Me gusta mucho vivir en donde hay un sastre y un zapatero. ¿Por qué? Bueno, porque habla de que yo todavía reparo cosas, de que todavía compro cosas que se van a romper o a maltratar o a desgarrar, y que después habrá que reparar. Y me gusta porque de alguna manera me aleja de la cultura del «úsese y tírese». Me permite saber que las cosas nos acompañan a lo largo de toda una vida. Que están hechas para durar toda una vida y que se pueden reparar.
Por Nicolás Alvarado