El reciente atentado contra el ex gobernador colimense Fernando Moreno Peña no ha hecho sino confirmar lo siguiente: que el proyecto priista en Colima está muerto.
Para los que no lo sepan, ha sido esta fuerza política la que ha gobernado siempre al estado. Como en Hidalgo, donde su capo ahora es Osorio Chong, Colima no ha conocido la alternancia gubernamental.
Este control del poder ha corrompido no sólo al estado sino, sobre todo, a los priistas, que en su afán por llegar a ocupar la gubernatura se han dividido internamente en diversos grupos, todos ahora en conflicto.
En los últimos quince años, los dos grupos más visibles son los del llamado “Nuevo PRI”, que empezó a ser comandado por el ex Gobernador Silverio Cavazos Ceballos, asesinado al parecer por el crimen organizado, y los del “Otro PRI” o viejo PRI, liderado por el ex Gobernador Fernando Moreno Peña, cuyo atentado, en el cual casi pierde la vida, se presume también fue perpetrado por el crimen organizado.
Si a esta presunción sumamos, pues, otra más: la de que a ciertos personajes de la clase política estatal se les ha venido relacionando con grupos criminales (principalmente del narcotráfico), no es raro que los resultados terminen en sangre o muerte.
Tal vez por eso, en su momento la propia viuda de Cavazos Ceballos culpó de la muerte de su marido al ex Gobernador Moreno Peña y, ahora, se culpa al actual Gobernador, Mario Anguiano Moreno, identificado con el grupo de Cavazos Ceballos, de estar detrás del atentado en contra del mismo Moreno Peña.
Si bien todas estas son meras presunciones, pues las autoridades judiciales no han podido esclarecer ni el motivo de fondo del crimen de Cavazos ni, todavía, el de Moreno Peña, esto es lo que el sentido común de la vox populi ha concluido luego de asomarse a la historia política local de las últimas dos décadas.
Lo que vino, sin embargo, a evidenciar de forma irrefutable este fracaso del priismo colimense y la preparación de sus propios funerales fueron las pasadas elecciones en el estado, donde el PAN ganó, por primera vez en la historia, la mayoría del Congreso local y la casi totalidad de las presidencias municipales, dejando al PRI sólo con un sospechoso triunfo de la gubernatura que, según los escándalos previos al anunciamiento, la opinión pública ha considerado un rotundo fraude.
A pesar de toda la sangre derramada, el proyecto político rojiblanco se empeña por todos los medios, incluido el mencionado fraude electoral, en seguir aferrado al poder, sin importar que, con excepción de todavía algunos connotados priistas, haya dejado de ser una opción real para la sociedad.
Hace ya muchos años que el PRI colimense le dio la espalda a la sociedad, dejando como saldos pobreza, violencia y corrupción.
Si no da pronto una media vuelta, ya no podrá resucitar.
@rogelioguedea