La madre, Mariela González, lleva tres años buscando a su hijo José Carlos Mejía y exigiendo la sábana de llamadas que la Fiscalía de Veracruz, encabezada por Luis Ángel Bravo Contreras, le lleva prometiendo. Desea comprobar si la ubicación satelital de su hijo es argumento para responsabilizar a elementos de la SSP de Veracruz y de la Sedena, por el delito de desaparición forzada.
Por Miguel Ángel León Carmona
Ciudad de México, 1 de mayo (SinEmbargo/Blog Expediente).– “Policías estatales levantaron a mi hijo y luego lo entregaron a los militares. Yo llamé a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en Veracruz, y me dijeron que lo tenían en un destacamento de Zongolica, que fuera a recogerlo. Fui una vez que junté para mi pasaje de Jalisco a Veracruz, pero cuando llegué a Carlitos se lo habían tragado los soldados, los estatales o la tierra… Ya no supe nada”.
Es el caso de José Carlos Mejía González, originario de la provincia de Jalisco. Con base en la carpeta de investigación número 77/2013, oficio 1049, el joven, de 19 años, fue visto por última vez el 07 de junio de 2013 en el parque central de Fortín de las Flores, Veracruz. Ahí presuntamente fue detenido por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del Estado, junto a otro sujeto por haber sostenido una riña. Ninguno ha aparecido hasta el día de hoy.
La madre, Mariela González, lleva tres años buscando a su hijo, exigiendo la sábana de llamadas que la Fiscalía de Luis Ángel Bravo Contreras le lleva prometiendo. Desea comprobar si la ubicación satelital de su hijo es argumento para responsabilizar a la SSP y la Sedena, por el delito de desaparición forzada, injuria castigada con 45 años de prisión, según el Código Penal, artículo 318 bis y subsecuentes.
Con base en el anónimo de un policía federal de inteligencia científica, el proceso de rastreo, dependiendo de la colaboración de la telefonía celular, puede obtenerse hasta en ocho días. No obstante, para la FGE 27 meses no han sido suficientes, desde que doña Mariela González impuso su denuncia ante el ministerio público de Fortín de las Flores.
Por ejemplo: en el caso Tierra Blanca, los cinco jóvenes secuestrados por elementos estatales tuvieron equipos celulares de la compañía Telcel, al igual que José Carlos Mejía González. A los padres de Playa Vicente la información les fue proporcionada en menos de 30 días…
“Hubo quienes vieron el levantón, eran las 11 de la mañana, en pleno centro de la ciudad. Además, un malandro que según conoció a mi hijo, me dijo que policías estatales lo torturaron y luego los militares arrojaron su cuerpo al mar. Yo insistí a las autoridades que hicieran declarar al tal “Charly”; pero cuando decidieron buscarlo, meses más tarde, ya había huido de la ciudad.
La madre soltera, con voz rasgada por la zozobra que le causa no hallar rastro de su primogénito, maldice haber puesto algún día sus aspiraciones laborales en el estado próspero de Javier Duarte de Ochoa. A la fecha, asegura que Veracruz se ha convertido en sinónimo de paranoia para ella y su familia.
“Desde que desaparecieron a mi niño, ya nadie de sus hermanos ha vuelto a Veracruz. Para nosotros ya es un territorio prohibido”.
“PENSÉ QUE VERACRUZ ME DARÍA TRABAJO; PERO SOLO GANÉ UNA DESGRACIA”
Doña Elvia soportó ocho años viviendo en Veracruz. Trabajó con el ex alcalde priista César Torrecillas Ramos, hoy detenido por delito de daño patrimonial. Luego mudó de la política a la labor administrativa en una empresa gasera. Sin embargo, terminó decepcionada de los salarios de la región y regresó a su lugar de origen el 05 de enero de 2013.
Intentó llevarse consigo a su hijo José Carlos, sin embargo ya estaba enamorado de una veracruzana que le redoblaba la edad. Pidió unos meses para convencerla de vivir con él en tierras jaliscienses, pero no le dio tiempo de cumplir su odisea sentimental. Desapareció.
La pareja sentimental del muchacho reportó los funestos hechos del sábado 07 de junio de 2013, frente al Palacio Municipal de Fortín de las Flores. Un familiar acudió inmediatamente a las oficinas de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), los gendarmes no negaron la detención. Sin embargo, aclararon que el chico ya era responsabilidad de los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). “A ellos se los estregamos” aseguraron.
Con base en la carpeta de investigación número 77/2013, oficio 1049, la madre llamó a las oficinas de la Sedena, en Veracruz el 10 de junio de 2016, al número telefónico: 01-229-923-93-61, ahí una persona del sexo femenino, quien se negó a dar su referencia, aseguró que el joven José Carlos Mejía González aparecía en la bitácora de detenidos, indicándole que para liberarlo debía acudir al destacamento en Zongolica, Veracruz, donde estaba recluido.
Pese a saber las referencias de su hijo, su posición económica le impidió trasladarse de Jalisco a Veracruz, 2 mil 600 pesos aproximadamente el costo del boleto redondo. “Supe dónde estaba mi hijo, quería ir a abrazarlo, pero el maldito dinero me lo impidió”, explica la madre.
Fue hasta el 26 de junio del mismo año cuando doña Elvia terminó de recolectar pesos en la calle, de pedir prestado a sus amigos y vecinos, hasta que pagó su boleto con destino a la desgracia, a un mundo sórdido y sin respuestas. Para entonces ya se habían gastado 16 días y el rastro de su hijo ya era un mito…
Mariela González llegó sin aliento a las oficinas del ministerio público de Fortín, reportó acelerada que ascendería la Sierra de Zongolica, pues allá estaba su hijo. Sin embargo, el titular del Ministerio Público la paró en seco, talló sus hombros y le dijo: “Debe tranquilizarse, señora, seguir los protocolos de búsqueda y acudir a los lugares que le voy a indicar”.
Y así fue, el discurso del funcionario hipnotizó a la madre y buscó en la Presidencia Municipal, en la Subprocuraduría Regional de Justicia, en las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR), en la Agencia Veracruzana de Investigaciones, (AVI), Policía Federal (PF); todos los sitios de justicia en Fortín de las Flores, pero nada. La madre ya había perdido ocho días más.
“AQUÍ NO TENEMOS A SU HIJO, SI TIENE PRUEBAS YO SE LO ENTREGO”
Fue hasta el 04 de julio de 2016 cuando la madre acudió al destacamento militar en Zongolica, con domicilio en colonia Ignacio Zaragoza, entre calle Cuatro Vientos y de las Ánimas, donde las fuerzas militares se instalaron desde el año 2012 en el mandato de la perredista Lidia Irma Mezhua.
A Mariela González la atendió un mando militar, quien tampoco se presentó. Escuchó en posición de firmes el lamento materno, pero a sus lágrimas las esquivó como balas. “Discúlpeme, señora, pero su hijo aquí no lo tenemos. Si me trae la grabación de la llamada donde mi compañera acepta su detención yo se lo entrego”. Una conversación de la milicia que cabe en dos párrafos.
La madre regresó al cuarto que rentaba en Fortín. La serenidad del hombre de casquete corto le provocó confusión. Sin embargo, el 04 de agosto fue alcanzada por una pareja abordo de una motocicleta. Mariela González reconoció a la mujer como una expareja sentimental de José Carlos Mejía. El muchacho, que pellizcaba los 18 años, se presentó como “El Charly”, de cuerpo flacucho y oloroso a marihuana y banqueta.
“Oiga, usted es la mamá del niñón, de José Carlos, ¿verdad?” preguntó acercándosele. “Mire, señora, su hijo es mi amigo y a él se lo llevaron los estatales, lo torturaron por varios días y luego lo entregaron a la Marina. Los militares, a lo último, tiraron su cuerpo al mar”…
Fueron las últimas palabras del “Charly”, luego aceleró su motoneta y dejó a Mariela inconsolable a ras de acera. La madre acudió nuevamente al Ministerio Público, solicitó entrevistar a los dos sujetos. Sin embargo, el Fiscal volvió a tomarlo con calma, pidió tiempo, y suficiente, para que los dos sujetos abandonaran la ciudad. Hasta la fecha no han sido localizados para declarar.
“Desde aquella vez, cada que acudo a las diligencias en el Ministerio Público de Fortín, mis hijos me dicen que quieren acompañarme y, de paso, buscar a su hermano, pero en casa hay una regla: Veracruz es un territorio prohibido”.