Author image

Tomás Calvillo Unna

14/01/2015 - 12:00 am

El Papa Francisco y el Cardenal de Manila

Una visita de 5 días a Filipinas (15-19 de enero) del Papa Francisco, resalta la importancia que tiene dicho país de 7,107 islas, para el Vaticano. Con una población cercana a los 100 millones de habitantes, donde 80 millones profesan la religión católica, el archipiélago filipino representa la tradición misionera del catolicismo en Asia. Desde […]

Una visita de 5 días a Filipinas (15-19 de enero) del Papa Francisco, resalta la importancia que tiene dicho país de 7,107 islas, para el Vaticano.

Con una población cercana a los 100 millones de habitantes, donde 80 millones profesan la religión católica, el archipiélago filipino representa la tradición misionera del catolicismo en Asia. Desde sus puertos de Manila y Cebú, durante siglos han partido y llegado las principales ordenes de la cristiandad para evangelizar el continente asiático.

Historia que inició con el Galeón de Manila-Acapulco y que explica la fortaleza de esa presencia mayoritaria en la población filipina de los creyentes católicos, que le otorga un carácter único dentro del contexto del Pacífico Asiático donde China y Japón han jugado papeles hegemónicos.

La visita del Papa Francisco se da en un momento de alta tensión, ante las amenazas del terrorismo de corte extremista islámico, que no es ajeno en la región, particularmente en el sur y las provincias de Mindanao.

Si la visita del Papa en cualquier país es un evento significativo, en esta ocasión resalta aún más por las personalidades involucradas y la relevancia de Filipinas como país católico por excelencia en el mundo asiático.

El Papa Francisco ha sido hasta ahora más que una bocanada de aire fresco en las entrañas de una iglesia extraviada en las fauces del capitalismo salvaje, que la convirtió en el socio moral de occidente.

Sus gestos para sacudir un pesado protocolo, que más que ayudar al entendimiento se convirtió en una armadura para ocultar debilidades y complicidades de la curia romana, son solo la muestra externa de las batallas más decisivas que ha emprendido para devolverle a esa Iglesia su pobreza evangélica en todo el sentido de la palabra.

Quien lo recibe en la capital filipina es el Arzobispo de Manila y uno de los dos cardenales en función, Luis Antonio Tagle de 58 años; que estuvo también en la lista de los diez papables junto con quien al final sería electo, el Cardenal Jorge Mario Bengoglio.

Luis Antonio Tagle representa a la iglesia joven de Asia, con un carisma a flor de piel, ha logrado introducir en las redes sociales donde miles lo siguen, una mirada teológica sobre los problemas de la cotidianidad amenazada por la miseria, la violencia y la enajenación.

Al igual que el Papa Francisco, es considerado un moderado, que para el conservadurismo que rodea a ambos sus posturas suelen en ocasiones interpretarse como radicales. Lo cierto es que el testimonio de sus vidas los enfrenta al oropel y lujo que buscan evitar e incluso rechazar.

Sus cercanías con los marginados, desplazados, los más vulnerables por diversas razones, es consecuencia de su fe religiosa y no tanto de un posicionamiento ideológico.

Ambos conocieron regímenes militares en sus países y vivieron períodos de dictadura sin dejar de apostar por una democracia sin violencia.

El Cardenal Luis Antonio Tagle, curso estudios de teología en el Ateneo de Manila, que es la Universidad de los jesuitas, y posteriormente se fue a estudiar a la Universidad Católica Americana en Washington.

Su capacidad de comunicar con sencillez y entusiasmo sus conocimientos teológicos, a la par con su vida austera le han dado un liderazgo que lo convierte en una figura clave para los cambios profundos que tarde o temprano sucederán en las Filipinas y para los nuevos horizontes de la iglesia católica.

En su biblioteca reúne autores de diversas posturas, “de todos se puede aprender algo”, suele afirmar… “mi abuelo era de origen chino, cuando llegó a Filipinas se convirtió al cristianismo. Era un hombre bueno pero no era el clásico católico pío, había conservado mucho también de la ética budista y confuciana.” (Recordó en una entrevista). Coincide con el Papa Francisco “Mente abierta, corazón firme”

Tanto en 2001, cuando fue consagrado como obispo de Imus y en 2012 que asumió como Arzobispo de Manila; el día y la fecha fueron el mismo, el 12 de diciembre. Esa coincidencia la interpretó como un signo para dirigir su devoción a la imagen de la Virgen de Guadalupe, cuya copia fiel conserva en su oficina.

El Papa Francisco y el Cardenal de Manila, conocen los obstáculos que se encuentran en la propia Iglesia, en un mundo dominado por la sociedad del consumo insaciable, y por el poder de la corrupción que el dinero multiplica.

Las tareas de retornar a las fuentes, de impedir la manipulación y el abuso, de aceptar las diferencias y las tensiones entre tradición y cambio, saben que son parte de la responsabilidad que han asumido y que no pueden abandonar.

Son el carácter de su magisterio; el compartir, convencer y resistir.

Su vocación está en los desamparados, no como caridad, sino como verdad que obliga a un compromiso de vida, cuyas raíces están en su tradición espiritual que encarnan. Los dos saben reír; el amor no se equivoca, se aprende.

Pd. No quieren escuchar, no quieren ver. El colonialismo mental domina, Los condenados de la tierra son invisibles, pueden desaparecer, no importa: que siga la fiesta electoral. Tal vez ayude decirlo así: Je suis Ayotzinapa, Je suis un des 20043 disparus.

en Sinembargo al Aire

Opinión

más leídas

más leídas