Arnoldo Cuellar
29/05/2014 - 12:00 am
El PAN de Madero, flanco débil de la reforma peñista
A pocos días del triunfo de Gustavo Madero en la elección de dirigente nacional del PAN, así como de la ratificación de Luis Alberto Villarreal en la coordinación de la bancada panista en San Lázaro, aparece nuevas denuncias sobre la corrupción orquestada por el legislador guanajuatense con partidas del presupuesto federal. El descubrimiento de una […]
A pocos días del triunfo de Gustavo Madero en la elección de dirigente nacional del PAN, así como de la ratificación de Luis Alberto Villarreal en la coordinación de la bancada panista en San Lázaro, aparece nuevas denuncias sobre la corrupción orquestada por el legislador guanajuatense con partidas del presupuesto federal.
El descubrimiento de una asignación de 7 millones de pesos a la fundación De Corazón por Guanajuato, presidida por la esposa de Villarreal, Alma Lilia de la Rosa, derivada de recursos del Conaculta en el ejercicio de 2013, es la nueva evidencia de la discrecionalidad y el patrimonialismo con el que se ha manejado el alfil maderista, con plena complacencia de la mayoría priista y del gobierno federal.
La fundación referida es absolutamente desconocida en Guanajuato. El domicilio fiscal que ofreció para darse de alta en un registro federal, es falso. Allí se encuentran unas oficinas del municipio de Irapuato. La señora de la Rosa, según evidencias conocidas socialmente, está separada de Villareal y su domicilio personal se encuentra en San Miguel de Allende.
Siete millones de pesos para promoción cultural es mucho dinero.
El teatro Bicentenario de León, un recinto cultural que se está significando por realizar algunas de las mejores producciones operísticas del país, tiene un presupuesto de 10 millones anuales.
El Instituto de Cultura de Guanajuato dispone de 14 millones de pesos para la realización de 350 presentaciones artísticas en los 46 municipios de la entidad.
La aportación de Guanajuato al Festival Internacional Cervantino es de 17 millones de pesos.
Así que los siete millones de la fundación De Corazón por Guanajuato, deberían de notarse mucho. No es así. En 2013 no hay menciones ni en medios ni en programas culturales sobre ese recurso destinado por el Congreso dentro del presupuesto de Conaculta a supuestas actividades culturales.
De acuerdo a la justificación del recurso, este se destinaría a un proyecto denominado “Centro Educativo y Cultural Mariel”. Nadie del ámbito de la cultura en Guanajuato e Irapuato ha podido dar razón de ese organismo.
El problema, desde luego, no son los siete millones de pesos, sino la falta de sostén legal de las decisiones que está tomando el Congreso mexicano. ¿Cómo puede resolver un país las extensas prácticas de la corrupción, cuando estas nacen y se prohíjan desde las instituciones que nos estructuran como república?
Es evidente que las necesidades políticas del gobierno priista encuentran un cauce cómodo en la negociación con políticos opositores a los que se puede manipular mediante el viejo expediente del cohecho elevado a método de acuerdo político.
Sin embargo, entrar al camino de las reformas políticas estructurales con una lógica tan simplista, no parece el mejor cimiento de la modernización del país. Hay una contradicción inherente y profunda en el método.
Aunque sea posible, en términos pragmáticos, que el presidente Enrique Peña Nieto aspire a superar los resabios legales y económicos mediante la recurrencia a resabios políticos, al final del día estará repitiendo el camino del fracaso de Carlos Salinas de Gortari, empleador experto de ese mismo método.
La falla, sin embargo, parece mayor esta vez. Salinas se apoyó en un Partido Acción Nacional con una credibilidad potente. Les pagó con espacios políticos y aunque una parte del PAN también apeló a la realización de negocios con la influencia gubernamental, su método fue el tráfico de influencias y no el asalto directo al presupuesto.
El PAN de Madero y Villarreal, empero, parece estar a años luz del que conformaron Diego Fernández de Cevallos, por una parte, y Luis H. Álvarez y Carlos Castillo por otra. Había pragmatismo, pero se envolvía en principios, algo que se ha olvidado en el momento actual.
En aquella época, el PAN se beneficiaba de la crisis de credibilidad priista. Hoy, los cartones están empatados.
El PAN de esos días aporta muy poco. Ya fueron gobierno y fracasaron. El aura de honestidad quedó destrozada en los 12 años de gobierno y los principios naufragaron.
Pero lo que es quizá peor, antaño los panistas fueron asociados del poder. Ahora, quienes están a cargo de su partido y de su representación en el Congreso, aparecen simplemente como uno caros y exigentes mayordomos de los priistas que regresaron al poder.
Esa mezcla de circunstancias es lo que vuelve muy frágiles los acuerdos políticos en los que se basa el intento de transformación del gobierno peñista. Desde el gobierno y sus recursos se puede seguir propiciando el enriquecimiento de los líderes opositores y protegiéndolos de las consecuencias legales, a cambio de sus votos, pero lo que no se puede obtener es solidez política para soportar el cambio que se pretende.
Esos panistas que permite el mayoriteo en las Cámaras y lo saben cobrar muy bien, ya no representan a sectores significativos de la sociedad, como se vio en la reciente elección de dirigentes panistas, donde privó el voto, tanto de ganadores como de perdedores.
El tema ya no es si el PAN se hunde como representante de una porción significativa del electorado mexicano, sino lo endeble que puede resultar todo lo que está soportado en las negociaciones entre este partido y el gobierno priista.
En el corto plazo, los cientos de millones de pesos invertidos en comprar los votos de Madero, de Villarreal y de José Luis Preciado, pueden convertirse en una inversión tan contraproducente como los miles de millones que ha invertido el gobierno brasileño en los estadios de la FIFA: simplemente, la antesala del desastre.
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