¿Es una ballena extraviada? ¿La última tonina?

09/06/2015 - 12:04 am

Imagino a Chuayffet la medianoche del día de la tragedia en Ayotzinapa: él disfrutando de un baño de burbujas en su gran tina (casi alberca), con un patito amarillo de plástico navegando alrededor de su desbordado abdomen, cuando su secretario particular y el encargado de comunicación de la SEP entraron, después de tocar amablemente la puerta, y le informaron que los normalistas de la Burgos, al circular por Iguala en autobuses tomados, habían sido detenidos a tiros; ya sumaban tres muertos mientras varios más eran atendidos en un hospital por heridas de bala y el director general de normales rurales esperaba en la sala.

Chuayffet ha de haber bajado la cabeza, con su papada como salvavidas alrededor del cuello y miró al patito, meciéndose por los movimientos del agua. “¿Qué hacemos?”, preguntó su secretario particular, “nada”, le contestó; “¿Qué comunicado enviamos a los medios? Hay 60 estudiantes desaparecidos”, “Ninguno”; “¿Y si nos preguntan?”, “Hablamos de la reforma educativa” concluyó mientras flotaba boca arriba entre las burbujas.

Los dos auxiliares dejaron al funcionario boyante para informar al director de normales rurales que esperara hasta el siguiente día, después de la jornada; “le avisamos cualquier cosa”, “¿Y mientras?”, “No reciba a nadie, ni hable en las banquetas, nomás espere instrucciones”.

Han pasado más de siete meses y la SEP permanece ajena a lo que sucede con las familias y compañeros de los desaparecidos, como si pertenecieran a otra dependencia federal; a Chuayffet no le interesa que los desaparecidos hayan sido futuros profesores y que la crisis humanitaria que sufren los padres estremezca al mundo, sólo le preocupa refugiarse.

En días pasados, la Secretaría se enteró de que los opositores al régimen han recogido la ira social mexicana en Oaxaca, Guerrero y Michoacán, donde militan una buena parte de los maestros opuestos a la reforma educativa. El dirigente oficial del Sindicato ha descubierto que sus recomendados serán sometidos a la evaluación para nuevos empleos y promociones, y contra eso ha sido muy claro: la unión no renunciará a sus derechos (privilegios mafiosos) que han costado muchas complicidades, la de Elba Esther siendo la más reciente.

El SNTE no acepta a la Comisión Autónoma de Evaluación, no quiere que un externo a la cadena de favores políticos diga quién los disfruta y, como el repartidor de los privilegios es el sindicato, más le vale al secretario hacer algo pronto o todos los maestros votarán contra el PRI. También, debido a que la evaluación magisterial se habría celebrado en fechas cercanas a las elecciones y temiendo el riesgo de que la violencia popular se concretizara contra la SEP a la par del SNTE contra el PRI, tuvo que decidir: “Suspendan la evaluación de este año y díganle al presidente que me pase la muleta”.

Aunque a Chuayfett se le vinieron encima los diferentes sectores, a favor y en contra de evaluar a los maestros y despedir a los escandalosos, él permanece como la puerta de Alcalá: “Viendo pasar el tiempo”. Sabe que después del domingo el conflicto postelectoral abrumará a la sociedad mexicana y en dos semanas más nadie se acordará de los coitus interruptus entre el Gobierno y sus aliados.

De seguro por todo esto fue que el señor decidió irse unos días a la playa de Maviri, cerca de Topolobampo (lugar en el que sobreviven las últimas vaquitas marinas, toninas para los lugareños) donde, mientras flotaba entre las olas, unos niños en excursión exclamaron al verlo: “¿Es una ballena perdida?”, “¡No, ha de ser una tonina!”, aunque después fueron corregidos por su profesor guía: “No niños, es Chuayffet, nadando de muertito”.

Estábamos en eso cuando sonó el despertador, y ouch, había que ir a votar.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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