Javier Solórzano
21/05/2012 - 12:01 am
Es su tiempo
En algún sentido ha resultado un grato hallazgo la irrupción de muchos jóvenes universitarios en las campañas y en las calles. Para algunos puede ser sorpresivo pero si nos atenemos a la cotidianeidad de las instituciones de educación superior tiene su lógica. Se ha vivido en medio de estereotipos que poco o nada definen, en […]
En algún sentido ha resultado un grato hallazgo la irrupción de muchos jóvenes universitarios en las campañas y en las calles. Para algunos puede ser sorpresivo pero si nos atenemos a la cotidianeidad de las instituciones de educación superior tiene su lógica. Se ha vivido en medio de estereotipos que poco o nada definen, en sentido estricto, la vida al interior de las universidades.
Si para algunos los estudiantes de la Ibero son ahora “revolucionarios” y “contestatarios” porque son “duros” con Peña Nieto están perdiendo de vista lo que es la universidad. Se les ha definido como “estudiantes ejemplares” debido al famoso viernes. La Ibero es más que la visita de Peña Nieto pero se entiende que lo que paso ese día haya atrapado la atención. Lograron sacar a Peña Nieto de un espacio controlado y lo expusieron como no sucedió ni en el mismísimo debate, pero la Ibero no empieza ni termina con el viernes. A lo largo de muchos años han egresado de sus instalaciones miles de estudiantes que para bien y para mal hoy están en cargos claves, tanto en el sector privado como oficial.
La euforia de los abajo firmantes con la Ibero sería diferente si los estudiantes hubieran tratado a López Obrador como trataron a Peña Nieto. La sobrerreacción se presentó porque de alguna u otra forma rompió, por lo menos durante estos días, el estereotipo que existe sobre la universidad, pero también porque si alguien salió “ganón” en este aquelarre fue López Obrador. La euforia tiene una doble vía: los estudiantes de la Ibero mostraron una de sus más interesantes caras y López Obrador pudo confirmar que en buena parte de las universidades del país la tiene ganada; para cerrar el círculo sólo hace falta revisar el simulacro de elección hecho en la UNAM la semana pasada en donde el tabasqueño resultó abrumadoramente ganador.
Dentro de todo lo que ha pasado desde el ya famoso viernes lo más rescatable y trascendente es que los jóvenes universitarios hayan mostrado interés por su país y el que estén en las calles haciéndose valer. A la elección le da una nueva mirada y un rumbo que pudiera hacer cambiar las encuestas que colocan a uno de los centros de crítica estudiantil en singular ventaja. Las manifestaciones frente a Televisa pueden ser el inicio de cambios profundos. Pudiera ser que lo que no han hecho los legisladores y el gobierno lo terminen haciendo los universitarios que han sido de la noche a la mañana descubiertos por los abajo firmantes. “Doña Tele” podría tener en la calle y en las manifestaciones un dolor de cabeza y el país ahora si podría encauzar el ansiado proceso de cambio para la plena democratización del país, el cual vive en una inquietante deuda en materia de medios. Sería un error menospreciar a los universitarios sean de instituciones privadas o públicas, como también ha sido un error menospreciarlos porque no se habían manifestado antes. En un país en donde el 40% de la población es joven es lógico que se vayan juntando y salgan a manifestarse; al fin y al cabo es su tiempo.
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