Un acontecimiento que marcará para siempre la gestión del presidente Peña Nieto, para bien o para mal, será este: la reforma energética. Debido a esta reforma, el actual presidente de México ha sido acusado, en mayor medida por la izquierda, de traidor a la patria. El mote recuerda a aquel que se ganó el propio Santa Anna cuando se deshizo de una buena parte del norte de México, principalmente la zona que conforma hoy Texas. Santa Anna, uno de los políticos más polémicos de la historia del país, ha despertado también a través de la historia los mismos sentimientos encontrados. El investigador Jorge Veraza Urtuzuástegui escribió un libro titulado Perfil del traidor, en donde básicamente afirma, primero, que Santa Anna se ha librado de la condena histórica en virtud de que con el tiempo muchos detalles que lo incriminaban se han perdido y eso ha valido para que historiadores como Enrique Krauze hayan hecho una “defensa vulgar” del caudillo, por su incapacidad para revisar fuentes y bibliografía crucial. Veraza Urtuzuástegui arguye que en realidad Santa Anna le preparó el terreno a Estados Unidos para convertirse en el imperio que sería después, pues geopolíticamente eso le beneficiaba, para después comparar a Santa Anna con lo hecho por Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, ya en el contexto del Tratado de Libre Comercio y la avanzada neoliberal que ingresó de lleno en nuestro país en 1994. Will Fowler, sin embargo, en un largo y bien documentado estudio sobre Santa Anna, titulado Santa Anna of México, asume una postura distinta, o al menos menos satanizante que la asumida por Veraza Urtuzuástegui. De acuerdo con Fowler, Santa Anna no fue un traidor, ni un tirano ni un convenenciero ideológico, sino que más bien fueron las circunstancias las que no le dejaron otra opción para tomar tales decisiones, esas mismas que le granjearon el apodo de “vende patrias”. Ya en sus conclusiones, Fowler advierte que si bien Santa Anna “no está para que se le ponga su nombre a una plaza o calle en su nativa Jalapa, tampoco merece que se le culpe de todos los males que atribularon a México después de la independencia” (traducción mía). La posiciones de Veraza-Fowler podrían muy bien esbozar, salvando las distancias debidas, las que hoy juzgan las reformas recientemente aprobadas por el gobierno de Peña Nieto, sobre todo la energética, que parece más bien beneficiar a la geopolítica estadounidense y no a la mexicana. Pero: ¿estará Peña Nieto con esto forjando su propio perfil de traidor o tan sólo ha sido la presión del vecino del norte la que no le ha dejado otra salida? Los índices de desigualdad en México nos darán la respuesta en un futuro no muy lejano.
@rogelioguedea