Jorge Ramos fue considerado recientemente por la revista Time como uno de los 25 hispanos más influyentes de Estados Unidos.
Antes, el Pew Hispanic Center lo consideró el segundo líder latino más reconocido de Norteamérica y la revista Latino Leaders lo inscribió entre los diez latinos más admirados del país del norte.
Jorge Ramos, más allá de filias y fobias, es un mexicano que ha desarrollado una trayectoria brillante dentro del periodismo actual.
Hace unos días, durante la gala organizada por la revista Time, el también autor de Los presidenciables tomó la palabra para hablar sobre su condición de extranjero, enfatizar su responsabilidad como periodista y, por encima de todo, denunciar enérgicamente la corrupción y arbitrariedad del gobierno de Peña Nieto.
Ramos dijo dos cosas fundamentales: primero, que lo cometido por Peña Nieto era un acto evidente de corrupción y, segundo, que por este simple hecho el que debió haber renunciado a su cargo era él y no los periodistas de MVS, entre ellos su cabeza más visible: Carmen Aristegui.
Sólo en México puede un presidente saquear los bienes de la nación, regodearse de impunidad y, como broche de oro, reírse de la sociedad que recibió la ofensa.
Luego de la ofensiva de Jorge Ramos, al gobierno de Peña Nieto no se le ocurrió nada mejor que esto: le cerró las puertas a Univisión, empresa para la que labora el reconocido periodista.
Impecable forma de corroborar las acusaciones.
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