Jesús Robles Maloof
18/02/2014 - 12:00 am
Volvemos a luchar por Internet
Creo que una persona debe ser capaz de marcar un número, realizar una compra, enviar un texto, escribir un correo electrónico o visitar un sitio web sin tener que pensar cómo se va a ver en su registro permanente. Edward Snowden. Desde hace algunos años el 11 de febrero se celebra el día internacional por […]
Creo que una persona debe ser capaz de marcar un número, realizar una compra, enviar un texto, escribir un correo electrónico o visitar un sitio web sin tener que pensar cómo se va a ver en su registro permanente.
Edward Snowden.
Desde hace algunos años el 11 de febrero se celebra el día internacional por internet seguro. En esa misma fecha se celebra el día internacional del enfermo, lo que parece humor negro ante el cúmulo de revelaciones sobre el nivel de control de los gobiernos sobre la red.
Para este año 360 organizaciones de 70 países alrededor del mundo decidieron dar la pelea contra la vigilancia masiva, impulsando los 13 Principios que son una propuesta de legislación y política pública y que reflejan las obligaciones de los estados para garantizar los derechos humanos, en particular la libertad de expresión y la privacidad. The Day We Fight Back movilizó a miles de personas alrededor del globo. Millones de comunicaciones, mensajes, llamadas y eventos mostraron la indignación colectiva y la creatividad de una sociedad civil mundial que ama a internet.
Hace algunos años en Mexicali, ciudad fronteriza conocida por ser una de las sedes que producen gran parte de los chips y circuitos integrados que conforman nuestros equipos de comunicación, un grupo de entusiastas de las redes organizó un evento con la intención de promover procesos fundados en compartir los códigos con los que están hechos los programas informáticos y su libre uso; libertades que recaen en la definición de software libre.
La participación con el grupo de científicos, artesanos y estudiantes se centró en la pregunta: ¿Qué tan social es el internet que tenemos? hablamos de las posibilidades que brindan los sistemas de interconexión para la organización social, sin embargo también se destacó (desde las diferentes disciplinas de todos los que participábamos) que el actual internet se enmarca mayormente en una dinámica de servicios, lo que ha devenido en una poca experimentación del desarrollo ya que esto solo sucede detrás de no más de una decena de espacios que, entre otras cosas, tienen contratos de no divulgación sobre sus aprendizajes.
Tras comentar las consecuencias próximas que implica tener un internet sumamente centralizado en sus procesos de desarrollo y aprendizaje, algunas de las cuales parten de su fragilidad para resistir la vigilancia masiva y pronostican un futuro poco prometedor para que continúe siendo un espacio que albergue el libre flujo de las ideas y de la comunicación, también hablamos del papel que tuvieron las primeras comunidades que permitieron el desarrollo de las redes y que compartían estos valores comunes. Estos programadores no solamente han luchado por construir entornos digitales, sino también por preservar el conocimiento y los caminos para su realización, programación, mantenimiento y operación. Dos años después de aquella conversación y a casi 2,000 kilómetros de donde hablábamos de valor de las comunidades digitales, un momento clave en la historia de internet puso a prueba nuestra teoría.
Un grupo de personas con ideas afines al movimiento del software libre y que estaba a cargo de los servidores de correo electrónico de Edward Snowden, salieron en defensa de 430 mil personas que hacían uso de sus servidores cuando la NSA solicitó el acceso al correo electrónico de Lavabit. Orden a la que se negaron.
Lavabit fue un proveedor de correo electrónico que nació hace diez años con la finalidad competir con Gmail, Hotmail o Yahoo, pero sin comprometer la privacidad de sus usuarios ya que ellos ponían de manifiesto su compromiso con la seguridad de la información; el cual era puesto en práctica por medio del cifrado de cada usuario, garantizando que solamente sus usuarios pudieran acceder a sus correos. Ante la posibilidad de ser obligados por las autoridades de EU decidieron terminar con la empresa.
En la lucha por internet el ejemplo de Lavabit es importante porque deja de manifiesto una decisión importante. Anteponer los derechos de las personas aún si esto termina con la empresa. Si mantenemos internet libre siempre podremos crear nuevos proyectos respetuosos de las libertades.
Esta contienda, que parte de los intentos de la NSA para debilitar los sistemas de cifrado, se ha intensificado para quienes buscan desarrollar espacios habitables en Internet; alcanzando dimensiones que implican el uso de sistemas y servicios de espionaje, adquiridos ya por distintos gobiernos a nivel mundial, tal es el caso de México con el programa FinFisher.
En México el ContingenteMx y Propuesta Cívica entre otras organizaciones y colectivos han impulsado la libertad en internet y han demandado límites y controles a los programas de espionaje adquiridos por el gobierno mexicano. Así, las personas que defienden los derechos humanos se han sumado a la lucha desarrollando un marco que refleja el espíritu de libertad con que Internet surgió.
Recordamos que, al finalizar la conversación en el evento de Mexicali, un estudiante de ingeniería preguntó si pensábamos si estas comunidades constructoras acabarían pronto. La respuesta fue: no.
The Day We Fight Back ha sido un momento clave para relanzar la defensa de internet, pero la lucha promete ser larga. Habran algunas derrotas como el caso de la Ley de Geolocalización validada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación recientemente, pero nunca serán del todo derrotas ya que la misma discusión implica sacar de la obscuridad esos debates que desde el poder se pretenden secretos.
Como las comunidades digitales del software libre, todos los días en algún país del mundo un grupo de ciudadanos está dando la batalla contra el control gubernamental y por el derecho a la privacidad. Por ejemplo, la organización Marco Civil en Brasil, da la pelea contra la obligación de retener los datos sobre las comunicaciones en internet de las personas por un periodo amplio, sin que exista una duda razonable.
Benjamín Franklin sostuvo que «aquellos que renuncian a la libertad esencial, por una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad». Preservemos la arquitectura y los valores de internet libres de la vigilancia masiva. Seguiremos llamando a los usuarios y habitantes de la red a luchar y a renovar internet como un proceso humano, colectivo, libre y creativo. Tomemos acción hoy y todos los días.
Texto escrito por Jacobo Nájera Valdez y Jesús Robles Maloof.
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