Ricardo Raphael
01/08/2014 - 12:00 am
¿Por qué EPN recibió a Fausto Vallejo?
Las dos imágenes que se entregaron a los medios de comunicación muy probablemente fueron tomadas por un fotógrafo oficial de Los Pinos. En una aparecen el ex gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, el secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el jefe del Estado mexicano, Enrique Peña Nieto. Ahí se aprecia una conversación cordial, […]
Las dos imágenes que se entregaron a los medios de comunicación muy probablemente fueron tomadas por un fotógrafo oficial de Los Pinos. En una aparecen el ex gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, el secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el jefe del Estado mexicano, Enrique Peña Nieto. Ahí se aprecia una conversación cordial, protocolaria pero hay sonrisas. En la otra, que ofrece un encuadre más próximo, Vallejo mira risueño al presidente mientras su interlocutor lo escucha con amabilidad.
El día 17 de julio de 2014, acompañando a estas dos fotografías, se distribuyó también un comunicado informando, en tres párrafos, que Vallejo se había reunido con EPN para compartirle su decisión de separarse de la gubernatura – aludiendo razones de salud – ya que no quería “obstaculizar el desarrollo de Michoacán y de los michoacanos.” El mismo texto añadía que el jefe del Estado mexicano había deseado buena suerte al renunciante.
Un día después, junto con el contenido de ese comunicado oficial, algunos medios afirmaron que existía un video donde se consignaba una conversación inculpatoria entre un hijo de Vallejo y Servando Gómez Martínez, La Tuta, líder de la organización criminal conocida como Los Caballeros Templarios.
Ahora que ese video se ha convertido en material muy público surge una pregunta nada cómoda para el presidente de la República: ¿por qué se reunió con Fausto Vallejo?
Con ánimo de resolver rápido el tema, y también de proteger la investidura presidencial de toda sospecha, vale suponer que el inquilino de Los Pinos no sabía nada del video y tampoco contaba en ese momento con información sobre los vínculos inapropiados de la familia Vallejo.
Si tal fuera la hipótesis, otra pregunta, aún más preocupante, salta con gran notoriedad: ¿por qué las áreas del Estado mexicano, responsables de la inteligencia y la seguridad nacional, no advirtieron tanto al Secretario de Gobernación como a la Presidencia sobre la tontería de reunir a Vallejo con Peña Nieto?
Dado que el rumor del video ya corría con intensidad en las mismas fechas de la reunión, resulta increíble que el CISEN o Alfredo Castillo, el Comisionado para la Seguridad de Michoacán, no tuvieran noticia alguna sobre ese explosivo material. Igual de inverosímil resulta su ignorancia sobre los lazos entre Rodrigo Vallejo y Servando Martínez.
Tercera pregunta incómoda: si ni Castillo ni el CISEN tenían información al respecto, ¿cuál es la calidad de la inteligencia civil o militar con la que el Comisionado está operando en Michoacán?
Cualquier intento por responder a estas interrogantes enciende una hilera larga de alarmas, una más preocupante que las otras: ¿en qué asteroide de Saturno vive Castillo? ¿Qué tan confiable es la comunicación entre el Comisionado y el Secretario de Gobernación? ¿Para qué sirve el CISEN? ¿En esa institución no sabían lo que en Michoacán lleva mucho tiempo siendo un secreto a voces? ¿Es posible que el presidente esté más solo de lo que se percibe? ¿Puede volverse a repetir que EPN tenga reuniones con personajes tan inadecuados?
Si desde Los Pinos no atienden pronto la angustia social que provocan estas alarmas, no tardará en gestarse una hipótesis distinta a la que aquí se argumenta. Más de un intrigante podría afirmar que todos en el gobierno sabían del video, así como de la familiaridad entre el hijo del ex gobernador y La Tuta. Y sin embargo Peña Nieto quiso darle un espaldarazo a Fausto Vallejo por razones que todavía no se han dado a conocer.
Si esta otra versión de los hechos tuviese algo de verdad, quiero aquí coincidir con lo que en su día dijo el Nigromante cuando alguien le preguntó cuál era la población mexicana que más le gustaba. Afirmó que el puerto de Veracruz; luego, Ignacio Ramírez guardó silencio y al final añadió: porque por ahí se sale del país.
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