He de confesar que me gusta que los museos sean así, me gusta que los museos no llamen la atención más que las obras que contienen. Sé que hay museos que son, digamos, puntos focales en sí mismos como el Guggenheim de Bilbao y que le hacen hasta bien a las ciudades. A lo que no creo que le hagan bien es a las obras de arte. Creo que un museo debe derivar su belleza de su función, debe de derivar su belleza de su posibilidad de permitir que nos conmueva el arte, de permitir que nos conmueva lo que contiene.
Por Nicolás Alvarado