Si los priístas regresaran a Los Pinos se verían obligados a instrumentar las reformas, como la Reforma Política, que hasta ahora han rechazado, auguran los oráculos del optimismo. Y ojalá fuera cierto que una nueva era de presidencias priístas sería señal de alternancia saludable y no de regresión lamentable. Ojalá fuera verdad que tanto el país como el PRI han cambiado lo suficiente como para prevenir el resurgimiento de las peores prácticas del pasado.
Por Denise Dresser
El partido del «no»
09/11/2011 - 12:02 am
Denise Dresser
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