Ernesto Hernández Norzagaray
24/07/2015 - 12:04 am
Desde Les Champs-Élysées hasta las costas de Santa María Ostula
Como el dios Jano, en el caso de nuestras fuerzas armadas, una podría ser la cara sonriente, amable, profesional, gallarda, competitiva y la otra, la cara agria, opaca, prepotente, cuestionada que le encuentran los habitantes de pequeños pueblos y caseríos de los cuales, la mayoría de mexicanos no sabíamos de su existencia hasta que se […]
Como el dios Jano, en el caso de nuestras fuerzas armadas, una podría ser la cara sonriente, amable, profesional, gallarda, competitiva y la otra, la cara agria, opaca, prepotente, cuestionada que le encuentran los habitantes de pequeños pueblos y caseríos de los cuales, la mayoría de mexicanos no sabíamos de su existencia hasta que se oyó el estruendo de las balas y la información trágica subió a los medios de comunicación: Tlatlaya, Tanhuato y ahora Santa María Ostula.
En el primer perfil tenemos a nuestra élite castrense con sus mejores galas y cadetes selectos con ropa y accesorios nuevos, con buen manejo de armas y águilas, y excepcional hombría y gallardía en el desfile del Día Nacional de Francia.
Y en las antípodas, la imagen impecable de la polaridad ejército-pueblo en esa estampa aérea que llega desde el puente Ixtapilla en la costa michoacana.
Ahí, como en otros lugares, ante la incapacidad de la autoridad civil para proteger bienes y personas, los pobladores aceptaron armas del gobierno de “uso exclusivo del ejército” para convertirse en policía comunitaria y defender a su región de las acechanzas, agresiones y extorsiones de los Caballeros Templarios.
Hoy, la posesión de esas armas, es la acusación que se esgrime para detener a Semel Verdía, líder de las autodefensas en la región de Aquila y es lo que provocó la muerte de un niño y una niña gravemente herida.
Ya es un lugar común afirmar que este doble rostro, no siempre existió o mejor dicho siempre fue el mismo. Se argumenta señalando que a diferencia de otros ejércitos latinoamericanos, el nuestro tiene un origen popular y estuvo inspirado en lo mejor de la gesta revolucionaria de 1910-1917, que estuvo y está en las luchas del pueblo mexicano.
Pero, qué en los últimos años, esa identidad ha ido perdiéndose paulatinamente gracias, según la propia explicación, a que estas fuerzas del Estado mexicano encargadas constitucionalmente de garantizar la “seguridad nacional”, dejaron los cuarteles para ir a cumplir funciones policiacas persiguiendo delitos de fuero común y federal, lo que los puso en el centro de un remolino donde algunos de sus elementos se corrompieron al grado de ser parte de lo que combatían.
Es decir, su nuevo rol fue llenar huecos, cada vez más grandes que dejaba la corrupción, connivencia e impunidad o las propias limitaciones de los encargados de perseguir a la delincuencia organizada, llevándolos inevitablemente al campo de batalla y como en una guerra –aunque sea de baja intensidad- los protocolos militares frecuentemente no se cumplen porque no hay tiempo y es más fácil operar bajo el principio vertical de “obediencia debida”.
Este principio castrense, de triste memoria entre las dictaduras latinoamericanas, probablemente está detrás del reclamo de Amnistía Internacional por la presencia de miembros del ejército, la marina y la gendarmería mexicana en los actos conmemorativos del 226 aniversario de la toma de La Bastilla.
Seguramente, otros titulares de ejércitos de cualquier parte del mundo, hubieran querido está distinción pero llegó a México gracias seguramente a los negocios entre países y los buenos oficios de la Embajada Mexicana en Francia.
Y ambos resortes los puso en tan significativo escenario donde a más de un francés le impresionaron la elegancia de los cadetes y las águilas mexicanas.
Quizá, la distinción hasta sirve como desagravio del acecho e invasión de las tropas francesas durante el siglo XIX, que activó a un ejército pequeño con escaso y mal preparación y equipamiento, pero muy leal a la patria, no sólo en Puebla sino en Mazatlán y Veracruz.
Sin embargo, no es todo, en Francia el tema de los derechos humanos es un asunto muy sensible desde siempre. No es casualidad que se le conozca y reconozca, aun con sus asegunes, como la patria del exilio y las libertades públicas.
Y por ello no podía faltar el pronunciamiento de responsables de organismos internacionales dedicados a la salvaguarda de los derechos humanos, como fue el caso de Geneviève Garrigos la líder francesa de Amnistía Internacional, quien recomendó a Françoise Hollande recordar a Peña Nieto las desapariciones, la tortura y las masacres que exhiben a un ejército cada día más alejado de su pueblo.
Y, por si fuera poco, justo la semana del retorno de los oficiales y la tropa que había acompañado a los representantes del gobierno civil, y cuando seguramente se sentaban a platicar a sus familiares y amigos, las anécdotas buenas e incómodas de esta experiencia única en la historia de las relaciones franco-mexicanas, una nueva noticia ensombrece el perfil de las fuerzas armadas mexicanas.
El ataque a mansalva en Santa María Ostula contra de civiles costó hasta ahora la vida de un niño de doce años. Se pueden omitir opiniones oficiosas incluso señalar que en Santa María de Ostula los militares dispararon al aire con el objeto de disuadir a los pobladores. Pero, con el antecedente de Ayotzinapa, Tlatlaya y Tahuato, difícilmente podrá dejar de suponerse al menos como sospechosos de este ataque y crimen.
Y es que, en está ocasión, el muerto fue un niño de doce años que seguramente acompañó a sus padres en este acto de resistencia civil para evitar la detención de Semel Verdía, que finalmente ocurrió, aunque hay alguien que ha dicho que este se encontraba “sentado viendo la televisión en un restaurante”.
No hay que olvidar que en esta región de población indígena nahua, hay una historia de lucha que habría costado hasta antes de este domingo 33 vidas por combatir las políticas de gobierno destinadas al despojo de las tierras comunitarias y los Caballeros Templarios, como también contra vecinos vinculados a esta organización criminal que, por cierto, muchos de ellos fueron expulsados de sus comunidades a finales del año pasado.
En definitiva, la imagen profesional y gallarda, de nuestras fuerzas armadas de aquella mañana veraniega en la avenida de los Campos Elíseos se transforma en confirmación para el diario Le Monde que en su titular del 14 de julio calificaba la presencia de nuestras fuerzas armadas en el desfile del Día Nacional de Francia como: "El vergonzoso desfile del Ejército mexicano por los Campos Elíseos".
Pena y grande.
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