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Pablo Ruíz Galindo Covarrubias

17/02/2014 - 12:00 am

Entre artistas y obras en Maco

El sábado de hace dos semanas tuve tiempo, como muchos otros, de irme a dar una vuelta a la Zona Maco. No soy un conocedor del arte, pero en ocasiones me gusta y me entretiene y creo que de eso se trata el arte, aunque a lo mejor mi abuela (que sí es artista) me […]

El sábado de hace dos semanas tuve tiempo, como muchos otros, de irme a dar una vuelta a la Zona Maco. No soy un conocedor del arte, pero en ocasiones me gusta y me entretiene y creo que de eso se trata el arte, aunque a lo mejor mi abuela (que sí es artista) me diría otra cosa.

La fila para comprar los boletos era larga, y otra fila un poco más larga para entrar, ambas bastante fluidas. Doce mil personas decidimos ir el sábado. El centro Banamex en el Hipódromo se transformó nuevamente para ser la sede de la décimo primera edición de la exposición que ya se considera la ventana al arte contemporáneo más importante de América Latina. Ya mucho se ha dicho de lo bueno o malo de la Zona Maco, y qué mejor, si lo que importa es que Maco haya dado de qué hablar. Antes que pensar si la gente va porque le guste realmente el arte, por decir que le gusta el arte, por salir en las fotos, por hablar de la exposición o simplemente por tener un boleto que compruebe su asistencia a Maco, debemos creer que es bueno que una exposición de este tamaño y reconocimiento tenga lugar en la Ciudad de México. Yo fui porque estaba y porque creí que valía la pena ir, y no me equivoqué.

Fueron 138 galerías nacionales e internacionales las que participaron exponiendo el trabajo de 1,500 artistas de todo tipo, desde los que personalmente nunca había escuchado (que eran casi todos y no era difícil entrar a esa categoría) hasta los reconocidos Picasso y Miró. De lo poco que conozco, el arte se trata de expresión y crítica, y es lo bueno, que siempre van a haber puntos de vista tan opuestos como gustos.

Sin tener cifras oficiales, fui informado que a la exposición asistieron más de 40,000 personas. Habíamos visitantes de todas las edades, desde personas de la tercera edad hasta el niño que pisó la instalación impactante de un pulpo derramando su tinta, expuesto por la galería Johann König. Mexicanos y extranjeros se dieron el tiempo para ir a pasar un rato y ver las propuestas del arte contemporáneo.

La variedad de las obras expuestas iba desde la platería de Tane, hasta las paletas de la Galería Unix, que llamaron gratamente mi atención, así como el trabajo con carbón expuesto por la galería de Enrique Guerrero, las lámparas de Casa Gutiérrez Nájera y los cuadros de Terrazas en el espacio de Proyectos Monclova. Todo y más en un espacio de cerca de 10,000 metros cuadrados.

Me llaman la atención 2 cosas principales: las obras que algunos consideran “arte” que yo les llamo de otra forma; y los precios que paga la gente por el arte. Sin comparar las obras de Picasso que superaban los 4 millones de dólares, se apreciaba también un Anish Kapoor que se vendió en más de quinientas mil libras esterlinas. No lo entiendo, pero quiero pensar que el comprador (un conocedor, seguramente) está hoy feliz admirando la obra en su casa o donde la tenga.

Estuvo la Zona Maco y están también las obras de teatro en los distintos foros de la ciudad y del país; están los conciertos y están las distintas exposiciones en las muchas plazas que tenemos. Están todas estas opciones de tipo cultural, de todo tipo de gustos y sabores, que nos permiten, quizás por un tiempo, pensar que sí podemos llegar a ser el país que queremos. Que tenemos mucho más que ofrecer que violencia, corrupción, narcotráfico y marchas de protesta. Que hay muchas cosas que presumir de México por las cuales debemos estar orgullosos.

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Pablo Ruíz Galindo Covarrubias
Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana. Abogado practicante y Escritor.
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Pablo Ruíz Galindo Covarrubias
Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana. Abogado practicante y Escritor.
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Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana. Abogado practicante y Escritor.
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