“El Bronco” o la kryptonita de los partidos

15/05/2015 - 12:01 am

La kryptonita es un elemento químico que se encontraba en el núcleo del planeta Kryptón. Al estallar, se liberaron enormes cantidades de este material, altamente radiactivo, que por demás es lo único capaz de debilitar a Superman. La explicación es muy sencilla: Superman en su origen era kryptoniano.

Algo muy similar sucede con los partidos y las candidaturas independientes. El sistema de partidos entero está temblando ante la posibilidad de que Jaime Rodríguez, “El Bronco”, les haga la travesura de ganarles Nuevo León.  “El Bronco” no es mejor persona que el resto de los candidatos; quizá hasta un poco peor. Tampoco es un ciudadano hecho en la brega de las causas contra el poder; es un ex priista, con todas las mañas de un político tradicional, resentido porque su partido no le dio cobijo. No es un “candidato ciudadano” en el sentido purista (y cursi) del término; es simplemente un candidato sin partido. Esa es la única pero gran diferencia: Jaime Rodríguez no tiene de detrás de sí un partido, una estructura de compromisos, una red compadrazgo y tensiones de poder que lo obligue, lo limite y lo someta, y eso hoy tiene un enorme valor.

Hartos de los abusos y los chantajes de los partidos, los empresarios regiomontanos decidieron jugársela con el candidato sin partido. Más allá del personaje, el experimento es sin duda interesante: ¿será más libre para tomar decisiones un gobernador sin partido?, ¿cómo será la relación con el Congreso local sin una fracción que lo represente?, ¿quién será el contrapeso?, ¿quién hablará por él en las discusiones sobre presupuesto en la Cámara de Diputados? , ¿cuál será ámbito donde se desarrollará la política: en el palacio o en la calle? Lo único seguro es que de llegar el Bronco al la gubernatura tendrán que inventarse nuevas formas de hacer política y de llegar a acuerdos, y eso es valioso en sí mismo.

No estoy seguro de que un gobernador sin partido sea la panacea; hay un alto riesgo de que resultado sea un gobierno sumamente débil frente a los poderes fácticos (en el caso de Monterrey claramente los empresarios), pero igualmente es muy fácil que un personaje, sin contrapesos, se convierta en una especie de iluminti, en un mesías político cuya salida fácil (si no es que única) sea confrontar a la gente con los partidos. En ambos casos el punto común es la pérdida de institucionalidad, y eso a la larga es muy caro.

No se trata pues de si Jaime Rodríguez, “El Bronco” es decente o indecente, si golpeaba a su mujer o si era priista, lo que está en juego en Nuevo León es que los partidos podrían peder, por primera vez en la era democrática, el monopolio del acceso al poder, y eso los pone nerviosos y los une a todos, desde Calderón hasta Gamboa Patrón. Los superpoderosos partidos parecen haber encontrado su kryptonita: o abren la cancha, se democratizan y transparentan sus reglas de acceso a las candidaturas o seguirán siendo víctimas del Lex Luthor en turno.

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