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Adela Navarro Bello

22/05/2012 - 12:01 am

Televisoras: cuando el dinero llega, suena; cuando no, también

Un muy buen y querido amigo organizó y llevó a cabo hace un par de años un acto en la Ciudad de México. Fuereño como es, seleccionó uno de esos conventos que en la alcurnia llevan la penitencia, como sede de su reunión a la que es importante escribirlo, los invitados eran mayormente políticos y […]

Un muy buen y querido amigo organizó y llevó a cabo hace un par de años un acto en la Ciudad de México. Fuereño como es, seleccionó uno de esos conventos que en la alcurnia llevan la penitencia, como sede de su reunión a la que es importante escribirlo, los invitados eran mayormente políticos y funcionarios del gobierno federal, menos los empresarios y muy pocos los intelectuales.

De manteles largos la situación y aderezada con candelabros y cinco tiempos en la comida, sirvió vino Vega Sicilia Único, español y ahora tan de moda porque es del gusto de la hija de Carlos Romero Deschamps, efectivamente la botella supera los diez mil pesos por unidad. Entonces pregunté, por qué servir un vino tan caro y de tanto renombre para una clase política panista y asegún modesta. La respuesta fue tan infalible como grave: “el dinero hay que tirarlo donde suene”, me dijeron de aquel acto al que, valga decirlo, acudió uno que después sería Nobel de Literatura.

En nuestro país México, el dinero suena y suena fuerte. Lo mismo cuando llega que cuando, como es el caso de esta historia, cuando no llega.

Mucho se ha escrito, hablado, chateado, facebukeado y twiteado respecto a los millones de pesos que el gobierno del Estado de México destinó a la televisora de Emilio Azcárraga Jean cuando Enrique Peña Nieto lo encabezaba. El objetivo fue –y acaso es– hacer del mexiquense una figura mediática lo suficientemente atractiva como para ganar la candidatura del PRI a la Presidencia de la República.

La revista Proceso del inigualable don Julio Scherer García, y a través de su incontenible reportero Jenaro Villamil, dieron cuenta de los onerosos convenios entre el gobierno del Estado de México y Televisa, desde el año 2005, justo cuando el hoy candidato a la Presidencia de la República tomó posesión del cargo de mandatario en aquella entidad. Villamil redactaría también un libro dando santo y seña del multimillonario convenio que enriqueció a la televisora y encumbró al político priísta.

Ahí están documentados en revista y libro, las facturas, los contratos, que tan sólo en el primer año de la administración del mexiquense se presupuestaron “691 millones 734 mil pesos en tiempos de televisión: 327.4 millones vía spots y 364.3 en compra de información, incluyendo 180 notas informativas en los noticiarios de Televisa”, según reporta Proceso en su edición del 13 de mayo de 2012.

Es evidente que el dinero invertido por el gobierno de Enrique Peña Nieto dio el resultado deseado, el hombre del Estado de México logró, sin salir de aquella entidad, hacerse de una reputación nacional; entrar en la mente y en el sentimiento de quienes le vieron sólo por televisión y que vaya, no han sabido si efectivamente fue buen gobernante como lo vendieron, cumplidor como se presume o el líder que cuenta que es. La realidad es que una buena parte de los más de 110 millones de mexicanos que hoy conformamos esta nación sólo supimos de él gracias a las televisoras nacionales, y si por el resultado de las encuestas –de televisoras mayormente– nos guiamos, aquellos dinero de los mexiquenses pagados por Peña Nieto a Televisa e incluso a TV Azteca, sonaron, y contundentemente.

Pero hay otros millones de pesos que no se han pagado a las televisoras y también han sonado fuerte. Ahí está el caso de Ángel Heladio Aguirre Rivero, gobernador de Guerrero y que un día sí, y otro también, ha sido vilipendiado en cadena nacional. Uno como espectador pensaría que es –por las notas “informativas”– el peor gobernador que se tenga en México. Corrupto, nepotista, inhumano, sin sensibilidad; eso es lo que nos han dicho las televisoras a nivel nacional a quienes no residimos en el bello y terriblemente afectado estado de Guerrero (la inseguridad acaso es el peor de sus problemas, pero ese no ha sido tocado por las televisoras nacionales en su justa dimensión, después de todo, valentía periodística no hay).

La razón de tanto encono en los “reportajes” de la televisión mexicana sobre el gobernar de Aguirre Rivero no lo son la objetividad, la ética o el compromiso periodístico, sino una suerte de negocio mal planeado, que terminó, bueno, en eso, en un mal negocio con pérdidas económicas que ahora son facturadas vía notas de desprestigio contra quien no quiso pagar o ceder a los intereses económicos de quienes ostentan el duopolio de la televisión nacional.

Reporta la misma revista Proceso en un análisis que contó con las declaraciones del propio gobernador del estado de Guerrero, que lo tupido contra él no es por periodismo sino porque no cedió a la transacción comercial con un empresario para instalar 600 cámaras de vigilancia en aquella entidad, a razón de 300 millones de pesos en total. La negativa de Ángel Heladio, le valió pues, la campaña de desprestigio en la televisión. Se queja el gobernador del poder mediático de la televisión, y asume –no le queda otra– el costo que llevó por no acordar el millonario contrato a sabiendas que la campaña negra estaba en la mesa de la negociación.

En Baja California, el gobernador panista José Guadalupe Osuna Millán las vive igual. Muy seguido, los reporteros de TV Azteca lo señalan de incumplir acuerdos, de vejar derechos y de mal gobernar. A la redacción de ZETA, no hace mucho tiempo, se comunicó un joven reportero de TV Azteca Tijuana, nos lo dijo de sopetón: “Necesito que me ayuden a encontrar los puntos negativos del gobernador, me están exigiendo notas contra Osuna Millán porque debe no sé cuantos millones a la televisora y lo quieren presionar por ese lado”, a la sentencia siguió una proclama de ayuda, pues al reportero le dijeron que si no mandaba las notas contra el mandatario, lo despedirían.

Es justo mencionar que en ZETA no caímos en la insidia ni en la provocación. El periodismo que hacemos es social, de compromiso, de causa y crítico, pero jamás para abusar de la pluma en busca de lograr objetivos distintos al ejercicio de la libertad de expresión. Al muchacho reportero sólo le dijimos que le deseábamos suerte, y que si su trabajo ejercía, seguramente encontraría algún exceso en el abanico del aparato gubernamental para reportar –justificadamente– a sus editores.

Obvia decir que sin la ayuda de otros periodistas, en TV Azteca emprendieron una campaña de desprestigio contra el gobernador de Baja California; ahora sí que hasta flojos son, prefieren magnificar los errores en lugar de investigar las irregularidades. Osuna Millán se ha convertido en el tiro al blanco de la televisora de Ricardo Salinas Pliego, y todo por no querer pagarles algo más que cinco millones de pesos que desde la Ciudad de México le reclaman los empleados del señor de Elektra.

Razonan sin convenio, ni acuerdo ni firma, que el gobierno de Baja California les debe tal cantidad de pesos desde el año 2008, cuando en esta entidad se celebró la Serie del Caribe de Beisbol. Dicen los de TV Azteca, al menos eso argumentan a los de la coordinación del gobierno del estado, que en una junta del patronato para la organización de los juegos y a la que fueron convidados directivos de medios de comunicación, se les pidió el apoyo y ellos acordaron en transmitir en cadena nacional –eso es lo que venden precisamente– notas de la justa deportiva y de la colaboración del gobierno del estado de Baja California para la celebración de la misma.

Así sucedió, presumen los de TV Azteca a los funcionarios, y cada nota que fue transmitida en las secciones deportivas de la televisora tenía un precio. En total y hasta la segunda semana de mayo de este 2012, la cifra requerida al gobierno sobrepasaba los cinco millones de pesos, de no pagarlos, la campaña sucia, negra, contra el gobernador continuaría. Dicho y hecho.

La falta de transparencia y regulación entre gobiernos y medios de comunicación cuando se trata de convenios, contratos y campañas, no sólo encumbra políticos como es el caso de Enrique Peña Nieto, sino que es utilizada para atacar a gobernantes y ahí están Ángel Heladio Aguirre Rivero y José Guadalupe Osuna Millán (más los otros que no se atreven a hablar) para demostrarlo, pero lo peor es que el dinero que los mexicanos pagan a sus gobiernos producto de impuestos, sea utilizado por estos medios, principalmente las televisoras nacionales, para engañar al espectador, al televidente, al lector, con noticias que no lo son, con información falsa, alejada de toda ética periodística, para sacar adelante un interés económico.

Por eso, cuando en las televisoras el dinero llega, suena, y cuando no, también. Hay que estar atentos, porque eso no es periodismo, sino mercantilismo político puro. En los dos sentidos.

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