Gracias a los audios que circulan en las redes sociales y YouTube se puede uno enterar de las conversaciones que mantenía Pedro Ferriz de Con, periodista mexicano de larga trayectoria, con su amante. En una de ellas hablan de la lascivia que invadía al periodista de Grupo Imagen, en otra de los preparativos para un viaje que realizarían juntos a Alemania y en otra más del temor de Ferriz de Con de que la amante tuviera una infección vaginal, debido a un “flujito” que le empezó a salir. Estas conversaciones del periodista con su amante fueron expuestas públicamente hace unos días, lo que le costó al mismo su renuncia no sólo de Grupo Imagen, donde tenía su popular noticiario matutino, sino su renuncia del mismo periodismo, con el argumento de que se dedicaría ahora a la política. Durante y después del escándalo, salieron voces en defensa, por un lado, y en contra, por otro, del periodista. La principal defensa era que no se confundiera la vida privada con la vida pública, porque en la primera todos tenemos el derecho de que no la toquen. La propia esposa del periodista, con quien lleva alrededor de cuarenta años de matrimonio, tuvo que salir lamentablemente a salvaguardar los desmanes de su esposo diciendo que, pese a todo, lo amaba y no echaría por la borda sus décadas de vida juntos. También hubo quienes redujeron el exabrupto a una venganza política, asestada al parecer por el gobierno priista, del que Ferriz de Con, habiendo sido un alienado panista, era un duro crítico, sobre todo del secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Lo cierto es que lo hecho por Ferriz de Con, más allá de todas las apologías que podamos hacer sobre la libertad y el respeto a la vida privada de las personas, es reprobable por donde se le vea, y más en una sociedad católica como la nuestra, en donde, vaya paradoja, la propia mujer del adúltero tiene que salir a dar la cara por él. Si el tema crucial de la actualidad mexicana es la simulación política (esto es la corrupción de todos nuestras instituciones), aquellos que más se han encargado de denunciarla (en su gran mayoría los medios de comunicación, ergo los periodistas) lo mínimo que podrían tener es congruencia entre lo que piensan y lo que dicen, entre lo que dicen y lo que hacen, de otra forma ya no le vamos a creer a nadie, y algo que le urge a los mexicanos en este momento es eso: creer. Así como la decadencia moral de la iglesia católica dio paso al protestantismo, del mismo modo esta ética tramposa (en todos los ámbitos) tiene al país sumido en la barbarie. Ciro Gómez Leyva, en su defensa a Ferriz de Con, redujo todo a una “moralinada” y terminó su artículo mandando a los moralinos al carajo. Esperemos que no se esté proyectando.
@rogelioguedea