Lady Profeco, Korenfeld y la caca del perro

07/04/2015 - 12:01 am

Hace más o menos 10 años viví por dos años en el Viejo Mazatlán, el casco histórico más interesante del pacífico mexicano. Las edificaciones del siglo XIX y principios del XX que habían sido abandonadas se fueron restaurando a partir de la recuperación del Teatro Ángela Peralta y la Plazuela Machado, una de las plazas más bellas del país. Llegaron así los turistas del norte del continente y algunos europeos.

Me llamó la atención el comportamiento de un par de estos turistas, mujeres mayores, que tenían perros, ya que era común ver que al sacarlos a pasear no levantaban la mierda que dejaban en la acera o al lado de un árbol o en una jardinera. Este comportamiento no lo harían en su país porque podrían ser multadas severamente y porque la reacción de las personas a su alrededor sería bastante intimidante. Pero que pasaba en México, por lo menos en esos años, ni había sanción ni recibían ningún comentario reprobatorio de sus vecinos.

El comportamiento, en la mayor parte de los casos, viene determinado por los acuerdos sociales y por las normas establecidas y, en gran medida, por las sanciones. Hay cultura, hay educación, pero en muchos casos son las normas establecidas a través de sanciones y de la reacción de los otros lo que establece un comportamiento social generalizado. Los trabajos de Pierre Clastres en su Antropología Política muestran claramente como el control de la tribu es la que evita que el jefe comience a hacer un uso despótico del poder que se le ha otorgado. El control y poder social es el que da orden y permite el funcionamiento de una sociedad.

No sólo las personas modifican sus hábitos de acuerdo al entorno, también lo hacen las grandes corporaciones. Basta revisar el comportamiento que tienen empresas petroleras como Texaco en los Estados Unidos y compararlo con el que ha tenido en países como Ecuador, o el de la empresa Shell en Nigeria comparado con el que tiene en el norte de Europa: hacen lo que les permiten hacer. Personas y corporaciones actúan dentro de los esquemas establecidos y serán sucias, corruptas y ladronas si el entorno se los permite. No se trata de afirmar que todas las personas actúan de acuerdo a esta lógica o de que no hay algunas excepciones entre las empresas, pero esta es la dinámica general.

Por lo tanto, donde se permite la corrupción, donde se mantiene la impunidad, se obtiene un sistema como el mexicano.

Venimos de un régimen de 70 años en el que a la sociedad se le ha negado su función fundamental de ejercicio del poder democrático y de control del ejercicio político. El gobierno panista no supo cómo desmontar el régimen y los gobiernos locales perredistas tampoco lo han hecho. Al último, vemos que los partidos políticos están tan cercanos entre sí, como alejados están de la sociedad.

Para la percepción del viejo régimen el entorno no ha cambiado: la corrupción y la impunidad se mantienen. Sin embargo, la comunicación horizontal propia de las pequeñas comunidades y que se había perdido en el anonimato de la gran urbe donde la comunicación dependía exclusivamente de los grandes medios de comunicación, se ha retomado con las redes sociales. Esa comunicación horizontal no corresponde al régimen que cree se puede actuar bajo los esquemas de la vieja impunidad. Y aún más, la amenaza de los wikileaks y mexicoleaks, de que documentos internos sobre aquellos negocios que no son públicos puedan filtrarse, pone en riesgo el comportamiento de los “corruptores”.

Fueron justamente unos comensales del restaurante Maximo Bistro los que llevaron al despido del procurador federal del consumidor, cuando circularon por las redes sociales que la hija del funcionario había utilizado a inspectores de esa dependencia para clausurar ese negocio después de que le negaron la mesa que ella deseaba porque, simplemente,  había personas esperándola antes que ella. El negocio fue clausurado por irregularidades en “el proceso de reservación y venta de bebidas alcohólicas por botella”.

Nadie puede asegurar que el entonces procurador, Humberto Benitez Treviño, haya sido el que dio la orden a los inspectores de clausurar el restaurante. Entre todas las posibilidades existe que la iniciativa viniera de un subalterno que queriendo quedar bien con el jefe haya tomado la decisión de hacerle el favor a su hija. De hecho, al parecer esto fue lo que sucedió. En la cultura política de nuestro país esto es muy posible.

En el escenario aparecieron las redes sociales y el hashtag #ladyprofeco que se disparó entre las hasta convertirse en “trending topic”. El despido del procurador, amigo cercano del presidente, se dio a conocer el 14 de mayo, antes de que el gobierno de EPN cumpliera su primer semestre. Si el acto fue decidido por un subalterno fue claro que no bastaba con su salida ya que quedaba a la vista como los funcionarios podrían poner al servicio de un familiar del jefe toda una institución. ¿El despido fue un acto que busco solamente legitimación al inicio de la administración de EPN?

En el caso del director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua),  David Korenfeld, es nuevamente un ciudadano común el que toma una imagen y la circula en las redes sociales. La imagen muestra una familia subiendo con maletas a un helicóptero de Conagua al inicio de la semana santa. En este caso, se trata del propio David Korenfeld, no hay duda. Al uso de los recursos públicos con fines personales se suma de inmediato otro uso de la dependencia federal para fines personales, para mentir: David Korenfeld utiliza nuevamente a la dependencia federal para emitir un comunicado y mentir diciendo que uso el helicóptero para trasladarse a un hospital.

La Secretaría de la Función Pública (SFP) no sólo debe considerar el uso privado del helicóptero de Conagua, también el uso de la dependencia que emitió un boletín el 31 de marzo para  señalar que el helicóptero oficial de la dependencia había acudido a recoger al director por razones médicas. El uso de la dependencia para emitir un boletín de prensa para mentir debe estar entre las consideraciones de la SFP. Se difundió en las redes sociales que Kornefeld y su familia fueron llevados al aeropuerto de la ciudad de México para viajar a Vail, Colorado, donde pasarían la semana santa esquiando. Se ha obtenido información que canmceló su reservación a última hora, un hospedaje con costo cercano a los 150 mil pesos por día. Viajo a los Estados Unidos pero no se conoce cuál fue su destino. ¿Cuántas veces no habrá usado el señor Kornefeld el helicóptero de la dependencia federal de manera privada?.

La Auditoría Superior de la Federación (ASF) ya había emitido observaciones en 2013 al uso de helicópteros por parte del gobierno federal, entre ellos el de Conagua, por no llevarse registros adecuados sobre su “debida utilización”. En las bitácoras no se especificaba “el nombre de los funcionarios que se trasladaban”. La ASF también encontró que la compra de 7 helicópteros, fue realizada por SEDENA directamente a una empresa sin contar con la oferta de otras. Basta levantar la tapa para encontrarse la podredumbre donde sea, o caminar distraído para pisar la mierda en este país donde los bípedos hacen sus necesidades donde sea, sin que nadie los sancione y acostumbrados a que nadie les llame la atención.

Sin lugar a dudas el actuar de Korenfeld no es menor al del caso Lady Profeco. Sin embargo, hay una profunda diferencia: Korenfeld tiene detrás a toda la gran industria trasnacional que se ha venido apoderando del agua y a la que desea entrar en este gran negocio. El apoderamiento del agua es una de los principales objetivos de las grandes corporaciones. La Ley General de Aguas Nacionales promovida por Korenfeld, llamada la Ley Korenfeld, legalizaría y ampliaría aún más el apoderamiento de las principales fuentes de agua de calidad en el territorio nacional por parte de estas empresas. Desde las mejores aguas de los volcanes del Popocatepetl y el Iztlaccihuatl  en manos de Nestlé hasta las mejores de San Cristiobal de las Casas en manos de Coca Cola, el agua está quedando en manos de las empresas a precios irrisorios. Mientras tanto, los usuarios del sistema de agua consumimos agua que no nos pueden garantizar que sea potable y muchos otros no tienen ese privilegio de acceso al suministro de este líquido.

Las redes nos han servido para comunicarnos horizontalmente, para impedir el control autoritario de la información, sin embargo, eso no es suficiente. La corrupción y la impunidad no disminuirán en este país solamente con la denuncia, se requiere terminar con la impunidad.

Bien sabemos que Lady Profeco y Korenfeld son eventos que en otros países llevarían a la renuncia o despido de los funcionarios, así pasó en el caso de Profeco a los seis meses de gobierno de EPN, pero nos queda la duda de que eso pase, a más de dos años de este gobierno, en el caso de Korenfeld . Por otro lado, sabemos que estos casos sólo son anécdotas comparadas con lo que está pasando en las entrañas de nuestro país. El caso de Ladyprofeco concluyó como debería concluir, lo que pase con el de Korenfeld nos dará más claridad sobre las tendencias en esta administración. La decisión de la Secretaría de la Función Pública, de Virgilio Andrade en este su debut público, estará a la vista de todos, en este caso que salió a la luz gracias a la acción de un ciudadano que valoró, por encima de los riesgos, la necesidad de denunciar este acto de profunda corrupción.

Sin duda el caso se convierte en una oportunidad para despedir a Korenfeld y tratar de recuperar para la presidencia algo de la legitimidad perdida. El acto estaría acompañado por los aplausos y la publicidad adhoc por parte de Televisa, TV Azteca y medios afines. Así es la realidad de compleja, es posible que se actúe contra Kornefeld, como se debe de hacer, y no se haga nada en otros casos que implican delitos mucho más graves como los de Cuauhtemoc Gutierrez de la Torre, por mencionar un solo ejemplo entre muchos. En el mundo de las apariencias, donde se gobierna bajo el precepto de “percepción es realidad”, hay que tener consciencia de que nos encontramos en medio de muy diversos actos decididos desde el poder como parte de la mercadotecnia del espectáculo.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
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