En el sur de los montes Cardamomos, en la sureña provincia de Koh Kong, el efecto de la tala ilegal es menos evidente que en otras zonas del país, pero su historia está ligada a la muerte del activista Chut Wutty, asesinado por un soldado hace cuatro años.
Ricardo Perez-Solero
Koh Kong (Camboya), 26 abr (EFE).- La rampante deforestación y contrabando de especies protegidas en los bosques es un negocio que involucra a las altas esferas y ha convertido a Camboya en uno de los países más peligrosos para los que intentan impedirlo.
En el sur de los montes Cardamomos, en la sureña provincia de Koh Kong, el efecto de la tala ilegal es menos evidente que en otras zonas del país, pero su historia está ligada a la muerte del activista Chut Wutty, asesinado por un soldado hace cuatro años.
Wutty documentaba las actividades de la empresa maderera camboyana Timber Green cuando fue tiroteado por el militar.
«En todos lados hay peligro, pero si pones en una balanza el bien que haces y el peligro, merece la pena», asegura a Efe Ionescu D., asesor de la organización protectora del medioambiente Wildlife Alliance.
Además de Chut Wutty, tres periodistas y dos guardabosques han sido asesinados en Camboya desde 2010 por tratar de proteger los bosques.
Trampas para animales, cientos de motosierras y pilas de madera se acumulan en los almacenes de las seis estaciones que los guardabosques tienen a lo largo de los montes Cardamomos, donde trabaja Wildlife Alliance.
Ionescu, que coordina la estación de Koh Pao, cerca de la frontera con Tailandia, considera que la parte más difícil del trabajo es adaptarse al contexto local.
«(Lo más complicado es) entender la cultura, el nivel de corrupción en la sociedad, la vida de los policías militares, crear un equilibrio entre presionar, exigir y comprender al mismo tiempo», afirma el guardabosques, de nacionalidad rumana.
Camboya fue el país del mundo con el ritmo de deforestación más acelerado entre 2000 y 2014 y el noveno que ha perdido más superficie de bosque, según un estudio publicado en septiembre por la ONG «World Resource Institute».
Empresas como Timber Green, ligada a Try Pheap, el principal magnate de la madera del país, han sido acusadas por activistas, académicos y ONG como Global Witness de estar amparadas por las autoridades y contar con la complicidad del primer ministro, Hun Sen.
Timber Green consiguió en 2010 la licitación para talar la zona inundable de bosque por el proyecto hidráulico de la empresa estatal china Huadian Corporation en el río Stung Russei Chrum, en Koh Kong, que comenzó a producir energía en 2014.
Activistas como el español Alejandro González-Davidson, deportado de Camboya en 2015 y bajo el que pesa una orden de arresto por su activismo medioambiental, acusan a la compañía de utilizar la licencia para vender madera recolectada ilegalmente fuera de la zona de la presa.
«Siguen haciendo lo mismo que desde hace años, comprar toda la madera que tenga valor y legalizarla, lo que en inglés llaman ‘timber laundering’ (Lavado de madera)», dice González-Davidson.
Ionescu cuenta que la compañía camboyana recibió el pasado febrero una extensión de seis meses en su contrato, a pesar de que la zona hace años que fue inundada.
La corrupción es uno de los mayores enemigos de la protección de los bosques, según el índice de 2015 de la ONG Transparencia Internacional, que sitúa a Camboya en el puesto ciento cincuenta de ciento sesenta y ocho países a nivel mundial, y es el más corrupto del sudeste asiático.
González-Davidson advierte de las limitaciones de las autoridades locales que intentar cambiar las cosas.
«Los policías militares camboyanos no se atreven, porque les pueden meter en la cárcel o les pegan un tiro», argumenta el español.
Chut Wutty fue disparado por un policía militar, quien también murió tras supuestamente forcejear con otro soldado y accionar su arma contra si mismo, según la versión de las autoridades.
Aunque en un principio la muerte de Wutty provocó miedo, el activista español cree que a la larga le convirtió en un símbolo.
«Lo que ha creado la muerte de Chut Wutty es un héroe nacional, una de las razones por las que la mayoría de la gente que trabaja conmigo se convirtió en activista fue la muerte de Chut Wutty, o sea que no fue en balde», sentencia González-Davidson. EFE