Ernesto Hernández Norzagaray
06/03/2015 - 12:01 am
Política sin vacíos, trampas y espectáculo
Ante el déficit de credibilidad del Presidente Peña Nieto, el PRI hace política electoral para que lo que se pierde en confianza del Ejecutivo no se pierda en representación. Y es que los niveles de percepción negativa del Presidente han llegado a niveles nunca vistos. El 4% de aprobación ni siquiera Felipe Calderón lo tuvo […]
Ante el déficit de credibilidad del Presidente Peña Nieto, el PRI hace política electoral para que lo que se pierde en confianza del Ejecutivo no se pierda en representación. Y es que los niveles de percepción negativa del Presidente han llegado a niveles nunca vistos. El 4% de aprobación ni siquiera Felipe Calderón lo tuvo en el peor momento de la “guerra contra el narco” o luego del desencanto que provocó el gobierno fallido de Vicente Fox.
Entonces, hay un vacío que en política tiene dos opciones, una que no se cubra y se transforme en catástrofe para el grupo en el poder y en una oportunidad para la oposición y la otra, que este lo llene su partido o coalición para tener control sobre los daños que ha reconocido Peña Nieto en la prensa inglesa.
En política, un Presidente puede estar descalificado por sus yerros e impotencia, pero su partido buscará siempre que no lo arrastre en una desgracia electoral, y si se puede, levantar la imagen alicaída del Ejecutivo o viceversa sí su partido no levanta electoralmente, será el Presidente con sus acciones buscará ponerlo en un lugar donde le sirva (Recordemos a Salinas, después de las elecciones fraudulentas de 1988, con su frase “Vamos hacer política, mucha política”).
Verde y la Salinas
Y esto hace la mancuerna Peña Nieto-PRI, mediante decisiones arriesgadas y hasta temerarias que buscan tener control de los daños que ha ocasionado el pésimo manejo del equipo del Presidente:
Uno, dotar de mayores recursos a su aliado electoral, el Partido Verde de manera que lo pudiera afectarle al PRI lo recuperen los verdes y así lograr tener si no la mayoría absoluta, una buena tajada de la representación en San Lázaro aun cuando esto signifique la crisis en el INE, donde como sabemos se levantaron siete de los diez representantes de partido del Consejo General, pero aun con todo el tiempo parece seguir yendo a favor de la coalición PRI-PVEM, pues pese a que se ha amonestado y llamado a los verdes a retirar la propaganda de los bonos de medicina ellos siguen ganando puntos que los otros desgastan en alegatos jurídicos.
En la radio y el cine persiste la campaña abierta, y a larga eso significa instalar la idea de que mientras unos entregan beneficios, otros buscan evitar retribuir en algo a las familias más desprotegidas. Y eso, que todavía estamos en la etapa de precampañas, es decir cuando no ha llegado la etapa fuerte de las campañas constitucionales que harán más visibles y ostentosas este tipo de estrategias.
Y, dos, para ese momento el PRI-PVEM prepara candidatos con “olor a show y espectáculo”, como bien lo definen en Sinembargo.mx, y eso significa postular tanto en candidaturas de mayorías, como de representación proporcional, a figuras del espectáculo destinadas a atraer la atención de un sector del electorado consumidor de la oferta mediática de las televisoras, donde figuras como Carmen Salinas jugaran un papel importante con sus desplantes, memes, chascarrillos y el lenguaje procaz que ya está inundando las redes sociales.
Abstencionismo y conflicto
Pero, quizá hay dos recursos más poderosos para esta mancuerna electoral, uno el incremento del número de partidos, como ya sabemos son diez que tendrán sus candidatos en la papeleta electoral más los independientes que pudieran sumarse en un buen número de distritos electorales, lo que significa fragmentación y pulverización regional del voto además de sus efectos en la compresión del sistema de partidos.
Y en esas circunstancias, el abstencionismo natural en elecciones intermedias o la campaña organizada para que los ciudadanos anulen su voto o sus votos en los estados donde habrá elecciones concurrentes. Y más todavía donde pudiera prender el llamado al boicot de las elecciones que está haciendo los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, sus compañeros normalistas y la profesores de la CETEG-CNTE, estarían abonando a un escenario donde los resultados estarían tatuados por el voto duro y clientelar.
Y es que un escenario de baja participación es favorable a quienes pueden inhibir el voto donde tradicionalmente le va mejor a la oposición y reforzarlo donde esa coalición esta estadísticamente mejor. Es de esperar entonces una estrategia consistente de la coalición PRI-PVEM sección por sección, casilla por casilla, con el fin de alcanzar de ser posible la mayoría absoluta. Que daría, aun en medio del conflicto y el descrédito del Presidente, mantener el status de más votado y el control sobre el legislativo.
En esta legislatura, no se olvide, que el PRI cuenta con 212 diputados y el Verde con 29 que significa una coalición legislativa que le resuelve muchos problemas al Ejecutivo, pues solo le faltan 10 votos para alcanzar la mayoría absoluta y, estos los tiene el PANAL su otro aliado o en un legislativo donde existe una escasa disciplina partidaria es relativamente fácil sumar diputados que vengan apoyar la iniciativas del oficialismo.
Oposición, ¿catch all?
La idea peregrina que hoy parece dominar una franja de la oposición es que atizando al desgaste de la figura presidencial atraerá los votos del descontento y esto no es entender que el eje de la disputa no está en lo que haga o deje de hacer el Ejecutivo federal, aunque sin duda es un ingrediente, sino en la estrategia electoral que se encuentra en marcha, como la capacidad de reaccionar oportunamente con una estrategia opositora unificada de mediano plazo, sino el día a día que administran hoy los consejeros generales del INE propuestos por el PRI y sus aliados, pactados por cierto con el resto de los partidos que también metieron mano en la integración del máximo órgano electoral –excepto, claro, los de nuevo cuño.
En definitiva, si el proceso electoral mantiene la lógica de hasta ahora, son previsibles unas elecciones con niveles de participación disparejos regionalmente que dependerá de una mayor o menor lejanía con las zonas y segmentos sociales en conflicto, del grado de asentamiento de los partidos nuevos y viejos, de las candidaturas que ofrezcan a un electorado diverso y sensible a una gama de estímulos racionales y emocionales que estaremos viendo en las campañas constitucionales o el impacto que tendrán las candidaturas independientes donde alcancen el registro que desde mi punto de vista vendrán a evitar, junto con el voto en blanco o nulo, una caída mayor de la participación ciudadana.
En definitiva, ante la crisis que vive el Presidente y va para largo, el PRI y sus aliados están haciendo política electoral con todos, todos, los recursos a su alcance aunque eso pase por la estabilidad y credibilidad del árbitro electoral.
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