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Arnoldo Cuellar

16/05/2013 - 6:18 am

La agenda municipal

La piedra de toque de la estructura de gobierno del país es el municipio. Es en ese terreno, en el que convive y se desarrolla la comunidad domiciliada, donde primero se resienten las crisis y los avances de un país. La quiebra de la tranquilidad pública en México, el asalto a su paz, ocurrió en […]

La piedra de toque de la estructura de gobierno del país es el municipio. Es en ese terreno, en el que convive y se desarrolla la comunidad domiciliada, donde primero se resienten las crisis y los avances de un país.

La quiebra de la tranquilidad pública en México, el asalto a su paz, ocurrió en las ciudades de México, en sus calles, en las carreteras que las unen.

Si bien la movilización del gobierno federal, de sus cuerpos de seguridad militares y civiles, buscó frenar, sin conseguirlo, el auge de la delincuencia, los efectos perversos de esta guerra no los padecieron tanto los combatientes como los civiles indefensos que poblaban los cambiantes e indefinidos frentes de batalla.

Los muertos, los desaparecidos, los levantados, los extorsionados, han sido y son habitantes de las ciudades, allí producían, se relacionaban y sufrieron las consecuencias de una alteración que si bien pudo tener raíces ajenas, terminó por alterar de manera definitiva su cotidianidad.

Ocurre igual que con las crisis económicas, donde si bien las causas puede ser no sólo nacionales sino globales, las afectaciones terminen cambiando la cara de las regiones, modificando sus actividades preponderantes y produciendo movimientos de población y reorientación de sus vocaciones.

Sin embargo, las regiones, los municipios, sus habitantes y sus autoridades son las menos tomadas en cuenta a la hora de plantear soluciones a los problemas. Así, además de padecer sus propias insuficiencias, que son muchas, deben de soportar las equivocaciones de otros niveles de responsabilidad política, como los gobiernos estatales y el gobierno federal.

Por todo ello, parece un paso no sólo necesario sino urgente que se vuelvan los ojos al nivel del gobierno municipal, como parece estar ocurriendo en estos días, a fin de hacerlo parte de la búsqueda de soluciones, ante un panorama cada vez más agotado en materia de imaginación.

Por lo pronto, ayer se anunció la incorporación en forma deliberativa de los alcaldes y gobernadores de los 14 estados con elecciones este año, dentro de las mesas de trabajo del Pacto por México, a fin de analizar las primeras propuestas de una posible reforma política.

Aunque pudiera parecer un acto de populismo, en primera instancia, a la larga no deberá ser así. Ningún cambio profundo podrá procesarse en México si se mantiene la línea autoritaria que el PRI convirtió en la naturaleza oculta de la vida política nacional.

Ni siquiera la alternancia panista pudo lidiar con eso. El autoritarismo, el dedazo, el culto presidencialista inocularon a los herederos de la vieja tradición civilista y democrática del viejo partido opositor.

¿Y del PRD qué decir? Los tránsfugas del priismo y sus partidos satélites invadieron a la vieja izquierda estalinista y la convirtieron sólo en un recuerdo.

Aunque este partido ha reproducido y depurado algunos de los viejos métodos de control político, en su favor aún está la sensibilidad que han mostrado para conectar con la mayor concentración electoral del país, en el Distrito Federal, mostrando como una virtud de conexión puede equilibrar muchos otros defectos.

Esa es, precisamente, la virtud que durante mucho tiempo ostentó también el priismo. En una forma primitiva, pero al tiempo sabia, los políticos tradicionales reconocían una cadena de mando que vinculaba a diputados con gobernadores y a estos con el Presidente, pero que establecía que los alcaldes “son del pueblo”.

Coincidentemente, este jueves 16 de mayo inicia en León, Guanajuato, la Conferencia Anual de Municipios 2013, a la que han sido convocados los tres organismos partidistas de alcaldes, vinculados cada uno de ellos a PRI, PAN y PRD. La agenda es ambiciosa e incluye como ponentes al Presidente de la República, sus principales secretarios de Estado, académicos nacionales y del extranjero y figuras mundiales de la política.

Inicialmente surgida como una reunión de la Federación Nacional de  Municipios de México, de corte priista, las pugnas entre la alcaldesa de ese partido en León, Bárbara Botello, y el gobernador panista Miguel Márquez, obligaron a una intervención conciliatoria de la Secretaría de Gobernación.

El resultado fue la elevación del evento a una Conferencia con carácter integrador que incluyó a las tres agrupaciones existentes en el país (Fenamm, priista; Anac, panista; y Aalmac, perredista), con lo que el evento ganó en representación y en expectativas. El cambio de rumbo fue posible, entre otras cosas, por el espacio de diálogo y de resoluciones en que se ha convertido la mesa rectora del Pacto por México.

El diálogo que se ha iniciado en el país, motivado por la clara necesidad política del presidente priista y los principales liderazgos opositores de superar el empantanamiento de los últimos años, que no ha dejado crecer a nadie y sí nos ha hundido en mayores problemas, está teniendo consecuencias inesperadas.

Así deben ser los procesos de confluencia política para ser productivos deben generar una dinámica que responda a las expectativas que se creen, pero también que se capaz de superar las crisis recurrentes y los obstáculos naturales.

Sumar a los encargados del mando político territorial, como son los alcaldes y los gobernadores, a mecanismos de deliberación, de búsqueda de acuerdos y de instrumentación resolutiva puede sonar complicado, pero parece la única vía para aterrizar una nueva cultura política que no se limita a la coexistencia sino que indaga por una verdadera búsqueda de soluciones.

Somos muchos quienes hemos temido que el regreso del PRI al poder presidencial pudiese significar un retroceso hacia el viejo autoritarismo para el que cualquier voz discordante era un simple estorbo.

Los últimos acontecimientos parecen mostrarnos que eso no es posible y que incluso ni siquiera los priistas lo desean, aunque muchas veces no saben comportarse de otra manera.

Como además no hay recetas y no tenemos muchos ejemplos en nuestro propio pasado de una cultura democrática, no habrá más remedio que inventar lo que queremos para el país de los próximos años, sabiendo que los regresos no son posibles y que los largos estancamientos son suicidas.

Para eso no parece quedar de otra que el diálogo constante y la construcción de acuerdos precarios y provisionales que en su mérito tienen la posibilidad de permitirnos recomponer rápidamente las equivocaciones, que son inevitables como ya se vio en Veracruz.

Y ese diálogo, para que refleje la complejidad del país y garantice la aplicabilidad de su acuerdos, debe ocurrir en todos los niveles. Esperemos, por el bien de lo que viene, que todos estén a la altura, más allá de la trinchera y del nivel de responsabilidad que ocupen.

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Arnoldo Cuellar
Periodista, analista político. Reportero y columnista en medios escritos y electrónicos en Guanajuato y León desde 1981. Autor del blog Guanajuato Escenarios Políticos (arnoldocuellar.com).
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