Adela Navarro Bello
10/04/2013 - 12:00 am
De la guerra de Calderón a la falsa paz de Peña
En el México real, sicarios del narcotráfico pueden dejar siete ejecutados, sangrantes las heridas, amordazadas las extremidades, y en su rigor mortis acomodarlos en sillas de descanso en una zona pública de Michoacán. En ese mismo México, otros asesinos a nombre de criminales organizados, irrumpen en bares de Guadalajara y dejan tras de sí una […]
En el México real, sicarios del narcotráfico pueden dejar siete ejecutados, sangrantes las heridas, amordazadas las extremidades, y en su rigor mortis acomodarlos en sillas de descanso en una zona pública de Michoacán. En ese mismo México, otros asesinos a nombre de criminales organizados, irrumpen en bares de Guadalajara y dejan tras de sí una estela de sangre, muertos y heridos.
Lo que sucede en el México real, no se conoce en el México de Enrique Peña Nieto. La política de ocultamiento de la información relacionada con el narcotráfico, el crimen organizado y las consecuencias de los dos en las calles del país, ha dado como resultado y así lo señala el Observatorio de los Procesos de Comunicación Pública de la Violencia en un análisis de titulares e información, que la cobertura de medios –especialmente los llamados nacionales– ha disminuido en porcentajes que van del 50 al 80 por ciento.
Esas cifras de disminución en la publicación de información relacionada con la inseguridad cruenta en la República Mexicana, contrastan con las cifras de la violencia.
Considerando que el estudio del Observatorio se realizó en los tres primeros meses de gestión, que equivalen a los primeros cien días de gobierno, es justo mencionar que lo que no disminuyó fue precisamente la inseguridad.
Mientras en el México de la información controlada por el Gobierno Federal los medios reportaron 50 por ciento menos notas en el México real la cifra de ejecutados rebasó la reportada en el mismo periodo pero del sexenio pasado. Durante diciembre de 2006, enero y febrero de 2007 sucedieron en la administración calderonista, 2 mil 539 muertes producto de la inseguridad de alto impacto. Diciembre de 2012, enero y febrero de 2013, 4 mil 544 ejecutados. Ambas cifras oficiales en el Secretariado Ejecutivo nacional.
Entonces resulta que ocultar la información no acaba con la inseguridad.
Por lo tanto tomando en cuenta esas cifras, hay más muertos en el país y por lo tanto más inseguridad en los primeros meses de gobierno de Peña que en los albores de la administración de Calderón, la diferencia es que el panista no tenía un control sobre la información de la inseguridad, ni sobre los medios en el manejo de la misma.
Es increíble que siendo el clima más adverso haya menos noticias al respecto. Como periodista y como parte de un grupo de periodistas de investigación nos hemos enfrentado a un sinfín de obstáculos en lo que va de esta administración priista, para acceder a la información.
Desde negativas hasta la utilización de sistemas anquilosados donde es difícil explorar como tedioso revisar; la manipulación de la información en materia de inseguridad –acaso en política es igual dado que no se revela información sino se publican posiciones o estrategias oficiales– es tan grave como delicada. Pues quien controla la información puede manipular la realidad ante los ojos de la población que finalmente está más vulnerada que nunca.
En México pasamos del discurso de la guerra de Calderón a la estrategia banal de la paz de Peña. Pero ninguno de los dos escenarios es de seguridad. En el primero vivimos los mexicanos siendo testigos de enfrentamientos, de balaceras, de muertos tirados por doquier, de escenas sangrientas y de temor. En el segundo escenario, el de la ficticia paz de Peña, vivimos igual pero la inseguridad se sufre por regiones. Lo que sucede en el centro del país no lo vemos en el norte y viceversa. Los muertos se ocultan las balaceras se silencian, conseguir imágenes de lo sucedido hace unos días en Guadalajara es casi imposible en este controlado ambiente.
La regionalización de la inseguridad tiene que ver con el control de la información. Los gobernadores evidentemente están de acuerdo en ello, ya no hablaremos de cifras nacionales, como no vemos en televisoras o medios impresos de ese mismo alcance, las escenas que nos alertan de lo que ocurre en el país.
Es terrible, controlar la información es incidir en la política editorial de los medios y plantear un escenario de paz que está lejos de ser una realidad. Y si no hay información, si se niega la información como sucedió recientemente, las notas van cambiando hacia sectores donde sí hay acceso a la misma.
Hace unos días en el periódico Reforma se publicó –en interiores– una nota cuyo cintillo decía “Guardará PGR datos 12 años” y la completaba el titular “Reservan informes del narco”; antes de la redacción en un sumario se anticipaba: “Se van al archivo reportes de cárteles, nombres de líderes y zonas de operación”. En el cuerpo de la nota se deja ver que esa fue la respuesta de la Procuraduría a una solicitud de información por medio de Transparencia para conocer el número de cárteles, los integrantes y las zonas de operación de cada uno de ellos en el país. Interrogante que quedó en el aire luego que el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam declarara a finales del 2012 que en México había entre 60 y 80 cárteles, pero no proporcionara más información.
Si al control de la información sumamos el hecho que el gobierno de Enrique Peña ya no hace presentaciones de detenidos, ni ofrece públicamente recompensas por los capos, ni los exhibe como los más buscados, y la Policía Federal ahora es de proximidad y no de operación y persecución, el clima de impunidad para los criminales se completa. Nadie los ve, nadie los lee, nadie los conoce, nadie es testigo de sus delitos, mientras los muertos se siguen apilando.
La inseguridad es una realidad que no se puede ni se debe ocultar. Ahí está, la vivimos todos los días, a unos nos toca más cerca que a otros, pero no por ello todos debemos ignorarla. Si el gobierno de Enrique Peña Nieto continúa con su éxito en el control de la información, los mexicanos estaremos más vulnerados.
Después de todo, la no publicación de la violencia no acabará con la misma. Así como la pregonada paz de Peña no terminará con la guerra entre cárteles; una estrategia centrada en el discurso voltea para otro lado.
Tan perjudicial la guerra de Calderón, como la falsa paz de Peña.
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