El aniversario del inicio de la Revolución Mexicana era hasta hace unos años una de las fechas más importantes del calendario cívico. No solo era día de asueto, que ya es decir, sino que implicaba el desfile de las fuerzas vivas del partidazo con su respectivos líderes momificados. En el Aniversario de la Revolución desfilaban los deportistas y los sindicatos disfrazados de deportistas, todos estrenando pants y, por supuesto, había una demostración de habilidades de las fuerzas armadas. Las efemérides revolucionarias llegaron a ser tan importante pera este país que no pocos niños llevan, suponemos que con estoicismo republicano, el nombre de Aniv de la rev.
Ayer el alzamiento de Madero no tuvo festejo, quizá porque la revolución ya no está presente en el régimen, porque ya no les importa a los sindicatos, o simplemente porque lo que está pasando en la calle es mucho mayor. El discurso oficial es que el gobierno decidió no hacer desfile para evitar confrontaciones, pero más allá de la agradecible prudencia es evidente que resultaría un poco absurdo festejar una revolución que primero fue institucionalizada y luego momificada, cuando en las calles los jóvenes están pidiendo a gritos futuro.
No es el PRI el que está en crisis, a ellos por ser gobierno les tocan la mayoría de los golpes, sino todo el sistema de partidos y de representación. Tan patético como las explicaciones de la primera dama sobre el origen de su fortuna y la inexplicable fortuna del Presidente (45 millones de pesos en activos no corresponden a sueldos de 14 años de servicio público) es la nula reacción de los partidos de oposición. El silencio cómplice de PAN, PRD y Morena; el discurso tibio y tardío de López Obrador; la falta de un pronunciamiento concreto de las bancadas de los partidos de oposición; los vínculos de personajes de todos los partidos con el crimen organizado, son evidencia de que no es solo el gobierno sino la clase política en general la que está en crisis.
La revolución marcó en algún momento la vida de los grandes partidos. PRI y PRD la llevan en su nombre y hasta hace unos años se peleaban por la propiedad intelectual de su ideario. El PAN nació y creció como reacción a revolución y, aunque siempre reivindicó el lema maderista del sufragio efectivo, combatió con fuerza los principios revolucionarios de educación y tenencia de la tierra. Hoy la revolución no significa nada para ninguno de ellos, ni como inspiración ni como alteridad.
En el Aniv de la Rev los hijos de la revolución están pasmados, mientras que los jóvenes construyen la suya propia en las calles. Unos con violencia, es tristemente cierto, pero la mayoría en paz. Escuchar al coro de la Escuela Nacional de Música de la UNAM cantar Oh mia patria sì bella e perduta!, la frase del coro Va, pensiero de la ópera Nabuco de Verdi en plena calle Madero en la ciudad de México el 5 de noviembre, enchina el cuero, resignifica la protesta y aviva la esperanza.