Juego de Tronos y Kirguistán tienen mucho en común: paisajes poéticos, costumbres fantásticas y una tradición de turbulencia política producto de la división entre los grandes poderes del norte y el sur.
Ciudad de México, 22 de mayo (SinEmbargo/GlobalVoices).- Ahora, los músicos de la compañía de folclore etnográfico de Kirguistán Ordo Sakhna interpretan el tema introductorio de la conocida serie como nunca antes se había oído, en una presentación organizada por el medio local Zanoza.kg y la filial nacional de Internews, un auspiciante para el desarrollo de medios de comunicación con base en Washington.
La independencia trajo consigo un renovado interés en los instrumentos tradicionales del país de Asia Central, especialmente el komuz, que es un elemento habitual en los hogares kirguisos y el favorito de los conciertos nacionales que engalanan las ocasiones más importantes.
Sin embargo, incluso en los tiempos soviéticos, era muy conocido el afecto nacional por ese instrumento, como lo demuestra el siguiente fragmento del libro de legendario escritor kirguiso Chingiz Aitmatov, La chica de la chalina roja:
«De la radio brotaba una melodía conocida, tocada con el komuz. Era una canción kirguisa que siempre me hacía evocar a un jinete solitario que cabalga en una estepa iluminada por el crepúsculo. Tiene un largo camino por delante, la estepa es extensa, puede pensar con tranquilidad y cantar suavemente, cantar lo que lleva en el corazón. Un hombre tiene mucho en qué pensar cuando está solo, cuando el único sonido en la quietud a su alrededor es el golpe rítmico de los cascos del caballo. El delicado sonido de las cuerdas del komuz parece agua que se desliza sobre piedras lisas y limpias. El komuz cantaba sobre el sol que desciende tras las colinas, sobre el azul fresco que recorre sigilosamente la tierra, y sobre el ajenjo y la estípite amarilla que se agita y se balancea, y esparce su polen sobre el camino bañado por el sol. La estepa escuchaba al jinete y cantaba con él…»