COLUMNISTA INVITADO | “Carta para Enrique Márquez”, por César Silva Márquez

14/05/2016 - 12:02 am
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A propósito del libro Para quienes no han conocido al Coyote

Ciudad de México, 14 de mayo (SinEmbargo).- Xalapa, 27 de enero, 2016. Estimado Enrique: No he podido escribir nada sobre tu nuevo libro Para quienes no han conocido al Coyote (Bonobos, 2016)

No puedo más que sentirme agradecido por el Coyo tocho morocho dormido, ahí en esa jaula de hoja como sábana, imaginado a pelo así asá en su indomesticada casa.

Ahora miro la noche frente a mí y mi hijo de seis años duerme hecho una borla en su recámara y no sabe lo que le depara el futuro y si es afortunado como yo, un día podrá leer estos poemas y sabrá las voces que ahí se ocultan.

Tenía 17 años cuando leí por primera vez Liturgia del gallo en tres pies (Tierra Adentro, 1979), lo leí, lo regresé a la biblioteca y entonces, un día, ya un poco mayor, fui por él y lo robé, como si un apache cortara de tajo el sol.

Y ese cancionero, en ese entonces tan jazz y delirante, tan como para renombrar al mundo desde un caleidoscopio o inventar la palabra desde una tómbola de notas y filos, me acompañó por muchos años.

Cuando leo tus poemas pienso en Códice, de Jean Clarence Lambert, en Un ejemplo (salto) de gato pinto, de José de Jesús Sampedro y en Mansalva, de Gerardo Deniz, porque los que te leímos a los 17 años fuimos vacunados en Venecia, en esa plaza profunda de balcones donde pestañea Trilce y Huidobro dice que por favor nos demos cuenta de que la poesía es un gallo en carne y peleonero, pero también una conchita rosa y de buen rostro untado.

Crecí, nunca más entré en esa biblioteca, años después salí de la casa de mis padres, me casé y el gallo, ese gallo que es como este gallo, me siguió sin darme cuenta, ahí entre las gallinas y las bofetadas y la gritería inyectada en el tuétano.

En las mudanzas, por un buen tiempo, tu libro se quedó bajo la alfombra de los otros libros. Y siempre preguntaba qué había sido de ti y me decían que no habías vuelto a escribir un verso. Perdí tu nombre porque esa es mi condición y te nombraba a ciegas y decían que dabas clases por ahí, me enseñaban tus supuestos poemas y algo nunca encajó. Era un acto reflejo preguntar por el poeta de Liturgia y la respuesta siempre fue errónea.

Si al final escribo algo, quizá lo llame En busca de Enrique Márquez, pero no estoy seguro, porque a fin de cuentas de eso se trata cualquier poema, existan gallos y temblores o sea la fábula alucinante de topos y gallinas y picos: siempre se trata de buscar.

En octubre del año pasado nos dimos la mano en San Luis Potosí, donde naciste y de donde es mi padre y de alguna manera soy yo. Fue significativo ese encuentro. Te dije: bien, qué bien, qué sorpresa, y platicamos de la lluvia y Paz y Monsi también estuvo en la plática y una noche entre tequila y actores, el polvo cayó, se asentó y dijimos algo del frío y un futuro libro, éste de aquí, el del Coyo tocho morocho, en verso largo y narrativo y también más cancionero y jazz que el gallo de pelea del 79, más inglés y T. S. Eliot entre los barrotes de la canción interminable tan para bautizar de nuevo aquello que ves, un libro como un sueño que más me recuerda a Sampedro con Si él entra yo entro y a Deniz encapsulado en Mansalva bajo tu propio caudal mediático, más copa 38 Doble D y Sade y Lewinsky y sus mamadas y el pabilo encendiendo a la golondrina, tú tan lejos de Neruda y tan cercano al viejo de Trilce, porque aún veo que roes como buen coyote su fémur.

Enrique Márquez Autor De Para Quienes No Han Conocido Al Coyote Foto Facebook
Enrique Márquez Autor De Para Quienes No Han Conocido Al Coyote Foto Facebook

Luego me llamaste y me pediste que estuviera en San Luis presentando tu libro, yo bebía una cerveza muy fría y miraba la tarde desde una cocina que se despeña al verde del bosque y ahí, en medio del miedo, dije que sí por decir que no, por tus poemas que a los 17 fueron hierros candentes y que en algún momento en un café de la ciudad de México te dije, Enrique, este poemita lo escribí después de pelearme con el gallo del 79.

Siempre me han parecido afilados tus poemas y lo compruebo con el Coyo tocho morocho y su vida perruna.

Desde lo político en contra de un estado represor, en el Gallo, hasta el consumismo y la feminidad posmoderna en las páginas del canino perruno que por más que lean los que lo lean no lo conocerán.

Y si en Liturgia el gallo fue peleonero, en 2015 el Coyote resultó tenaz y cauteloso, lleno de hambre, tanto así que el plumífero no tuvo suerte y fue engullido de un solo bocado.

Mi hijo duerme y si tiene suerte un día leerá tus poemas, se los pondré ahí cerca de los otros libros para que un día los coseche como si se tratara del sol.

En San Luis te diré de nuevo gracias, me gustó mucho tu libro, y al final del baile frente a la sociedad, si es posible, nos tomaremos un trago.

Nos vemos pronto, tu amigo y lector. César Silva Márquez

 

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