Alma Delia Murillo
01/09/2012 - 12:01 am
Última Epístola al Findelmundo: Televisa, la gran ramera
Alma Delia, apóstol dolientísima de los tiempos posmodernos, sierva de la verdad y llamada a renegar de la clase media, al Findelmundo: Querido Findelmundo, he aquí que he visto de frente a la gran ramera, la cual está sentada sobre catorce empresas, cuatro canales nacionales de transmisión abierta, dieciséis canales de transmisión cerrada, cinco estaciones […]
Alma Delia, apóstol dolientísima de los tiempos posmodernos, sierva de la verdad y llamada a renegar de la clase media, al Findelmundo:
Querido Findelmundo, he aquí que he visto de frente a la gran ramera, la cual está sentada sobre catorce empresas, cuatro canales nacionales de transmisión abierta, dieciséis canales de transmisión cerrada, cinco estaciones de radio, una editorial, una fundación lavaculpas y un país entero. De su cabeza brotan serpientes de estupidez, voracidad y prostitución del alma. Lleva sobre su frente un nombre escrito: Televisa, Babilonia la Grande, La Madre de las Fornicaciones y de Las Abominaciones de la Tierra.
Televisa ha instalado en este territorio el reinado de la pendejez. Ha infectado a los habitantes con un burdo sentido del humor construido a base de pastelazos, albures, bromas retrógradas sobre la homosexualidad, botargas imbéciles y tetas y culos parlantes que cuentan chistes infames en horarios para toda la familia. Peor que el circo romano más jodido y ordinario que se haya concebido nunca.
Ha sido también ella, esperadísimo Findelmundo, quien ha parido aberraciones como las telenovelas que cuentan historias de ricos hacendados o señores feudales enamorados, mujeres indigentes que se vuelven acaudaladas gracias al amor de un empresario que las rescata de la pobreza y de malos-malosos que quieren destruir su felicidad. Esa pobrísima e infantiloide cultura emocional es la que forma los juicios de muchísimos mexicanos. Aberraciones como los noticieros de corte Joaquín López Dóriga o como los reality shows de pornomiseria que explotan las carencias, las discapacidades y todo sufrimiento humano que pueda convertirse en patetismo para mendigar millones de pesos de los televidentes y ganar otros tantos millones que la benefician a ella misma y a sus proxenetas patrocinadores. Televisa ha formado un ejército de meretrices que conducen interminables programas matutinos y que escupen veneno de ignorancia, mojigatería y clasismo (sí, todo eso puede convivir en un mismo ente, no miento).
Lo que me lleva, ay dolor profundo, a hablarte de la responsabilidad de esta ramera en la destrucción del lenguaje, de nuestro amado idioma español.
La puta de Babilonia tiene una perversión: veja a las palabras y encuentra placer en ello. Sus ignorantes más famosos son dueños de micrófonos que llegan a todo el país. Con esos micrófonos se han encargado de celebrar y promover barbarismos como “dijieron” o “sin en cambio”. Se han encargado de eliminar los artículos en la construcción de las oraciones y hablan con frases al estilo “yo Tarzan – tú Jean”, frases como “recordar que anteriormente llovió”; así nomás, con los verbos en infinitivo, como seres incivilizados. Los ejemplos son inconmensurables, anhelo de mis entrañas Findelmundo, pero sólo agregaré uno más: ese bárbaro que se hace llamar poeta, un tal Ricardo Arjona, constituye el tope intelectual de Televisa, el que le compone sus coplas para que la señora se sienta amada y especial. Allá ellos con su romance de telenovela, la chingadera es que ese pornopoeta educa la apreciación estética del alma de millones de mexicanos. Eso, amado Findelmundo, eso sí son chingaderas.
Lo que ahora me lleva (es que podríamos no acabar nunca) a recordar otra de sus infamias mayores: la balada infrahumana. Género que se compone de una serie de canciones que abordan el amor de la manera más patológica y retorcida posible: el otro es culpable de nuestro sufrimiento y no hay libre albedrío ni responsabilidad personal, por ello podemos sacrificar la dignidad a cambio de tres minutos de amor y luego preguntarle a Dios o al destino por qué somos tan desdichados.
Para seguir con nuestra pena infinita, te contaré, esperanza de mi vida Findelmundo, que a principios de los años noventa, Televisión Azteca tuvo la oportunidad histórica de ser algo diferente luego de pasar de manos del Estado a la IP y eligió convertirse en la misma mierda que Televisa. La señora puta y la putita menor: hembras fértiles en la producción de vergüenza, desinformación, basura televisiva y entretenimiento barato.
Es que ya no se puede. Es que, como dice mi abuela, ya sólo estamos exhibiendo lo pendejo. ¿Tiene sentido que sigamos con esto y jactándonos de nuestra civilización?
No conformes con destrozar el lenguaje, ellas también atentan contra la salud transmitiendo infomerciales ofensivos en los que obesos insanos testimonian haber adelgazado embadurnándose ungüentos misteriosos y comiendo compulsivamente. Principales promotoras de los productos milagro, la sexoservidora de las telecomunicaciones y su hermanita menor, son en gran medida responsables de la pésima educación sanitaria que lacera este país.
Para colmo de males, Televisa es una puta cara, tan cara que la pagamos entre todos: el gobierno que la favorece y se acuesta con ella, los ciudadanos, la Secretaría de Comunicaciones y Transporte empeñada en protegerla y garantizarle que el ancho de banda no será entregado a otras empresas para librarla de la competencia. Está tan protegida que nadie puede ofenderla sin salir vilipendiado, presionado y reprimido por la señora puta y sus amantes entre los que se cuentan tantos funcionarios públicos como cucarachas en las tuberías.
Te lo digo de otra manera: a esta meretriz le pagan también los partidos políticos y fornica con ellos hasta engendrar dinosaurios de pelo engomado que se sentarán en la silla presidencial. El último dinosaurio que Televisa parió, anhelado Findelmundo, es la bestia hecha carne, te lo juro.
¿Qué será de nosotros si seguimos viviendo entre la ramera y la bestia?
Si no te presentas para detener esto, causa de mis desvelos Findelmundo, estamos perdidos. Ya no sé de qué otra manera pedírtelo. Esta es mi última epístola y en ella dejo constancia de que desgarro mis vestiduras y me pinto el rostro con silicio, con ceniza de mis muertos, avergonzada por tanta y tanta miseria.
Estas son las cosas que he visto y la que da testimonio de estas cosas dice: Mundo, si te vas a acabar, te debes apresurar, no nos dejes seguir con esta locura.
Amén. Amén. Amén.
@AlmitaDelia
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