Alma Delia Murillo
31/10/2015 - 12:01 am
Ver o no ver
Cuando todo es noticia nada es noticia. Cuando vemos mucho recordamos poco. Es este siglo ciego, este país de ciegos, estos tiempos de ciegos en que todo lo miramos sin ver nada. Estoy saturada. No puedo pensar. No puedo elegir. No puedo mirar. Antes de morir la abuela de mi amigo C estaba tan desequilibrada […]
Cuando todo es noticia nada es noticia.
Cuando vemos mucho recordamos poco. Es este siglo ciego, este país de ciegos, estos tiempos de ciegos en que todo lo miramos sin ver nada.
Estoy saturada. No puedo pensar. No puedo elegir. No puedo mirar.
Antes de morir la abuela de mi amigo C estaba tan desequilibrada que hacía listas de supermercado hilarantes: comprar champú, una casa, té de manzanilla, dentadura.
En una de esas evaluaciones que piden agrupar por conjuntos o señalar el elemento discordante de una serie la mujer habría reprobado. Como sociedad también reprobaríamos esa prueba elemental.
El colgado en Iztapalapa. La botella de refresco de volver al futuro. El huracán Patricia que nos perdonó porque tuvimos fe. La legalización de la marihuana. El Chapo que se escapa, se escapa, se escapa. La mataperros de la Condesa. El lamento sin eco de justicia por Ayotzinapa. La mujer acosada en la televisión. El tocino cancerígeno. La violencia imparable en el Estado de México. El antiguo caso de la casa blanca. La corrupción en Puebla. El último capítulo de Orange is the New Black. La corrupción en Sonora. El nuevo escándalo de Televisa. La persecución en Veracruz. El Jefe de gobierno del DF que no es jefe ni gobierna. La nueva temporada de House of Cards. El abandono en Michoacán. El último capítulo de. La nueva temporada de. La máscara de Donald Trump para la fiesta de Halloween. El puto frío. La maldita lluvia. El, la, el, la, el.
La capacidad de memoria es inversamente proporcional a los datos con los que la saturamos. El olvido es directamente proporcional a la velocidad con la que suceden los eventos. Para que la reflexión ocurra se necesita un quiebre, un mínimo doblez para crear un ángulo de luz.
Y no quiero olvidar, quiero recordar, quiero abrir una grieta que permita el paso de la luz.
Pero es que estoy saturada. No puedo pensar. No puedo elegir. No puedo mirar.
Para que emerja la figura tridimensional de un estereograma el ojo debe permitirle al cerebro que imponga perspectiva, de otra manera sólo se aprecian puntos o cuadros o motivos replicados pero no vemos la figura de fondo. Hay que acercarse, alejarse lentamente y dejar que el cerebro perciba, que vea en tercera dimensión. Debajo de las incontables esferitas verdes de la imagen que ilustra este texto hay un animal, es un dinosaurio. Si dejan que su cerebro mire tridimensionalmente podrán verlo.
Y un presidente que sigue delirando, pensando como si estuviéramos en la época de las cuevas de Altamira atribuyendo a la fe y a los milagros que nos salvamos del huracán.
Y columnas y más columnas sobre la crisis económica, el narco, la reforma, el periodismo perseguido, la pobreza extrema, el partido político corrupto, corrupto, corrupto. El, la, el, la, el.
Y una estampida de memes con mala ortografía, lluvia de memes, puñados de memes, vorágine de memes para divertirnos porque si el jamón y el tocino y fumar matan, el amor también y vivir garantiza la muerte más que ninguna otra cosa.
Pensar. Elegir. Mirar.
Perspectiva para este imperio noticioso en el que corremos desaforados tras los eventos grandes o pequeños, profundos o estúpidos, banales o esenciales, derribadores o fundantes. Todo junto. Todo junto y pegado y manoseado. Todo aglutinado no es nada. Y nada importa.
Los colgados no importan, ni los secuestrados por diez mil pesos ni los cientos de miles de muertos, ni los decapitados ni los periodistas desparecidos. No importan porque desaparecen junto al tocino y el disfraz de Chapo Guzmán para Halloween, junto al trending topic de las próximas dos horas.
Cuando todo es noticia nada es noticia. Y noticia puede ser sinónimo de fotomontaje, Periscope, falso testimonio en un video bien producido… Si es mentira o verdad nos da lo mismo, hoy la certificación de un evento la otorga la viralidad.
Comencé a publicar esta columna un primero de marzo del año 2012. Escribí una historia de ficción llamada Evolución que suponía un futuro apocalíptico con una epidemia de bebés muertos. Desde entonces hasta ahora no veo el quiebre para el ángulo de luz y la epidemia de muerte de mi relato ficticio sigue proliferando.
Necesito perspectiva, quiero mirar al dinosaurio en el fondo de la imagen y no perderme pensando que lo importante son las incontables esferitas verdes.
Dice el poeta Roberto Juarroz en estos versos:
Tenemos que empezar
a no reflejarnos ya en los charcos,
a borrar nuestra imagen de los espejos
a abdicar de nuestras cómodas representaciones.
Y apartados así de nuestros propios íconos
extraer de nosotros una mirada inédita
para volver a vernos …
Sacar de circulación nuestra imagen
se parece a reconquistar nuestro origen.
Hoy para mí la distancia es necesaria, desintoxicante. Volveremos a leernos aquí el primer fin de semana de diciembre, y aunque por el exceso de noticias que nos saturarán parecerá que ha transcurrido un año, será sólo un mes. Hasta entonces.
@AlmaDeliaMC
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