Hace unos días se llevó a cabo un hecho inédito en nuestro país: tomó protesta como gobernador de Nuevo León Jaime Rodríguez “El Bronco”, primer candidato a Gobernador independiente de México, luego de que esta entidad federativa fuera liderada por el PRI durante tres décadas.
Lo acompañaron en su toma de protesta más de 13 mil personas, montadas a caballo, estilo que empieza a ser su sello personal.
Entre estas 13 mil personas destacaron dos figuras emblemáticas de la lucha contra la crisis de corrupción, impunidad y valores por la que atraviesa nuestro país: el sacerdote Solalinde, defensor de los derechos de los inmigrantes, y el líder de las autodefensas michoacanas, Hipólito Mora, cuya invitación no fue, obviamente, un accidente del destino, sino más bien un mensaje claro sobre el rostro que tendrá su administración.
En su discurso, «El Bronco» arremetió contra el saqueo y endeudamiento dejado por el ex Gobernador priista Rodrigo Medina (a quien dijo investigaría) y, enfático, agregó que no se sentaría en esa silla (la gubernamental) que, más bien, hacía que los mandatarios se sintieran reyes y no gobernantes.
Más allá de un discurso que no pudo negar sus tintes populistas, lo irrefutable es que «El Bronco» se ha convertido en la solución, por un lado, para una sociedad asqueada de la corrupta partidocracia y, por otro, en la única representación posible para terminar con los males endémicos que aquejan al país.
Hasta aquí no hay nada que pueda reprochársele al recién estrenado gobernador independiente. De hecho, un discurso distinto habría sido políticamente incorrecto e, incluso, éticamente incongruente.
El verdadero reto para «El Bronco», sin embargo, apenas se aproxima y será tan simple como hacer realidad en los hechos lo que ha manifestado en sus “broncos” y genuinos discursos.
Entre eso está poner tras las rejas a Rodrigo Medina, responsable inmediato de la ruina económica y de inseguridad de Nuevo León, hacer un gobierno honesto y, sobre todo, de verdad no sentarse en esa silla que “enferma de poder y egolatría”.
«El Bronco» ha puesto la vara muy alta, pero parece que su sueño de ser Presidente de México en 2018 (por la vía también independiente, como ya lo ha manifestado) es un estímulo que pudiera empujarlo a cumplir sus promesas y, a su vez, alimentar la esperanza de millones de neoloneses.
Ojalá que ese sueño (como muchos otros que ha tenido nuestro país) no termine devorado por la demagogia.
@rogelioguedea