Jorge Javier Romero Vadillo
08/06/2012 - 12:01 am
Los candidatos frente a la catástrofe educativa
Las políticas neutras no existen; los grandes problemas nacionales no tienen soluciones únicas que permitan alcanzar cambios óptimos en el sentido de Pareto. Por el contrario, toda reforma tiene consecuencias distributivas que llevan a que unos ganen y otros pierdan. Por eso el tópico de que bastaría con anteponer los intereses nacionales a los particulares […]
Las políticas neutras no existen; los grandes problemas nacionales no tienen soluciones únicas que permitan alcanzar cambios óptimos en el sentido de Pareto. Por el contrario, toda reforma tiene consecuencias distributivas que llevan a que unos ganen y otros pierdan. Por eso el tópico de que bastaría con anteponer los intereses nacionales a los particulares para superar los grandes problemas no sea más que eso: un mero lugar común.
El tema educativo no es una excepción. A pesar de la existencia de datos duros sobre la magnitud del desastre en que se encuentra la enseñanza en México, no todas las opiniones coinciden en sus causas. Evidentemente, ni el Sindicato Nacional de trabajadores de la Educación, ni su disidencia organizada en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, reconocen la responsabilidad que han tenido en los pésimos resultados. Los padres de familia, por su parte, no alcanzan a percibir el tamaño de la catástrofe, en buena medida por falta de información contrastable, mientras que entre los políticos el tema se ha abordado poniendo por delante los criterios de gobernación (por ejemplo, tratan de evitar a toda costa que haya movilizaciones magisteriales o protestas estudiantiles) y han aplazado la necesidad de modificar las reglas para lograr mejores resultados.
Por eso no es menor que más de doscientas organizaciones dedicadas a reflexionar y a actuar sobre los temas educativos se hayan puesto de acuerdo en un diagnóstico y en una agenda programática para superar la catástrofe en la que se encuentra hundida la educación –pública y privada– en México. El consenso al que llegaron ubica en primer término al arreglo institucional creado durante la época clásica del régimen autoritario, que cambió paz entre los maestros por una carrera controlada por el sindicato, con un sistema de incentivos sindical y político, que dejó de estimular el desempeño académico y profesional de los maestros y los convirtió en meros “trabajadores de base” en lugar de considerarlos profesionales especializados sujetos a un servicio de carrera. También las organizaciones coincidieron en señalar la falta de participación social, la ausencia de rendición de cuentas, la descentralización trunca y las restricciones presupuestales como causales del desastre educativo actual.
Del diagnóstico y la agenda derivaron diez preguntas a los candidatos presidenciales; el lunes pasado se llevó a cabo un acto al que estaban invitados los cuatro aspirantes para platearles en vivo los cuestionamientos con posibilidad de réplica. Dos de los cuatro asistieron: Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota. Andrés Manuel López Obrador desdeñó la invitación, mientras que Gabriel Quadri envió un vídeo que desde luego no fue considerado por los organizadores y que si desea que alguien vea mejor que los suba a YouTube.
Las respuestas de los dos asistentes dejaron muy claras sus posiciones. Frente a los que dicen que Enrique Peña Nieto no tiene ideas, en esa ocasión dejó claro que las tiene bien definidas. Para el candidato del PRI el arreglo corporativo que su partido creó en 1946 sólo requiere de adecuaciones y revisiones. Nada de que los trabajadores tengan libertad de afiliación sindical –ni los de la educación ni ningún otro–, nada de auténtico servicio profesional, nada de quitarle al SNTE el control de la carrera de los maestros. Una maquilladita al arreglo “para alinear los incentivos” y una maquilladita a las escuelas es todo lo que se necesita desde su perspectiva. El control sindical antidemocrático es, para Peña, una conquista de los trabajadores, mientras que las cuotas obligatorias son garantía de fortaleza de sus organizaciones.
El candidato del PRI dejó claro que defenderá el modelo de Estado que su partido creó en los años cuarenta y que en el terreno laboral significó la pérdida de autonomía y de capacidad de resistencia de las organizaciones de los trabajadores, con consecuencias tremendas sobre la distribución de la riqueza y catastróficas en el caso específico de la educación, donde los profesores dejaron de estudiar y de empeñarse en mejorar en la medida que lo que les convenía para avanzar en su trabajo era apoyar a los delegados sindicales, ir a las asambleas y los plantones y no ser creativos e innovadores en las aulas.
Josefina Vázquez Mota, por el contrario, mostró que había padecido a su paso por la SEP los chantajes del SNTE y de la CNTE y que había comprendido entonces la necesidad de modificar el marco institucional que desde 1946 cedió al SNTE el control de buena parte del sistema educativo. Sistema profesional del magisterio, concurso de todas las plazas de docentes, directores y supervisores y un sistema de promoción, estímulos y permanencia basado en méritos académicos y profesionales y en el desempeño de los alumnos, evaluable y transparente. Sin duda, en el terreno educativo la candidata del PAN está mejor dispuesta que el candidato del PRI, aunque lamentablemente no sea capaz de explicar por qué el gobierno con el que ella trabajó no hizo nada para cambiar el arreglo y no termine de deslindarse de un presidente que el 15 de mayo no rompió una lanza por ella cuando la dueña del SNTE la descalificó.
Es una pena que López Obrador haya despreciado el trabajo de un conjunto de organizaciones plural, donde hay empresarios, pero también académicos y profesores universitarios, lo mismo que activistas civiles. Perdió la oportunidad de exponer que realmente se opone a los privilegios de manera concreta y no sólo con declaraciones abstractas. En cuanto a Quadri, es conocida la voz de su ama.
más leídas
más leídas
entrevistas
entrevistas
destacadas
destacadas
sofá
sofá