A los “troles” que siguen a AMLO

08/08/2011 - 12:00 am

“Un trolltrol es un vocablo de Internet que describe a una persona que sólo busca provocar intencionadamente a los usuarios o lectores, creando controversia; provocar reacciones predecibles, especialmente por parte de usuarios novatos, con fines diversos: desde el simple divertimento hasta interrumpir o desviar los temas de las discusiones, o bien provocar flamewars, enfadando a sus participantes y enfrentándolos entre sí. El trol puede ser más o menos sofisticado, desde mensajes groseros, ofensivos o fuera de tema, sutiles provocaciones o mentiras difíciles de detectar, con la intención en cualquier caso de confundir o provocar la reacción de los demás. Actualmente también se usa este término para cualquier tipo de travesura”.

–La fabulosa Wikipedia

 

Cheque usted los foros abiertos disponibles, ya sea aquí mismo en SinEmbargo.mx o en El Universal, Milenio o La Jornada. (En Reforma no son abiertos). Vea usted los comentarios bajo las notas, los reportajes, las entrevistas, los videos, las fotos o los pies de foto en donde aparece alguna mención para Andrés Manuel López Obrador y estará de acuerdo conmigo en que no existe una defensa más rabiosa que la de sus “simpatizantes”.

(Sí, escribí “defensa más rabiosa” y entrecomillé “simpatizantes”. Pero antes de que me mienten la madre, por favor, permítanme argumentar. Apelo a su paciencia y buena voluntad).

Lo mismo pasa en las redes sociales. Si te atreves a cuestionar a AMLO por alguna razón, te caerán encima con ganas de despedazarte. “Pendejo” y “vendido” es lo menos que dijeron por sugerir que lo mejor que puede hacer la izquierda mexicana es demostrar este 2011 que ha madurado, y elegir a su candidato democráticamente. He visto, en amigos y en otros no tan allegados, cómo les tunden a palos porque han escrito, por ejemplo, que quizás el tiempo de López Obrador no sea 2012, y que quizás sea sabio permitir que un Marcelo Ebrard llegue a la candidatura. Qué atrevimiento. La cantidad y variedad de ofensas que pueden llegar por una afirmación así permitirían alimentar un diccionario.

Y, claro, las mentadas vienen casi siempre desde el anonimato.

No cierro los ojos para decir que esas mentadas vienen de la nada; vienen de la gran ofensa del 2006, por supuesto. Pero yo no podría llamar “simpatizantes” de esa causa o de cualquier causa democrática a defensores tan ofensivos y rabiosos. Los llamaría (los llamaré) troles, y arriba describo a qué me refiero.

Sí, sabemos que a López Obrador le arrebataron por la mala la presidencia en 2006; que Vicente Fox intervino desde la presidencia para, como él reconoció a Univisión, “frenar el avance de la izquierda y de López Obrador”. Sabemos, sí, que Felipe Calderón no llegó con las manos limpias a Los Pinos y que, para acabarla de joder, quiso congraciarse lanzando una guerra que lleva por lo menos 40 mil muertos, miles de desaparecidos y miles de huérfanos.

Sí, sabemos que estamos quizás frente a la peor presidencia en mucho tiempo –falta medir las cifras y los costos, pero sí–: aumento de pobres, debilitamiento de las instituciones, polarización, corrupción, engolosinamiento de los poderosos (monopolios, políticos, televisoras) y división entre los mexicanos.

Si no lo sabremos, carajo: ¡Estamos en medio de una jodida guerra armada de pobres contra pobres contra ricos contra malos contra buenos contra nadie y con cargo a nuestros hijos! Bueno, yo no tengo hijos, pero me solidarizo con los muchos valientes que los tienen.

Sí, sabemos que Calderón no pudo ni siquiera lavar el cochinero de 2006 y que Andrés Manuel no pudo mostrar su proyecto, uno que quizás no nos tendría en guerra y habría rescatado, como ya es urgente hacerlo, a los pobres de este país.

¿Pero saben qué, troles? No sólo le arrebataron esa ilusión a López Obrador; también a todos los que votaron por él. Y podría decir que “eso es una democracia: unos pierden y otros ganan”, pero yo no creo en esa supuesta “normalidad democrática” que permite, por ejemplo, que Humberto Moreira y su familia se estén apoderando de puestos públicos sin que nadie los detenga; o que Elba Esther Gordillo no esté en prisión sólo porque el Presidente le debe en parte su triunfo y ahora la ha llamado para que imponga a su hermana, Luisa María, como gobernadora de Michoacán. No, yo sí creo que a muchos mexicanos los madrugaron con su voto en 2006.

¿Pero, saben qué troles? Yo no creo que la ofensa del 2006 a las instituciones democráticas del país vuelva a Andrés Manuel López Obrador un candidato presidencial de facto y mucho menos que “se merezca” la presidencia de México. Antes, les guste a ustedes o no, tendremos que votar. Antes, ojalá y así suceda, la izquierda mexicana debe decidir por quién de los dos precandidatos irá. Y antes, AMLO deberá volver a convencer a todos los que perdió de 2006 a 2011 de que su proyecto es viable y, ¿saben qué?, tendrá que hacerlo aún cuando las televisoras y muchos medios lo tienen vetado porque serán parte de la aplanadora de Enrique Peña Nieto, y porque de plano López Obrador –quien pone su granito a diario en esta diferencia casi irreconciliable– los enferma.

 

***

“Pendejo. ¿En qué país vives?”, me dijo por Twitter uno de esos troles hace unos días. Le respondí aunque no debí hacerlo, y ya lo bloqueé. Discúlpenme que lo diga en buen español: este tipo realmente me encabronó. Como trol, logró su objetivo. Ni siquiera me hizo enojar tanto aquél otro trol que me llamó “vendido” por decir que el Ejército mexicano es víctima también de esta guerra planeada con las patas. Mi primera denuncia en contra de la guerra de Calderón la escribí para Newsweek en abril de 2007; soy coautor de “La guerra por Juárez” (Planta, 2008). Trol ignorante, pensé con aquél. Pero este sí me hizo rabiar. Sí, rabiar. Y le contesté.

Yo creo que Andrés Manuel López Obrador es un buen candidato para 2012. Pero hay otros, y si queremos dar dos pasos hacia adelante, debemos pelear que él permita que esos otros lleguen, como debemos pelear que 2006 nunca se vuelva a repetir; que nunca más un Presidente y un grupo minoritario de empresarios abusones nos impongan a alguien porque, híjole, qué amarga experiencia fue tragarnos al último que nos impusieron: a un individuo intolerante, ciego, sordo, necio y, además, sin legitimidad.

¿Saben qué, troles? Yo sabía a lo que me arriesgaba al escribir este artículo. No me extrañaría que el primer mensaje fuera: “Chinga tu madre, pinche periodista vendido”, y por favor discúlpenme los que no entran a un sitio a leer groserías, pero no me estoy sacando la frase de la nada; peores se pueden leer, de verdad.

Yo sabía que me metía en territorios complicados. Que me iban a comparar con López Dóriga, con Ciro Gómez Leyva o con Carlos Marín, y no es que yo los use para ejemplificar a periodistas cuestionables –tampoco se interprete que los defiendo, porque ni los conozco–; los nombro porque muchas veces para ofender, los troles de AMLO suelen comparar a cualquier reportero como yo con estos tres nombres.

Yo sabía, ¿saben?, en la que me metía. Pienso que ni la causa de López Obrador ni cualquier causa justa se merece que gente con rabia “la defienda”. Yo creo que esa imagen de “radical” que tiene AMLO en gran medida la alimentan los troles y hasta me pregunto si no serán pagados por alguien más con el ánimo de hacerle daño a la izquierda.

Bueno, aquí me despido.

Ahora sí, troles. Pueden darse vuelo. Dije lo que quería decir. Adelante, que este foro está abierto incluso para los rabiosos.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx
en Sinembargo al Aire

Lo dice el Reportero

Opinión

más leídas

más leídas