Verlo de pronto es una revelación. Es muy antiguo y es único. Es relativamente poco estudiado y su expediente tiene más interrogaciones que certezas. Pero es un pájaro que crece luego en el alma de quienes lo han visto. En lo alto de las acacias su perfil, con penacho retraído, hace pensar en un cóndor o un halcón. Y de pronto despliega las alas por un instante como si dijera: de lo mejor, muy poco. Imagínenlo.
Por Alberto Ruy-Sánchez.