Tomás Calvillo Unna
10/12/2014 - 12:02 am
¿Qué hacer?… estamos de pie
La historia siempre nos acompaña, aunque nos cueste trabajo distinguir con precisión el periodo que nos corresponde en los largos procesos de su devenir. No obstante, podemos tener claridad si escuchamos sus pasos, su latido. Sin duda estas últimas semanas hemos reconocido sus golpes que obligan a concentrarnos y ver el horizonte más allá de […]
La historia siempre nos acompaña, aunque nos cueste trabajo distinguir con precisión el periodo que nos corresponde en los largos procesos de su devenir.
No obstante, podemos tener claridad si escuchamos sus pasos, su latido. Sin duda estas últimas semanas hemos reconocido sus golpes que obligan a concentrarnos y ver el horizonte más allá de las tormentas.
La nación, este concepto etéreo que nos hace sangrar, exige una refundación, no una revolución. Quienes la representan perdieron su tiempo y lugar, se volvieron ajenos y hostiles y extraviaron el camino. Se apropiaron de la casa de la república, de los congresos, tapiaron ventanas y puertas, y oscurecieron patios y jardines e hicieron negocios con los criminales.
Se aislaron de los ciudadanos y pretendieron normar sus vidas sin consultarlos, dejando que la paz se resquebrajara y el horror amenazara regiones enteras del país. Esto ha sido posible porque convirtieron la fuente de legitimación del sistema electoral en una maquinaria de reciclamiento de los partidos políticos, que han expropiado la representación nacional a los habitantes de México. Impidieron reformas políticas, económicas y de justicia profundas, y convirtieron a los congresos en casinos de sus negocios. ¿Qué hacer?
Es necesario darle la espalda a ese sistema electoral y así volver a encontrar el rostro de la nación. No participar en los procesos electorales, ni con el voto en blanco. Hacer un boicot electoral como la vía pacifica para arribar a un nuevo constituyente. Redactar un decálogo ciudadano donde se reformule la ingeniería política de la representación nacional, ya que la actual es inoperante y se ha convertido en una amenaza para el futuro justo del país.
La representación que surja deberá tener raíces en las comunidades y células sociales básicas, en un entramado jurídico-político que refleje la complejidad y diversidad de los pueblos, comunidades y habitantes de la nación entera.
La justicia debe ser el corazón de ese nuevo pacto social, una justicia testimonial, que termine con corrupción e impunidad, ese binomio que estrangula a diario a millones de ciudadanos y que hiere la confianza del país en sí mismo, erosionando toda fuente de autoridad posible. Una acción colectiva y ciudadana que tiene como fin detener la maquinaria que ha fortalecido los circuitos del crimen a través del voto. Se tiene que recuperar el voto, devolverle su dignidad fundacional, sostenido en un nuevo pacto constitucional cuya democracia sea la respiración misma de la justicia.
Estamos de pie
Donde se quiebra la luz
y sus astillas se entierran en la carne
y el dolor emerge en estertores
en la vocal que perfora los huesos
el grito que nos exilia de toda palabra
donde los lloros se pierden
en la tierra seca de la muerte
la infame muerte del crimen
que nos arrebata el más íntimo aliento
e impone su demencia
donde el vientre se destaza
y el origen es un eco incomprensible
en esta tristeza de mierda
que dobla la espina
donde la furia incendia
el mundo nuestro
el mundo perdido
el mundo ajeno
donde descubrimos el espejo
de nuestras mutiladas vidas
en los ojos del otro
en su ira y desdicha
donde nuestras lágrimas
son la sal del herido canto
sin color alguno,
sin transparencia siquiera,
lloramos tierra, lodo
y entrelazados
por el fértil soplo del consuelo
andamos este camino de miles
que proviene de la muerte más honda
la más terrible….
éste camino donde escuchamos
nuestros corazones añorar los paisajes
de los seres queridos
arrancados de un tajo
de sus sonrisas y gestos
de sus palabras y silencios
donde se anudan los 4 rumbos
por la verdad que clama
al erigir el muro
del fuego petrificado de la sangre
y sus poros de siglos
el tezontle
memorial que es madrugada
y oración de los nombres propios
ante el clamor del más allá
que prevalece en las entrañas
de nuestra tierra:
en los huesos y cenizas
de nuestros muertos;
en el bosque que nos preserva
al conjurar el olvido.
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