De corrupción y medios inocuos

13/02/2015 - 12:04 am

Las publicaciones del New York Times en torno a las propiedades de la familia Murat prueban dos cosas: La primera es que en México la política es el negocio más rentable, con mucho, pues permite a una familia completa hacerse de un gran capital en apenas unos años. La segunda es que los medios somos una medicina inocua contra ese mal.

La tolerancia de los mexicanos a la corrupción es directamente proporcional al cinismo de los políticos y empresarios que son ya inmunes a la denuncia. Lo que no mata engorda, suele predicar la clase política respecto a los escándalos mediáticos. Y sí, cada vez que pasa un escándalo sin consecuencias la clase política genera nuevos anticuerpos. En los años 90 no había bicho político capaz de resistir una primera plana de un periódico serio mexicano o un estadounidense de segundo nivel. Hoy el New York Times les hace lo que el viento a Juárez.

¿Es un problema de los antibióticos, es decir la denuncia y el escándalo mediático, o de los bichos, léase políticos y empresarios corruptos? Los bichos siempre han sido bichos, pero la inocuidad de los antibióticos es responsabilidad de los medios. A golpe de hacer escándalo de cualquier tontería y de no distinguir (muchas veces por simple ignorancia e incapacidad para leer una auditoría o hacer bien una regla de tres) entre un problema de corrupción y uno de administración, los medios terminamos por convertirnos en parte de la enfermedad. La trivialización de los escándalos de corrupción lo único que logró fue aumentar la impunidad de los políticos y la tolerancia de la sociedad. Es poco relevante a estas alturas si el departamento de Nueva York es o no de Murat, el simple hecho de que reconozca los dos de Utha y el tren de vida que se dan él y su familia no corresponden con el salario de un gobernador. Sin embargo, quien debería de cuestionarle su tren de vida, su jefe el Presidente de la república, no está para preguntarle nada a nadie. Quienes deberíamos de hacer a investigación, que somos los medios mexicanos, nos hemos conformado con sacar, burocráticamente, el escándalo y el desmentido como si eso fuera hacer periodismo.

Los mexicanos hemos aceptado tácitamente que la enfermedad de la corrupción es crónica, que no tiene remedio y que se puede vivir con ella. Nacimos con la enfermedad y ya nos acostumbramos a las molestias e incapacidades que nos genera. Es como vivir eternamente con salmonelosis asumiendo que tendremos calentura, diarrea y dolor de cabeza siempre. Ya ni siquiera imaginamos lo que es un sin corrupción.

La solución no vendrá de los políticos ni de los inocuos medios tradicionales. Tendrá que venir de organizaciones de la sociedad civil: necesitamos antibióticos de tercera generación.

en Sinembargo al Aire

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