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Francisco Ortiz Pinchetti

03/07/2015 - 12:01 am

El ‘no les fallaré’ de Fox, hace 15 años

El desencanto de millones de mexicanos marca sin remedio el aniversario número 15 del día en que Vicente Fox Quesada, como él mismo lo diría, sacó al PRI de Los Pinos. El 2 de julio de del año 2000, para bien o para mal, ocurrió un acontecimiento histórico en la vida pública de México, con […]

El desencanto de millones de mexicanos marca sin remedio el aniversario número 15 del día en que Vicente Fox Quesada, como él mismo lo diría, sacó al PRI de Los Pinos. El 2 de julio de del año 2000, para bien o para mal, ocurrió un acontecimiento histórico en la vida pública de México, con la victoria electoral de un candidato opositor sobre la maquinaria priista que había mantenido el poder durante 70 años. Hoy, tres lustros después, de la euforia que ese hecho provocó solo queda una referencia de efeméride, casi anecdótica.

Me tocó vivir de cerca aquella jornada inolvidable, luego de cubrir de principio a fin junto con mi hijo Francisco Ortiz Pardo para el semanario Proceso la campaña proselitista de Fox Quesada a lo largo y ancho del país. Pienso que al margen de las reglas que pretenden acotar la naturaleza del reportero, uno tiene también derecho a la emoción. Y debo confesar, ni modo, que efectivamente –independientemente de lo que ha pasado después–  me emocionó profundamente atestiguar el júbilo de miles y miles de ciudadanos que salieron a las calles aquella noche para festejar la victoria, su victoria. No era posible sustraerse. Y se vale recordarlo.

Durante aquel día,  desde temprano, la sede nacional del PAN en la colonia del Valle, entonces todavía en construcción, se fue llenando de buenas noticias para los panistas que fueron llegando poco a poco y que acabaron por colmar el patio central, el auditorio, las escaleras y todos los rincones del recinto. Sin embargo, la certeza de la victoria no se alcanzó con las versiones sobre los supuestos o reales resultados de las encuestas de salida que daban a Fox Quesada una ventaja de cuatro puntos, en promedio, sobre el candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa. Fue hasta las 20:02 horas que en la pantalla gigante instalada en el patio del recinto panista apareció a cuadro Joaquín López-Dóriga para dar a conocer los resultados de la encuesta de salida de  Consulta Mitofsky, encargada por Televisa. “Francisco Labastida, treinta y ocho por ciento” dijo el conductor mientras en el bunker  todo se hacía un silencio de expectación. “”Vicente Fox, cuarenta y cuatro por ciento…”  El edificio todo se estremeció. Nadie escuchó ya el dato acerca del tercer contendiente (“Cuauhtémoc Cárdenas, dieciséis por ciento”) No es fácil describir el júbilo que envolvió a los presentes, incluidos no pocos periodistas. Recuerdo, como estampas,  a don Luis H. Álvarez, entonces presidente nacional del PAN,  y a Francisco Barrio Terrazas, ex gobernador de Chihuahua, abrazados a mitad del patio, y a Santiago Creel Miranda emocionado hasta las lágrimas. Adolfo Aguilar Zinser y Jorge G. Castañeda, estaban radiantes. Porfirio Muñoz Ledo, Rodolfo Elizondo, Juan Ignacio Zavala, Felipe Calderón Hinojosa navegaban de un lado para otro en aquel mar embravecido y compartían abrazos, sonrisas, parabienes. Blanch Petrich, Mayolo López y otros reporteros pedían silencio a gritos para poder escuchar los porcentajes de otra encuesta, de Covarrubias y Asociados, leídos por Javier Alatorre en TV Azteca. El griterío de los panistas  impedía escuchar bien los resultados. Brincaban. Se abrazaban. Lloraban. Era la victoria.

Diez minutos antes, Fox Quesada, refugiado en un improvisado despacho del segundo piso, todavía en obra negra, había atendido en privado una llamada del Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, acordada previamente por Liébano Sáenz y Martha Sahagún. “Voy a dar un mensaje para reconocer tu triunfo en cuanto el IFE saque el informe”, dijo el mandatario priista. “Te pido que me esperes y tu salgas después”. Fox Quesada asintió, de inmediato: “De acuerdo, Ernesto. Gracias. Yo salgo después, de acuerdo. Así lo hacemos”.

El entonces panista se abstuvo de aparecer como triunfador ante los medios electrónicos, pero atendió el llamado de sus partidarios, que materialmente lo obligaron a asomar por el balcón del segundo piso. Luego, poco antes de las nueve de la noche  bajó y apareció ante la prensa nacional e internacional en el estrado del atiborrado salón de conferencias adyacente a la sala de prensa. Relampagueaban los flashes por docenas. Vestía el candidato traje azul oscuro, corbata en tonos dorados. Lo acompañaban sus hijas y miembros de su staff de campaña, todos con caras de victoria. Estaban ahí Pedro Cerisola, Juan Hernández, Rodolfo Elizondo, Francisco Ortiz Ortiz, Juan Antonio Fernández, Lino Korrodi, Carlos Arce Macías, José Luis Reyes, Carlos Medina Plascencia, Jorge González Torres. Martha Sahagún rompió en llanto cuando la abrazó la periodista Sari Bermúdez. Y en un discurso improvisado, Vicente evitó declararse vencedor.

Es hasta las 23:08 horas que lo hace a través de una cadena de televisión el presidente del IFE, José Woldenberg. “México pasó la prueba… Nuestro país ha probado que cuenta con un cauce para que su pluralidad pueda expresarse, recrearse y convivir de manera institucional…”  Y de manera abrupta, apenas Woldenberg terminaba su mensaje, apareció a cuadro el rostro del presidente Ernesto Zedillo. “La información de que disponemos nos indica que Vicente Fox Quesada será el próximo presidente de la República. He ofrecido al licenciado Fox que me ocuparé personalmente de que se realice una entrega transparente, pulcra y eficaz de la presente a la próxima administración federal…”  Y el que supusimos sería el último presidente priista de la historia,  agregó: “De nuevo, ante todos los mexicanos, expreso, por el bien de nuestro querido México, mis muy sinceros votos por el éxito del próximo gobierno que presidirá el licenciado Fox. México es hoy más maduro, con instituciones sólidas y confiables”.

El festejo salió de la sede panista y avanzó entre ensordecedores claxonazos de los autos por las calles de la ciudad rumbo al monumento de la Independencia, en el Paseo de la Reforma. A medianoche dejó Fox Quesada el edificio panista para dirigirse también al Ángel, donde se había instalado ya un templete en torno  al cual se reunía una multitud delirante. Pasadita la una de la mañana del lunes 3 de julio, un día como hoy, el candidato triunfante apareció ante el gentío. “¡No nos falles!”, coreaban millares de gargantas. “¡No nos falles!, ¡no nos falles!, ¡no nos falles!…”

Paco y yo escribimos el momento culminante de aquella jornada:

“Sam Quiñones casi corre por la calle Florencia. Escucha cada vez más cerca, más claro, el griterío. Al fin se integra a la multitud reunida en torno al monumento a la Independencia, en Reforma y Florencia. Se abre paso a empellones, pero a los diez, doce metros, no puede avanzar más. Está copado el reportero free lance. Desde ahí, sofocado, se levanta en puntas y trata de observar el final de la historia que esta misma noche escribirá, cuando el mitin de la victoria está a punto de terminar. Del lado contrario a la masa humana, donde desemboca Río Tíber, hay un alto templete, techado, profusamente iluminado. Sam alcanza a ver a Vicente Fox, que habla a sus seguidores: ¡Claro que no les fallaré!, grita”.

 Válgame.

 

Twitter: @fopinchetti  

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).
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