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Alma Delia Murillo

06/06/2015 - 12:00 am

Una perversión llamada Democracia

Seré breve: este país se está yendo a la mierda. Lo sabemos todos, lo vemos todos los días y ese ácido rabioso que sube hasta la epiglotis delante de uno y otro evento de impunidad lo hemos sentido también todos y, para colmo del desencanto, también casi todos los días. Sobran razones para sostener mi […]

Fotografía Tomada De La Red
Fotografía Tomada De La Red

Seré breve: este país se está yendo a la mierda.

Lo sabemos todos, lo vemos todos los días y ese ácido rabioso que sube hasta la epiglotis delante de uno y otro evento de impunidad lo hemos sentido también todos y, para colmo del desencanto, también casi todos los días.

Sobran razones para sostener mi dicho, aquí va una contundente: 53 millones de mexicanos viven en pobreza, de los cuales 27 millones viven en pobreza alimentaria o desnutrición crónica y están en riesgo de ser exterminados a causa del hambre.

Si eso no es el síntoma obvio, el dolor agudo, la bofetada en el rostro más que contundente para dejar claro que las administraciones gubernamentales han hecho un pésimo trabajo dejando que la mitad del país viva en condiciones casi de sobrevivencia, no sé qué pensar.

Seré más específica: se están llevando este país a la mierda.

¿Quiénes? Pues sí, la respuesta es obvia y larguísima, además muy incluyente: los partidos políticos, los poderes fácticos –donde debemos incluir a las organizaciones del narco-, los empresarios mezquinos, los sindicatos vendidos, los mirreyes irresponsables, los ciudadanos apáticos.

El voto ha sido un instrumento inmejorable para ampliar el ejercicio de las libertades dice la incansable y brillante Denise Dresser en una de sus 23 razones para anular. Yo me atrevo a replantear ese punto, porque creo que el voto ha sido un instrumento inmejorable para ampliar la impunidad de los partidos políticos, el voto ha sido la coartada perfecta con la que elección tras elección, nos endilgan un “triunfo legal” al amparo del cual devastan hasta el último recurso de un presupuesto federal que debería ser para beneficio de los ciudadanos mexicanos, no de los partidos políticos. Que debería ser para atender las situaciones que son tan estructurales como urgentes, insisto, empezando por la pobreza que tiene a la mitad de los mexicanos encarcelados en un país raquítico de oportunidades.

Dentro de dieciocho años tendré 55 años, ¿cuántos años tendrán ustedes?, ¿cuántos años tendrán sus hijos o sus nietos?

¿Nos vemos de verdad delante del mismo discurso, llamando a votar por la opción menos peor porque la ley electoral seguirá diseñada para arropar dinastías de ladrones, psicópatas enfermos de poder repartiéndose el pastel en abundantes y suculentas rebanadas?

¿De veras la ley no puede cambiar?

¿De veras un sistema no puede cambiar?

¿Qué sería del mundo si tal pensamiento hubiera prevalecido a lo largo del a historia?, ¿alguien pensó alguna vez que la Monarquía era el único camino posible? Sí, y sin embargo ha desaparecido casi por completo.

Esto que en México llamamos Democracia hoy por hoy es una profunda perversión; un cáncer expansivo hecho de corrupción, dinero del narco, manipulación mediática, votos comprados, votos por resignación y por doblegamiento.

Por favor, no nos resignemos a elegir encañonados, no podemos seguir perpetuando este sistema. No los quiero convencer de nada pero los invito a reflexionar con un poquito de coraje.

Que si anular el voto es reforzar el poder que tienen el PRI, PAN, PRD, Morena y todas las subdivisiones partidistas vergonzosas que remolcan junto a ellos.

Que si votar por los candidatos independientes es un voto desperdiciado.

Y sin embargo yo creo que son las únicas dos alternativas que, pensando en tiempos históricos, tarde o temprano harán que las cosas cambien.

Seré incómoda, provocadora e insolente: ¿Vamos a dejar que este país se vaya a la mierda?

Levantemos el culo de la silla y salgamos a la calle a decir que estamos vivos, que no nos pueden seguir viendo la cara de zombis, de ciudadanos muertos, de desinformados, de indolentes, de desganados.

La apatía es el mejor y más grande capital político de los sinvergüenzas que hoy están en el poder y es un capital que les damos nosotros, todos; cada vez que ignoramos, que hacemos como si no pasara nada, que preferimos perseguir el trending topic de novedad en redes sociales en lugar de perseverar en las batallas estructurales que tendríamos que estar dando por el país.

Que las calles no se queden desiertas este domingo. Si hoy logramos sembrar la idea del voto nulo o independiente para que en el futuro podamos reformar las leyes electorales conscientes de que depende de nosotros, habremos ganado mucho.

Y antes de que me acusen de romántica déjenme aclarar algo: no confío en que los partidos políticos reciban el mensaje de inconformidad y mejoren, no, ellos no tienen remedio. Confío en que nosotros nos demos cuenta de que los que estamos hasta la madre somos mayoría y que tenemos un poder en la mano.

En La Casa de Bernarda Alba del extraordinario Federico García Lorca hay una línea poderosísima que dice así: “Qué pobreza la mía no tener un rayo entre los dedos”

Nosotros lo tenemos, pero sólo durante un día. El régimen político que hoy prevalece en México llamado Democracia Perversa puede y debe desaparecer aunque tome décadas lograrlo; por lo menos yo no pienso dimitir a favor de semejante aberración.

¿Ustedes?

@AlmaDeliaMC

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