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Jorge Zepeda Patterson

22/05/2013 - 12:01 am

¿Sirven de algo los columnistas y opinadores?

Hay articulistas que me parecen imprescindibles y hay otros que son verdaderos asesinos de la pulpa de los bosques. Después de estar analizando a todos los articulistas de nuestra prensa cotidiana durante una semana de manera meticulosa (para elaborar la nueva “columna de columnas” de SinEmbargo), he llegado a varias conclusiones sobre mis colegas. Aunque […]

Hay articulistas que me parecen imprescindibles y hay otros que son verdaderos asesinos de la pulpa de los bosques. Después de estar analizando a todos los articulistas de nuestra prensa cotidiana durante una semana de manera meticulosa (para elaborar la nueva “columna de columnas” de SinEmbargo), he llegado a varias conclusiones sobre mis colegas. Aunque las redes sociales han quitado el monopolio de la opinión a esta comentocracia, los columnistas siguen teniendo un peso indudable en la opinión pública y en el ánimo de los círculo rojos que son decisivos en la conducción del país. Para analizar tal comentocracia habría que diferencia entre los columnistas diarios y los articulistas semanales, razas de muy distinta índole y pedigrí.

Diarios

De entrada, mis respetos para los que escriben a diario o casi a diario, incluso si resultan repetitivos o aburridos. Admiro la confianza en sí mismos que les lleva a pensar que tienen algo importante que decir a sus semejantes todos los días de la semana. Se equivocan –pocas veces lo es–, pero no se puede dejar de reconocer su empeño.

Con todo, los Ricardo Alemán, Ciro Gómez, Carlos Loret, Francisco Garfias, Joaquín López-Dóriga, Katia D’Artigues, Sergio Sarmiento, Leo Zuckermann, Julio Hernández y otros como ellos que escriben cuatro o cinco veces por semana, prestan un interesante servicio al lector. Su relación con la clase política es tan intensa –varios de ellos son conductores de programa de noticias en radio y televisión diario– que se convierten en una especie de decodificadores de lo que hacen los funcionarios que pretenden gobernarnos. Ciro, Joaquín o Loret incluso frecuentemente comienzan su texto notificando al lector que surge de alguna entrevista de radio del día anterior.

Desde luego, hay enormes diferencias entre ellos. Francisco Garfias (Excélsior) hace un intento real de reportear la columna con información adicional. Carlos Loret –y sé que todos los antitelevisos criticaran la siguiente línea– es el articulista con más pronósticos acertados y con más potencial de sacudir la agenda en el horizonte. En efecto, su peso en los círculos de alto nivel y los reflejos de reportero que no ha perdido, le convierten en un excelente hurgador de información que resulta inaccesible para el resto.

Katia D’Artigues (El Universal) me parece relevante por las razones opuestas. No suele traer grandes primicias, pero su larga columna es un excelente resumen comentado de las tres o cuatro notas del día. Imprescindible para el lector con poco tiempo para beberse el resto de las columnas.

Julio Hernández, en La Jornada, puede tener un estilo que a muchos resulta rasposo, pero es casi lo único que queda entre los columnistas diarios que sigue siendo sistemáticamente crítico frente al poder. La gran mayoría de los mencionados arriba suele tener puntos de vista empáticos con los poderes de turno, por así decirlo.

Sergio Sarmiento y Leo Zuckermann (Reforma y Excélsior, respectivamente) a diferencia de todos los anteriores proceden no del reporteo sino de la academia y el análisis. Eso convierte sus textos en intentos de interpretación y contexto de los temas de la agenda desde una perspectiva intelectual y no tanto desde la familiaridad con la clase política. No estoy seguro de que esta aproximación sea la mejor para una columna diaria, pero el intento se agradece. Con frecuencia es útil frente al intercambio de adjetivos que muestran las otras.

Ricardo Alemán (El Universal) estaría en la antípodas. El articulista se las arregla para tener un tema polémico cada día, aunque a veces tenga que polemizar con lo que sostenía unos meses antes. Pero el ingenio para cuestionar y llevar la contra, particularmente a los lopezobradoristas, es obvio.

Tema aparte son las columnas institucionales de los distintos periódicos. Templo Mayor, de Reforma, y Bajo Reserva de El Universal son imprescindibles. Se alimentan de las infidencias que aportan los distintos reporteros de las fuentes y han terminado por convertirse en espacio de filtraciones de la clase política o de puntos de vista del propio diario. En cambio, Trascendió, de Milenio, que hizo célebres a este tipo de espacio se ha desplomado como resultado de que todos los que podían alimentarla en ese diario (Ciro Gómez, Carlos Marín y compañía) se pusieron a hacer su propia columna diaria.

Ciro Gómez, Carlos Marín, Carlos Puig, entre otros del diario Milenio introdujeron la costumbre de convertir al propio escritor en protagonista de comentario, mediante el expediente, entre otros, de citarse frecuentemente entre sí y el abordaje promiscuo de los mismos temas.

Semanales

La profusión de articulistas que escriben un día a la semana es tal que resulta imposible un inventario en este breve espacio. Me limitaré a mencionar los que a mi juicio resultan fundamentales para enriquecer la conversación pública.

Sin duda, Jesús Silva Herzog, los lunes, y Jorge Castañeda, los jueves, ambos en Reforma, son buque insignia. El primero, gracias a su cultura y su honestidad intelectual se ha convertido en un alter ego oportuno de los temas que cruzan la semana. Por su parte, Castañeda tiene la enorme virtud de no necesitar el aprecio de los demás; eso le permite asestar verdadazos a diestra y siniestra abordando ángulos impopulares sobre algunos asuntos. Posee información de primera mano y es inteligente, de todo lo demás sí es culpable.

Mauricio Merino, José Antonio Crespo (El Universal) y Jorge Alcocer (Reforma) son verdaderos especialistas en teoría política, lo cual los convierte en excelentes comentaristas de reformas políticas y temas electorales. Sergio Aguayo (Reforma) tiene la mirada siempre puesta en los temas que atañen a la sociedad civil, la emergencia y las ONGs. Lydia Cacho es incombustible en su infatigable tarea de atraer nuestra mirada a los temas que resultan incómodos para la conciencia social (y para el resto de los columnistas). Ricardo Raphael y Alejandro Páez (en este espacio), de estilos muy distintos pero enfoque igualmente crítico, se han convertido en una punzada para los poderes.

Ana Laura Magaloni (Reforma)es lo mejor que tenemos en análisis de temas jurídicos y penales. Denise Dresser es la permanente hormiga en la oreja del elefante en lo que respecta a la crítica de los monopolios en este país (en Reforma, Proceso y SinEmbargo).

Juan Villoro (Reforma) y Guillermo Sheridan (El Universal) no queda muy claro de qué escriben, pero lo escriben mejor que nadie.

www.jorgezepeda.net

@jorgezepedap

Jorge Zepeda Patterson
Es periodista y escritor.
en Sinembargo al Aire

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