Arnoldo Cuellar
30/05/2013 - 5:37 am
Guanajuato: ex gobernadores desatados
La vieja tradición política de la era priista, de que los ex gobernadores, como los ex presidentes, mientras más calladitos se veían mejor, ha dado paso a una nueva era donde la competencia de egos y protagonismos ha convertido a la política en una nueva feria de las vanidades. En Guanajuato hoy es posible ver […]
La vieja tradición política de la era priista, de que los ex gobernadores, como los ex presidentes, mientras más calladitos se veían mejor, ha dado paso a una nueva era donde la competencia de egos y protagonismos ha convertido a la política en una nueva feria de las vanidades.
En Guanajuato hoy es posible ver a por lo menos cuatro ex gobernadores que compiten codo a codo por los reflectores con el actual mandatario, Miguel Márquez Márquez.
En otros tiempos, se hubiera dicho que ese activismo indicaba, sobre todo, la debilidad del gobierno en funciones, lo que de inmediato hubiera dado lugar a especulaciones de tipo desestabilizador.
En la nueva era los gobernadores ya no se caen, ni aunque cometan las peores pifias o las más inimaginables tropelías. Sin embargo, no deja de ser confuso e impropio que políticos que tuvieron oportunidad de ejercer el máximo cargo en sus estados, continúen tratando de influir cuado su tiempo ha pasado.
En Guanajuato, el Gobernador Márquez tiene la responsabilidad por lo menos en una de estas exhumaciones, la de su más lejano antecesor panista en el cargo, Carlos Medina Plascencia, quien ejerció la gubernatura de manera interina de 1991 a 1995, mismo al que ha convertido en una especie de asesor informal.
El leonés Medina ha sido un ex mandatario discreto que ha conservado un aura de honorabilidad, misma a la que buscó acogerse Miguel Márquez desde la campaña, abrumado por la mala prensa del gobierno del que formaba parte, encabezado por Juan Manuel Oliva, su tutor y promotor político.
Sin embargo, la sociedad con el ex gobernador no ha sido solamente de carácter ideológico ni meramente simbólica, sino que se tradujo en el otorgamiento de una posición política en el gabinete, nada desdeñable: la Secretaría de Finanzas, donde despacha un ex colaborador y socio de aventuras empresariales de Medina: Juan Ignacio Martín Solís.
Otro ex Gobernador que ha regresado con bríos renovados es Juan Carlos Romero Hicks, quien como director de Conacyt de Felipe Calderón mantuvo un perfil que se pasó de discreto para llegar a lo francamente insulso.
Eso quedó atrás. Romero aprovechó su perfil de ex rector e incluso de ex director de Conacyt para llegar a la Comisión de Educación del Senado, respaldado por Ernesto Cordero. Previamente, su arribo a la candidatura a Senador se había dado de la mano del entonces Gobernador Juan Manuel Oliva y del candidato Miguel Márquez, pues por sí solo no reunía ni un puñado de votos para competir en las asambleas internas del PAN.
Ahora, Romero se ha olvidado de todo eso. A Márquez lo desdeña e incluso le ha jugado contras como cuando logró colocar a la única delegada federal que no es priista en Guanajuato en este momento: la de educación.
A Oliva, lo trata como si no lo conociera. Atrás quedaron los tiempos en que lo hizo Secretario de Gobierno, y más atrás aquellos en los que fue a solicitar apoyo para buscar la senaduría. A Cordero, le dio apoyo por la mañana y se ofreció a relevarlo por la tarde; ahora quiere competirle como candidato a la dirigencia nacional panista.
Otro activo ex Gobernador guanajuatense es, precisamente, Juan Manuel Oliva, quien dejó el cargo inconcluso para acudir a la campaña electoral de 2012 como Secretario Adjunto de Elecciones. Hoy, Oliva tiene a su cargo el apoyo a los comités estatales en elecciones y, con esa base, ha construido una red que lo respalda para, también, buscar la dirigencia nacional cuando concluya el periodo de Gustavo Madero.
Su activismo en Guanajuato se da de manera natural, por la gran cantidad de panistas que le deben favores, aunque tardíamente Márquez se encuentra rectificando y ha abierto las puertas del gobierno a la recontratación de activistas electorales, desplazando para ello a cuadros del servicio civil de carrera.
El cuarto ex Gobernador que no se está quieto es Vicente Fox, quien además también es ex Presidente de la República. En reciente visita de Enrique Peña Nieto a León para inaugurar una reunión cumbre de alcaldes de todos los partidos a nivel nacional, el ex mandatario de la primera transición apareció en el evento sin ser invitado ni por Presidencia de la República ni por gobierno del Estado, sino por la alcaldesa priista de León, Bárbara Botello.
En otros tiempos, tantos ex gobernadores sueltos por los caminos de Guanajuato, hubieran generado una ola de rumores. Hoy no parecen significar tanto problema, aunque tampoco parece el mejor escenario para un Gobernador como Miguel Márquez, quien no acaba de definir su perfil ni de organizar con eficiencia a su gobierno.
Debería ser el propio Márquez quien usando recursos que pueden ir de la persuasión al extrañamiento, todo dentro del más estricto canon diplomático, para recordarles a estos personajes una vieja conseja del priismo clásico: «los que ya bailaron, que se sienten».
¿Podrá hacerlo? Más le vale, si quiere empezar a enderezar su nave.
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