Alma Delia Murillo
21/07/2012 - 12:01 am
Primera Epístola al Findelmundo
Alma Delia, apóstol dolientísima de los tiempos posmodernos, sierva de la verdad y llamada a renegar a la clase media, al Findelmundo: Seguimos esperándote, amado Findelmundo, en tanto no anuncies tu llegada, quiero dar testimonio de las cosas que he visto. He aquí que en el año 2012 y en pleno poderío de la clase […]
Alma Delia, apóstol dolientísima de los tiempos posmodernos, sierva de la verdad y llamada a renegar a la clase media, al Findelmundo:
Seguimos esperándote, amado Findelmundo, en tanto no anuncies tu llegada, quiero dar testimonio de las cosas que he visto.
He aquí que en el año 2012 y en pleno poderío de la clase media, hemos desobedecido a la encomienda de Jesucristo que dicta: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Nosotros amamos con entrega total, pero a los perros. El prójimo ha pasado a segundo, tercero, cuarto y último término.
Esta mañana he visto a una joven mujer paseando a su perrito con tal dedicación que me pareció que el amor universal habitaba en ella, pero la imagen de dicha quedó rota por completo cuando un pequeño vendedor ambulante se acercó a ofrecerle pulseras y artesanías: la mujer lo ignoró por completo, ni siquiera le mereció una mirada, no fue sino hasta que el niño quiso acariciar al perro, que ella se percató de su presencia. Se puso furiosa y levantó de un tirón a su mascota, la apretó contra su pecho y repitió varias veces “ya pasó, ya pasó”, por un segundo pensé que amamantaría al perro. El pequeño prójimo se alejó rápidamente en silencio.
Esta brevísima anécdota es sólo una muestra de la refinada incongruencia que los clasemedieros practicamos casi como una religión.
No te dejes engañar, amado Findelmundo, porque aunque es verdad que hay quienes tienen mascotas motivados por el auténtico gozo de convivir y comunicarse con los animales, son los menos.
Excuso decir, postergado Findelmundo, que no soy alguien que odie a los animales, muy por el contrario, yo misma tuve un perro del que, si aprendí algo, fue que el camino seguro para hacerlo infeliz era insistir en humanizarlo.
He visto una y otra vez a la gente tratar a los perros que dicen amar como si fueran personas, arruinándolos por completo. ¿Acaso no sería la muestra de amor más grande respetar su naturaleza animal y tratar de comprenderla?, ¿no es de lo más narcisista y miope pretender que si yo tengo frío, mi perro –cubierto de pelo– también tiene frío y necesita un suetercito?
Perros con ropa, zapatos, accesorios… me gustaría saber si ha habido alguno que sufra porque no le pusieron su chaqueta rosa nueva o su sombrero azul que combina perfecto con la chaqueta blanca. Si es así, soy un ser despreciable, incapaz de la menor compasión, lo que estoy diciendo es un despropósito y merezco la cicuta.
Los perros ladran, muerden, mean y cagan, esperado Findelmundo, es así aunque suene terrible y escandaloso. Pero a veces los dueños lo olvidan y no se hacen cargo, sé que ahora mismo se han ofendido algunos por la infamia que acabo de decir. Casi puedo escuchar sus mentadas de madre.
El problema, anhelado Findelmundo, es que los miembros de la clase media nos sentimos aristócratas, reyes, poderosos sultanes y maharajás dignos de exhibir a las bestias más notables del imperio y del sultanato: el elefante más grande, el tigre de bengala más imponente, el can de la raza más exótica y con el más prestigioso certificado de pedigree o el automóvil más caro. Es igual, todo lo usamos para manifestar nuestro poder de consumo.
Siempre orgullosos para poseer y jamás humildes para recoger la mierda de nuestros perros o disculparnos avergonzados cuando agreden al prójimo (nuestro prójimo, no el del perro, te aclaro, no vayas a confundirte tú también).
Estoy segura, ansiado Findelmundo, de que todos los perros nacieron inteligentes y admirables, hasta que cayeron en manos de un humano clasemediero y se convirtieron en el síntoma de la neurosis de su respectivo dueño: chantajistas, agresivos, glotones sin medida, escandalosos incontrolables o con angustia de separación.
Estas son las cosas que he visto y la que da testimonio de estas cosas dice: Mundo, si te vas a acabar, te debes apresurar, no nos dejes seguir con esta locura.
Amén.
@AlmitaDelia
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