Alma Delia Murillo
18/08/2012 - 12:02 am
Tercera Epístola (Futbolera) al Findelmundo
Alma Delia, apóstol dolientísima de los tiempos posmodernos, sierva de la verdad y llamada a renegar de la clase media, al Findelmundo: Heme aquí, amado Findelmundo, hablando de futbol. Ya sé, merezco la cicuta y después que echen mi cuerpo a los perros. Pero es que hay algo que me impele a hablar de […]
Alma Delia, apóstol dolientísima de los tiempos posmodernos, sierva de la verdad y llamada a renegar de la clase media, al Findelmundo:
Heme aquí, amado Findelmundo, hablando de futbol.
Ya sé, merezco la cicuta y después que echen mi cuerpo a los perros. Pero es que hay algo que me impele a hablar de ello con una fuerza tal que… bueno, no puedo evitarlo.
Es que mira, querido Findelmundo, en este país por cada trescientas tragedias ocurre un milagro o lo que sea que haya sido esto. Comprenderás que no puedo resistirme a preguntarte: ¿esta medalla olímpica de oro por el fútbol para México (país que nunca ganó una copa mundial de fútbol) quiere decir que estás por venir?
Dime, ansiado Findelmundo, si estás mandando una señal verdadera.
Mientras espero tu respuesta, trataré de explicarte lo que ha sucedido y si al final no entiendes nada, discúlpame pero es que te juro que la realidad es tan confusa, que es probable que yo tampoco entienda un carajo.
La desde ahora inolvidable fecha del 11 de agosto de 2012, México entró en ebullición y se partió en pedacitos. Y no sé si ocurrió por ese evento extraordinario o siempre fuimos eso. Apenas se confirmó el triunfo, las reacciones fueron inauditas y sobre todo, pulverizadas. Yo creía, esperado Findelmundo, que al menos el futbol nos uniría como alguna vez hizo la Virgen de Guadalupe, pero nel, ni eso. Cabe acotar entonces que la Virgen sigue siendo la más chingona de la pradera en cuanto a poder de convocatoria se refiere.
Y quedó revelado que estamos más confundidos que en la Torre de Babel hablando cientos de lenguas. Y yo estoy de acuerdo con todos y al mismo tiempo con ninguno. Quihubo. Es que te aseguro que no hay modo de tomar una postura única porque la realidad nos rebasa y tira con un soplido cualquier teoría rígida sobre México.
Mira la diversidad, exquisito Findelmundo: están los que celebran, los que celevran (así con v), los que piden perdón y lamentarán el resto de sus vidas no haber visto el partido, los que sospechan que fue arreglado para que Peña Nieto y el PRI puedan tomar la presidencia en medio de una atmósfera de aire triunfal y de contento. Los que hablan de la basura que fue Televisa durante la transmisión del partido –verdad divina–. Los que regañan y se avergüenzan de que tengamos sólo una medalla de oro y los que lloran por el milagro y juran que si todos nuestros jóvenes fueran futbolistas no habría narcotraficantes, ni desempleados, tampoco tendríamos obesos ni diabéticos, no nacerían bebés con paladar hendido, subiría el ingreso per cápita y no sufriríamos de inundaciones durante la temporada de lluvias.
Eso es la mexicanidad, vivimos entre la duda, el esfuerzo, la fe desgarradora y el milagro. Así somos.
Al mismo tiempo que millones de mexicanos rompían en gritos, otros rompían su existencia. Hice un sondeo rápido de las noticias simultáneas al triunfo y esto fue lo que encontré:
Se encontraron 12 cadáveres en un vehículo en Zacatecas. Las autoridades “sospechan” que el crimen multitudinario podría estar vinculado al narcotráfico.
Se encontró un cuerpo descuartizado en Coyoacán. Las autoridades siguen sospechando que el perturbador crimen podría estar vinculado al narcotráfico.
El saldo hasta ese momento era de 12 muertos por el huracán Ernesto en el sureste de México. En este caso las autoridades no sospecharon del narco.
Se confirmó el arresto de un funcionario de la Suprema Corte de Justicia vinculado con el Chapo Guzmán. ¿Adivinas? Las autoridades volvieron a sospechar del narco.
Hubo un ataque criminal en varias ciudades de Guanajuato, los perpetradores quemaron automóviles y atacaron gasolineras. Y te prometo que no me estoy burlando de ti, brillante Findelmundo, pero las autoridades, una vez más, sospecharon del narco.
Y en Michoacán, los Caballeros Templarios –unos que no tienen que ver con la orden militar cristiana del siglo XI pero que son casi tan sanguinarios como fueron ellos– respondieron a los ataques de las autoridades incendiando 30 vehículos. Ya ni me pongo pesada volviendo a decirte que hay relación con el narco también en este suceso.
El sábado pasado no dejó de llover, en ningún sentido. Lluvia de gozo por el triunfo, lluvia de nostalgia, de dudas y de certezas, también de muertos, también de sangre.
Me alegro, me alegré muchísimo y grité como todos, loca de contento. Y luego volví a atragantarme con este México indigerible que somos.
Así que dime por favor, anhelado Findelmundo, si ahora que podemos sumar a nuestra lista de honores un triunfo futbolero, estás considerando escuchar a esta pecadora de cepa y presentarte.
Estas son las cosas que he visto y la que da testimonio de estas cosas dice: Mundo, si te vas a acabar, te debes apresurar, no nos dejes seguir con esta locura.
Amén.
@AlmitaDelia
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