene el PRD de cara al próximo proceso electoral federal es una alianza. La pregunta es con quién.
Ir con Morena significaría la desaparición del partido. Más allá de lo competitivo que pueda ser Andrés Manuel López Obrador, una alianza con el hermano separado desfigura al PRD: el Peje se los comería de un bocado, y con apetito.
Por extraño que parezca la alianza con el PAN, que en principio sería lo más antinatural, tiene más sentido. Acción Nacional está en una encrucijada similar a la del PRD. Su enemigo son ellos mismos, de eso no hay duda, pero su némesis son los candidatos independientes que le restan más votos al PAN que a ningún otro partido. Ambos partidos son, sin duda, los principales responsables de la decepción democrática, estuvieron muy por debajo de la expectativa de gobierno y se corrompieron antes de que cantara el gallo. Sin embargo, la gran paradoja es que los únicos partidos que podrían plantear con cierta autoridad la restauración de la democracia serían PAN y PRD. Ello implica, primero, renunciar a proponer un candidato propio y apoyar a un candidato o candidata externa y, segundo, ir a la elección con una plataforma común de reforma del Estado.
No, no es berrinche, Basave tienen razón: no tiene ningún sentido salvar a los partidos si antes no se salva a la democracia.
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