5 razones para que Cordero desista

19/09/2011 - 12:04 am

La candidatura del ex secretario de Hacienda no despega y tampoco se necesita ser mago para saber por qué. Con todo el nivel de exposición que le ha permitido la plataforma del gobierno federal, Ernesto Cordero no pinta en las encuestas porque es un hombre carente de carisma, pero también por la oferta: su proyecto político no existe, o eso nos ha dicho en sus discursos; es una versión deslavada del presidente Felipe Calderón que apela a la continuidad. Y no pareciera tan buena idea vender el continuismo de una administración que no está bien evaluada y que dejará al país molido a palos en varios frentes: en seguridad –por supuesto–, en tolerancia, en transparencia, en impartición de justicia, en empleo y en obra pública: la “joya” del sexenio, el Seguro Popular, hace agua en manos de organismos como Fundar o como el CIDE, por citar.

Sin embargo, pareciera que existe la intención desde Los Pinos de imponerlo en su partido, Acción Nacional, a pesar de que los proyectos de Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel llevan una considerable ventaja. ¿Imponerlo, cómo? Por medio de un trabajo directo del jefe político del PAN, Calderón, con los delegados y consejeros. Aunque el Presidente pierde fuerza todos los días en su último año de gobierno efectivo, todavía está en condiciones de apretar. Y lo hará.

Pero el empecinamiento de Calderón, como sucedió con su guerra, no es buena noticia sino para Cordero y los que están cerca de él. Tampoco es buena noticia para el país. Traerá enormes costos políticos al partido, y además a México. Por la víspera se sacan los días: el hombre se va a seguir; no va a descansar hasta que no tenga a Ernesto Cordero en la candidatura. Incluso haciéndose daño él mismo. Son muchos intereses que alimentan ese empecinamiento.

Por ahora, parece, la única manera de que Cordero renuncie a la candidatura, es que Cordero mismo se convenza de que hay razones nobles para retirarse.

Este texto no está destinado a Ernesto Cordero, por supuesto. Es simplemente una breve pieza de análisis que expone las razones y advertencias que deberían servir para que quienes lo ven como una posibilidad para el 2012, desistan ahora que es tiempo. Antes de que se desaten otros eventos colaterales. Antes de que esta candidatura genere una crisis política en su partido, y afecte la incipiente democracia mexicana.

 

Las 5 razones para que Cordero desista

1. Por el bien de su partido. Ernesto Cordero debe saber que si él persiste, el Presidente persiste. Y cuando el Presidente se propone algo, sea cual sea la causa y los costos que conlleve, hará lo que esté a su alcance por concretarlo. Esto significará que el partido más democrático del sistema político mexicano –sus elecciones internas solían ser abiertas y transparentes, a diferencia del PRI y del PRD– por primera vez responderá a un “dedazo”. El costo de imponerlo será altísimo porque el producto electoral llamado Ernesto Cordero no es vendible; lo venderá el Presidente a los consejeros con presiones y en términos mercadológicos será como imponer el tofu en lugar de los frijoles –no se me ocurre otra analogía– en un mercado popular mexicano. El PAN parirá con mucho dolor la imposición de Calderón. El daño será altísimo.

2. Por el bien de la contienda. La figura de Ernesto Cordero no podrá con ese personaje absolutamente arrollador que es Enrique Peña Nieto. El priísta no sólo tiene en el plato una abrumadora mayoría de la intención de voto: también es bien visto por los empresarios, que actúan con un pragmatismo a prueba de presiones. Y tiene a las televisoras y a otros medios nacionales de su lado. Subir a Cordero a la contienda 2012 será entregar el país al PRI de manera contundente. Un mal candidato en el PAN hará que Peña logre incluso mayoría absoluta en el Congreso, y se perderá, así, un equilibrio político que se había anotado ya como ganancia de la presunta normalidad democrática. Josefina Vázquez Mota o el mismo Santiago Creel podrían garantizar una contienda más pareja.

3. Por el bien de la democracia. Ahora digamos que la izquierda se pone de acuerdo y que se decide sin demasiado ruido por uno de los dos precandidatos: Andrés Manuel López Obrador o Marcelo Ebrard Casaubón. No serán candidatos fáciles, cualquiera de los dos, si hay unidad; darán la batalla. En este escenario, con Cordero en la candidatura, izquierda y derecha se darán hasta con la cubeta, dejando al PRI el camino libre. Como sucedió en el Estado de México: Luis Felipe Bravo Mena se dedicó a golpear a Alejandro Encinas y Eruviel Ávila se fue sin tocar baranda. Cordero es Calderón y punto. Y aún cuando llegue Ebrard, quien es más tolerante que AMLO, las fuerzas internas de la izquierda y del mismo PAN llevarán su campaña a golpear al calderonismo y viceversa: la izquierda será duramente azotada por la derecha. Cordero, como representante de Calderón en 2012, no hará sino polarizar. El proceso 2012 será una extensión de los odios de 2006. El PRI se irá solo.

4. Por el Presidente. Felipe Calderón no lo habrá calculado así; si no, seguramente estaría actuando en el sentido contrario a lo que hace. Si impone a Cordero dañará al calderonismo peor que Vicente Fox sacrificó al foxismo con su irresponsabilidad y ligereza. Si pierde Cordero, como todo indica que pasará, en julio de 2012 iniciará la purga dentro del PAN de todo lo que huela a calderonismo. El Presidente quedará solo muy pronto. Para esta Presidencia en particular, es peligroso que el jefe del Ejecutivo se quede solo. Sobrarán las presiones para que, por ejemplo, se lleve a juicio a Calderón por 50, 60, 70 u 80 mil muertos de su guerra. Curiosamente, lo mejor que podría pasarle a Calderón es que Calderón perdiera y Cordero no sea candidato, porque le achacarán por un lado entregar Los Pinos al PRI, pero por el otro, por haber impuesto candidato. Por estas razones, la candidatura del ex secretario de Hacienda es un riesgo para el actual Presidente de México.

5. Por el país. Allí están las declaraciones de Ernesto Cordero: Los únicos dos funcionarios federales que tienen un ofrecimiento puntual para continuar en el gobierno después del 1 de diciembre del 2012, son Javier Lozano y Genaro García Luna. Los dos representan lo peor del sexenio calderonista, paradójicamente: Uno dejó en un ridículo la oferta del “Presidente del empleo” y se volvió el rostro puro de la intolerancia; y el otro es culpable de que el Presidente mantuviera durante 5 años (hasta ahora) (serán 6 años) una estrategia equivocada para combatir al crimen organizado. Cordero los apuntala a ambos porque cree que así le hace un favor al Presidente, quien insiste  en que la guerra se ganará y que cumplió con generar empleo y bienestar a los mexicanos. Cordero no puede mantener a estos dos personajes en el próximo sexenio, si es que por alguna razón gana, porque representan lo peor del sexenio anterior. Así de simple. Pero si gana, lo hará. Ya lo anunció.

 

***

Hay más de 5 razones para que Cordero desista. En lo personal, yo creo que, sin embargo, hay cincuenta motivos para que el Presidente y su ex secretario de Hacienda persistan, a pesar del daño que causa esta candidatura. Y la gran mayoría de estos motivos son malentendidos.

Ni modo. No es que me resigne, pero la historia reciente me dice que los mexicanos somos manipulables. Cuando confío en que las mayorías entrarán en razón, pienso en esas decenas de amigos míos que en 1999 me argumentaban una y otra vez que votara por Vicente Fox para sacar al PRI de Los Pinos. ¿Para qué –pensaba entonces–, si no queda claro en manos de quién nos vamos a poner? Y ya ven lo que pasó. Deberíamos, como sociedad, hacer algo para detener esta necedad. Pero, bueno, ya va encarrilada.

Charles Bukowski, a quien confiaría mi cartera –jamás se la dejaría a un político, por supuesto–, escribió alguna vez que “la diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las ordenes”.

La necedad del Presidente se llama Ernesto Cordero. Y la va a empujar. A ver si no terminamos –ah, mexicanos– recibiendo órdenes de este hombre tan limitado.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx
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