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Francisco Ortiz Pinchetti

27/11/2015 - 12:01 am

La casa de los mexicanos: el cinismo

Además de insulso y demagógico, mentiroso, el spot que el Senado difunde machaconamente en estos días  por radio y televisión resulta un agravio a la inteligencia de los ciudadanos. El mensaje pretende promover la imagen de una Cámara Alta dedicada al trabajo legislativo con seriedad y eficacia, pero resulta tan elocuentemente falso que se revierte. […]

Además de insulso y demagógico, mentiroso, el spot que el Senado difunde machaconamente en estos días  por radio y televisión resulta un agravio a la inteligencia de los ciudadanos. El mensaje pretende promover la imagen de una Cámara Alta dedicada al trabajo legislativo con seriedad y eficacia, pero resulta tan elocuentemente falso que se revierte. Suena a burla.

Ahora resulta que “el Senado de la República es la casa de los mexicanos”, según el mensaje. Una casa por cierto un poco cara, pues su precio se incrementó casi tres veces el presupuesto original  (mil 700 millones de pesos) para llegar hasta ahora a más de cuatro mil 200 millones. Y todavía falta. Tres años después de ser ocupada, la nueva sede del Paseo de la Reforma está terminada en sólo un 80 por ciento. De acuerdo a una relación oficial falta por ejemplo el circuito cerrado de televisión,  las unidades generadoras de agua, la impermeabilización del sellado permanente, las tuberías de baja presión, el piso de cristal, el sistema de monitoreo de redes digitales, el sistema de alimentación ininterrumpida de energía eléctrica, los proyectores para pantalla de votación, el elevador montacargas, las escaleras de emergencia, el Sistema Parlamentario de Asistencia Remota, etcétera, etcétera. Además de innumerables deficiencias técnicas, vicios ocultos y defectos que es necesario remediar.

Según el spot de marras, en esa casa, “donde todos tenemos voz” y “donde todos contamos” (sic) hay 128 senadores dedicados a aprobar leyes que ayuden a construir la democracia y que hacen de México un mejor país. Entre esos legisladores se cuentan patriotas probados como don Emilio Gamboa Patrón (presidente de la Junta de Coordinación Política), don Manuel Bartlett Díaz (coordinador del grupo parlamentario del PT) y don Carlos Romero Deschamps (líder sempiterno e intocable del sindicato petrolero), por citar a sólo tres de ellos.

La LXIII Legislatura, presidida por el panista  Roberto Gil Zuarth (quien debió aprobar el dichoso spot), nos revela –y nos sorprende– que en la casa de los mexicanos, que por cierto no es la casa blanca, “la democracia se construye con eficiencia, austeridad y transparencia” (sic). Seguramente se refieren a la notable productividad legislativa de la Cámara, al alto nivel del debate, a la austeridad que caracteriza a sus integrantes y la transparencia con la que se manejan los recursos públicos. Ocurre que de tan transparente, de plano no se ve: nadie sabe cuánto ganan realmente los señores legisladores, pues hay variantes incomprensibles en el monto de dietas, comisiones, apoyos, prebendas y recompensas declaradas por los propios senadores y la información que aparece en los registros contables de la propia institución y en su página Web oficial.   En el Manual de Percepciones de los Senadores y Servidores Públicos de Mando, publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el pasado 26 de febrero, se informa que la dieta mensual de los senadores es de 236 mil 67 pesos. A eso hay que agregar apoyos, comisiones, aguinaldo, prestaciones… Un cálculo elaborado recientemente  por el diario Excélsior con base en la información disponible establece en cuatro millones 745 mil pesos el ingreso anual de cada senador mexicano, incluido su aguinaldo y sus seguros.

Se sabe, eso sí, que en sólo 21 meses, los senadores de la República aumentaron su costo per cápita en 11.2 por ciento, pues durante septiembre de 2012, cuando comenzaron la LXII Legislatura, cada uno de ellos tiene un costo en la asignación de recursos de los grupos parlamentarios de 296 mil 583 pesos en promedio; pero hacia junio de 2014 se había elevado a 300 mil 782 pesos mensuales. Eso nos cuesta cada uno de esos próceres habitantes de nuestra casa. ¿Austeridad?

El pago de seguros de vida y de gastos médicos mayores de los últimos tres años costó a los dueños de la casa, los mexicanos, 40 millones de pesos. Entre 2012 y 2015 por los seguros de vida de los senadores se ha pagado más de 28 millones 42 mil pesos, según consta en los anexos del Decreto de Presupuesto de Egresos de cada año. En gastos médicos mayores el costo ha alcanzado los 10 millones 880 mil pesos. Y para el ejercicio 2016, el Senado solicitó a la Cámara de Diputados mantener el mismo costo de los seguros de vida equivalente a siete millones 320 mil pesos anuales.  Adicionalmente, la Cámara de Senadores destinará seis millones 240 mil pesos para cubrir aportaciones de Seguridad Social. El seguro de vida equivale a seis millones 850 mil pesos por choya,  mientras que el seguro de gastos médicos mayores es de poco más de 105 mil pesos. Todo ese dinero, y más, nos cuesta “la casa de los mexicanos”.

Estamos, en suma, ante un nuevo acto de cinismo. Uno no se explica cómo los propios legisladores, con sus obvias excepciones, a través de sus coordinadores integrantes de la Junta de Coordinación Política del Senado (que debieron aprobar también el spot) se atreven a difundir una falsedad de ese tamaño. La única explicación es que estamos a merced de una partidocracia irresponsable en la que el interés superior es el dinero (más que el poder, inclusive). A la hora de repartirse los beneficios económicos las diferencias políticas e ideológicas entre los legisladores de todos los partidos se diluyen como por arte de magia para dar lugar a lo que ellos mismos llaman pomposamente “consenso”. Deberían al menos asumirlo por su verdadero nombre: complicidad vil. Válgame.

Twitter: @fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).
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