Jorge Zepeda Patterson
08/02/2015 - 12:00 am
¿Y si lo de Andrade no es burla?
Se equivocan quienes creen que la primera tarea de Virgilio Andrade como “zar anticorrupción” es investigar si hubo conflicto de intereses en la adquisición de propiedades por parte de Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray. No, la primera tarea tendría que abordar si hubo conflicto de intereses en su nombramiento por parte del Presidente. Vamos, […]
Se equivocan quienes creen que la primera tarea de Virgilio Andrade como “zar anticorrupción” es investigar si hubo conflicto de intereses en la adquisición de propiedades por parte de Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray. No, la primera tarea tendría que abordar si hubo conflicto de intereses en su nombramiento por parte del Presidente.
Vamos, es que el asunto parece una burla. Pero como genera muy pocas ganas de reírse, mejor analicémoslo porque en una de esas no es lo que parece.
Que el nuevo secretario de la Función Pública es un hombre del PRI no constituye ningún secreto. Haber sido asesor del equipo de campaña de Peña Nieto y ex representante (suplente) de ese partido ante el IFE, son credenciales que eliminan cualquier brizna de credibilidad o pátina de imparcialidad a su nombramiento.
La pregunta entonces es: ¿qué pretende el Presidente con la designación de un árbitro que se presenta en la media cancha con la camiseta de uno de los equipos que van a jugar? Cualquiera de las respuestas a esta pregunta produce escozor, sino es que franco pavor.
Una: es lo que es. Peña Nieto decide llenar la vacante del ministerio de la Función Pública luego de los escándalos de corrupción en su gobierno, pero sin ninguna gana de que eso le genere dolores de cabeza. Designa a Andrade porque asume que mantener vacío ese escritorio es señal de desinterés y le daña más aún que colocar a un incondicional. Si tal es el caso, Andrade investigará al Presidente y a su gabinete y, pasado el tiempo, entregará la cabeza de algunos personajes menores y asunto concluido. Pero incluso esa pantomima le reporta dividendos a Los Pinos: desde ahora todo el aparato del Estado divulgará por el mundo que México cuenta ya con un “zar anticorrupción”. The Economist, una revista usualmente crítica con los excesos y abusos del gobierno mexicano arranca un artículo sobre el tema con un entusiasta espaldarazo: “No sucede todos los días que un presidente lance una investigación sobre sus propios asuntos, pero eso es justo lo que acaba de hacer el presidente de México, Enrique Peña Nieto”.
Pero lo que puede reportar dividendos en el exterior se convierte en fuente de burla y deslegitimación a escala nacional. Para la opinión pública local constituye una muestra más de la insensibilidad frente a la indignación que genera la corrupción en las altas esferas. Es tan contraproducente esta medida que tendríamos que preguntarnos dónde quedó el cacareado oficio político que se le endilga a los priistas. Y justamente eso es lo que más me preocupa; que las autoridades hayan perdido todo contacto con el estado de ánimo del hombre y la mujer de a pie, sustento mismo del arte de gobernar. Ya desde el día en que el Presidente pidió a su mujer explicar ante la televisión el origen de la “casa blanca”, creyendo que con eso apaciguaría los ánimos, se revelaba una enorme incapacidad para anticipar los efectos de sus propias medidas. Como sabemos, el tiro le salió por la culata. Si de veras cree que el nombramiento de Andrade para que investigue las propiedades presidenciales es una muestra de su honestidad, francamente muestra, como en el caso de John Snow de la serie Juego de Tronos, que el Presidente no ha entendido nada.
Dos: adiós Videgaray. Como algo en mi fuero interno se resiste a creer que los priistas sean tan despistados, quisiera contemplar una segunda explicación al anuncio de un nuevo titular en la Secretaría de la Función Pública. Los Pinos necesitaba a un incondicional para operar el sacrificio de una pieza importante. Un fusible desechable del gabinete, alguien que al margen del sustento de las investigaciones resulte políticamente correcto y exhiba ante el mundo el deseo auténtico de Peña Nieto para limpiar a su gobierno. ¿Qué tal que Andrade entró allí para operar la inmolación de Luis Videgaray en Hacienda o Gerardo Ruiz Esparza en la Secretaría de Comunicación y Transportes, por mencionar a alguno? Discúlpenme por ser mal pensado pero las declaraciones de Andrade asegurando que Videgaray era su amigo desde hace más de veinte años parecerían preparar el terreno para hacer más impactante la entrega posterior de su cabeza. Eso ofrecería una muestra incontrastable ante el mundo de que Peña Nieto estaría decidido a combatir a la corrupción cueste lo que cueste. Una jugada, ahora sí, políticamente muy hábil.
O quizá estoy viendo movidas estratégicas de tres bandas allá donde no hay más que mofa y desprecio por la opinión pública. ¿Hay un cálculo ingenioso detrás de la pantomima, un as bajo la manga en esta operación política o simplemente un acto burdo revelador de que a estos priistas los perdimos hace rato? ¿Usted que cree?
@jorgezepedap
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