Por Raciel Rivas y Josué Ramos.
Las políticas que el PRI ha implementado durante su primer año de gobierno pueden reducirse a un modo de operatividad específico: el desencuentro.
El modo en el que el sistema político mexicano funciona, es a partir de un distanciamiento entre lo que constituye su clase política y la sociedad civil a la que debería representar. Esta forma de ejercer el poder tiene ya una larga trayectoria en la historia política de México. Durante los años en los que el PRI gobernó al país, y después, de igual modo, en la alternancia panista, la clase política ha ignorado la voz de aquellos ciudadanos disidentes que manifiestan su descontento y desacuerdo de diferentes formas. Este distanciamiento ha sido constante, y ahora, desde que el PRI regresó al gobierno federal, no ha sido la excepción.
Lo que hemos experimentado durante este primer año de gobierno de Peña Nieto, es la producción mediática de un discurso oficial que trata de imponer su propia visión de las cosas. Este discurso utiliza como herramientas de difusión un imaginario mediático que pretenden ser el reflejo de una práctica democrática en el país. Sin embargo, esta visión que el gobierno federal pretende imponer es contraria a la que expresa una gran parte de la población civil. La experiencia que ella ha tenido se contrapone a esta visión, ya que lo que ha vivido como práctica política es la sordera de esa cúpula que se niega al diálogo y al debate.
De este modo, lo que se tiene, por un lado, es una pobre simulación de una vida democrática; y por el otro, la producción de un discurso alterno al del oficial, que tiene a su vez sus propias imágenes, las cuales manifiestan la experiencia política de una parte de la sociedad.
Encontramos, por tanto, experiencias políticas paralelas que permanecen en tensión, que no logran converger del todo, que tienen sus momentos de cercanía- con momentos irritantes de fricción- y lejanía –con una indiferencia gélida- y en donde surgen estallidos de violencia -pues la política del desencuentro es en sí misma una forma política de la violencia. Es, en última instancia, tal paralelismo la expresión resultante más clara de una política del desencuentro, del encuentro fallido, como práctica política que se vive en el país.
Mostrar a través de 40 fotografías periodísticas las diferentes protestas sociales que han surgido como respuesta a las prácticas políticas del PRI, durante su primer año de gobierno, para incitar la reflexión y pensar el fenómeno de la democracia en México, es el principal motivo de esta exposición, la cual se inaugurará el martes a las 14:00hrs en el ágora de la Facultad de Filosofía y Letras, y permanecerá hasta el 11 de abril en torno al “Primer foro de reflexión humanística sobre la realidad nacional”.