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Ernesto Hernández Norzagaray

09/10/2015 - 12:02 am

Andrés Manuel, está errático

Las candidaturas independientes no significan una alternativa ni una opción frente al Partido Revolucionario Institucional, el Partido Acción Nacional, entre otros, pues no cuestionan el problema de corrupción en el País, sentenció, Andrés Manuel López Obrador en cuanto llegó a Sinaloa el fin de semana pasado. Esta tabla rasa sin perspectiva, ni distingo de ningún […]

Hace Unas Semanas López Obrador Fue a Culiacán a Buscar Al Diputado Manuel Clouthier Ambos Se Sentaron a Comer En El Restaurante Los Arcos Y Conversaron Largo Y Tendido Sobre El Futuro Del País Foto Cuartoscuro
Hace Unas Semanas López Obrador Fue a Culiacán a Buscar Al Diputado Manuel Clouthier Ambos Se Sentaron a Comer En El Restaurante Los Arcos Y Conversaron Largo Y Tendido Sobre El Futuro Del País Foto Cuartoscuro

Las candidaturas independientes no significan una alternativa ni una opción frente al Partido Revolucionario Institucional, el Partido Acción Nacional, entre otros, pues no cuestionan el problema de corrupción en el País, sentenció, Andrés Manuel López Obrador en cuanto llegó a Sinaloa el fin de semana pasado.

Esta tabla rasa sin perspectiva, ni distingo de ningún tipo, mete cada día más en un callejón sin salida a su formación política. No está leyendo adecuadamente las claves del hartazgo social o la fragmentación del electorado de los últimos comicios que muy posiblemente se repetirán en 2016 y 2018.

Además, es equivocada porque cierra de tajo la posibilidad de establecer alianzas con  independientes cuando es viable, legal y necesaria en una competencia cerrada por los votos.

¿Acaso es un exceso pensar que un candidato independiente posicionado pero sin posibilidades de alcanzar el triunfo de último momento llame a votar por quien si lo puede hacer o viceversa?

Ese paso táctico seguramente es parte de una estrategia que se está madurando entre algunos de los promotores de las candidaturas independientes o partidos al promoverlas desde dentro y desde fuera de los pasillos partidarios.

Y es que los siguientes comicios serán como los inmediatamente anteriores, muy competitivos y probablemente más participativos.

Esto obliga a todos los dirigentes partidistas, e incluso a los candidatos independientes, a pensar en clave de coaliciones o alianzas de última hora para aumentar las oportunidades pues está visto que solos resulta imposible que puedan alcanzar la Presidencia de la República y/o la mayoría en las cámaras legislativas. Y, claro, lo mismo en muchos de los comicios estatales.

Más cuando ante este escenario fragmentado del poder, la ley tiene previsto los gobiernos de coalición que son una alternativa para 2018.

 Y la segunda vuelta es parte del debate público para generar mayorías que garanticen la gobernabilidad así que podría producirse una coalición electoral y de gobierno o una nueva reforma que cubra este vacío y se estructuren mayorías absolutas e incluso calificadas a través de la suma de fragmentos de poder.

No necesariamente es una novedad y tampoco la mejor solución, pero es una alternativa por explorar, como lo están haciendo los brasileños para enfrentar su propia crisis institucional y económica.

Quizá, lo que explica esa actitud de rechazo de partidos y candidatos independientes, es que AMLO está viendo que esas candidaturas van por la franja creciente de irritados que hasta ahora mayormente él ha capitalizado, y ahora en un contexto de mayor de incertidumbre no está claro hacia donde se van a ir esos votos ¿Quién capitalizaría los votos de ese descontento en un dilema AMLO- candidaturas independientes? No se sabe, pero de que fragmenta, fragmenta.

Ya lo vimos en Nuevo León, Jaime Rodríguez, "El Bronco", ganó ampliamente con el compromiso que dice estar ausente en el ideario de los candidatos independientes.  Ahora veremos si aquel puede cumplir la oferta de meter a la cárcel a los corruptos regiomontanos. Que no basta querer, recordemos que aun con toda la debilidad institucional somos un país de leyes y existe la presunción de inocencia, en tanto no se  demuestre lo contrario.

Y salvo excepciones, los políticos no son tontos, saben evadir responsabilidades y que todo se puede negociar solos o a través de sus partidos.

Es decir, AMLO parte equivocadamente que la lucha contra la corrupción y la impunidad es patrimonio suyo y que nadie más puede esgrimirlo electoralmente, so riesgo de ser señalado por él como simulador y oportunista.

Peca, de exceso y sectarismo, cuando debiera estar haciendo política de futuro  y estableciendo las bases de alianzas como las hizo en 2006  y 2012 dificultando los triunfos de los candidatos del PAN y el PRI.

Acaso, ¿no le dice nada a López Obrador que en 2006, la diferencia de su derrota presidencial fue de sólo 0,56 por ciento, es decir 250 mil votos mientras en el 2012 resulta ser 6,6 por ciento?, es decir, el margen de victoria en seis años se abrió casi doce veces y para revertirlo reclama modos personales y definiciones estratégicas con sus posibles aliados.

Claro, estamos lejos del 2018, aunque no tanto, en política los años tienen menos días, corren rápido y probablemente sus asesores le estén recomendando manejar un discurso de contraste con los otros posibles aspirantes sean estos partidistas o independientes pero por momentos parece que se pasa confrontándose innecesariamente con sus posibles aliados.

Hace unas semanas, López Obrador fue a Culiacán a buscar al diputado Manuel Clouthier. Ambos se sentaron a comer en el restaurante Los Arcos, y conversaron largo y tendido sobre el futuro del país. Se despidieron afablemente.

Ahora en la vorágine lo acusa de estar negociando con el PRI y el PAN sin aportar ningún elemento de prueba, eso podría tener como objetivo afirmar su candidatura entre los suyos, pero para la mayoría de los de fuera que van a ser decisivos en los resultados lo reciben como mensajes incomprensibles en clave de suma de voluntades.

Quizá, más adelante, haya una reconsideración de manera que la suma siempre indispensable en política se imponga y podamos ver la convergencia de fuerzas partidistas e independientes que logren la transformación del país.

La crisis estructural en que se encuentra el país reclama un nuevo polo electoral que sea capaz de generar una mayoría opositora para dar cauce al descontento y la irritación que consume al país, como también para reestablecer la confianza en las instituciones públicas que se encuentran en su punto más bajo.

En definitiva, Andrés Manuel debería atender la dialéctica de la máxima campirana de que lo  que hoy se siembra mañana se cosecha.

Y ese mundo bizarro, de buenos y malos, en política construye muy poco.

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.
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