Greenpeace denunció que en nuestro país la falta de regulación de sustancias tóxicas aplicadas a la agricultura industrial es un gran problema, sin dejar del lado la responsabilidad de las grandes marcas de alimentos que obtienen sus insumos de zonas agrícolas producidos con una gran cantidad de agroquímicos.
Ciudad de México, 24 de abril (SinEmbargo).– La agricultura industrial es considerada la principal fuente de nutrientes dañinos en los ecosistemas de todo el planeta. Principalmente, las grandes fuentes de nutrientes se derivan de los sistemas de producción agrícolas y ganaderos, que dependen en gran parte de los fertilizantes químicos y provocan pérdidas significativas a través de los escurrimientos y el estiércol, reveló Greenpeace México en su análisis “Zonas muertas: los ecosistemas del mundo amenazados por la contaminación por fertilizantes”.
El documento es el resultado del trabajo de investigación que realizó la ONG en 2015 durante la visita del barco «Esperanza», donde participaron Omar Arellano-Aguilar de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, Claudia Ponce de León de la Facultad de Ciencias de la UNAM, Ernesto García Mendoza, Aramis Olivos Ortiz y David Rivas Camargo de la Red Temática sobre Florecimientos Algales Nocivos (FAN), así como Kirsten Thompson y Reyes Tirado de los Laboratorios de Investigación de Greenpeace en la Universidad de Exeter, situada en Devon, Reino Unido.
Debido al incremento en la utilización de fertilizantes químicos, a la producción ganadera, y al desarrollo de la acuicultura intensiva se ha desencadenado la dispersión y persistencia de zonas muertas, síntomas de contaminación por el nitrógeno y fósforo que se extienden más allá de los límites de seguridad, por lo que representan un alto factor de riesgo para que los diversos ecosistemas de la Tierra colapsen; sin embargo, los mares de poca profundidad, las aguas costeras y los estuarios probablemente sean los más vulnerables a estos efectos, destacó la ONG.
Es importante señalar que la sobrecarga de nutrientes, tanto de nitrógeno como de fósforo, es responsable de la degradación de los sistemas de agua dulce en todo el mundo, sin embargo, el fósforo particularmente, es a menudo el factor clave en cuerpos de agua dulce, mientras que el nitrógeno es un contaminante que se extiende más en los mares.
De la mano de científicos mexicanos, Greenpeace realizó un muestreo en cuerpos de agua a bordo del barco Esperanza a finales de 2015 y descubrió la presencia de altos niveles de nitrógeno y fósforo en todos los sitios de investigación, que en algunos casos excedieron hasta 30 veces los límites establecidos en los lineamientos de la Ley de Derechos en materia de agua para la protección de la vida acuática.
Por ello, denunció que en nuestro país la falta de regulación de sustancias tóxicas aplicadas a la agricultura industrial es un gran problema, sin dejar del lado la responsabilidad de las grandes marcas de alimentos que obtienen sus insumos de zonas agrícolas producidos con una gran cantidad de agroquímicos.
Los productos con los que nos alimentamos y la forma en la que son elaborados, influye en la salud global de la Tierra, su biodiversidad y la calidad del agua que se requiere para la sobrevivencia, así que la ONG destacó la necesidad de «desmontar el sistema alimentario industrial para conseguir un mundo bien nutrido, y sentar las bases de una alimentación sana para hoy y el futuro».
Para ayudar a mitigar el problema, su propuesta consiste en migrar a la agricultura ecológica y así sentar las bases para una alimentación sostenible, de tal forma que la contaminación se reduciría y se daría el uso de los recursos de forma eficiente, ya que este modelo de agricultura evita el uso de fertilizantes químicos, pues basa la nutrición del suelo en el reciclaje de materia orgánica y estiércol así como el cultivo con rotación de legumbres. Así, los suelos son ricos en carbono y nutrientes, con lo que se logra la producción de alimentos sanos sin contaminar el agua.
«Es urgente que la industria de alimentos y gobiernos dejen de aferrarse al sistema actual de producción de alimentos que ha demostrado no funcionar y que pretende perpetuar la extracción del máximo valor posible de la tierra y el agua, a través de un modelo que oferta alimentos riesgosos para los consumidores y que pone en riesgo otros ecosistemas, no solo el agrícola», .
Por esa razón enfatizó en que las grandes marcas de alimentos en México pueden hacer la diferencia para lograr el cambio de la agricultura industrial –que tiene un fuerte impacto en la salud ambiental y humana– hacia la ecológica; tienen una responsabilidad frente a sus consumidores.De lo que comemos y de cómo es producido depende nuestra salud, y la de los recursos hídricos que garantizan nuestra supervivencia en el planeta azul. Debemos empezar a cambiar el sistema alimentario hoy, hay mucho que depende de ello.
PIDEN A BIMBO OPTAR POR AGRICULTURA ECOLÓGICA
El pasado 18 de abril Greenpeace México lanzó una petición en su sitio web para que Bimbo impulse la agricultura ecológica en México, luego de que la reciente investigación científica revelara la presencia de altos niveles de fertilizantes sintéticos que ponen en riesgo la supervivencia de flora y fauna en ríos, lagunas costeras y drenes cercanos a zonas de cultivo de maíz en Sinaloa, estado donde la panificadora se abastece de materia prima para sus productos.
Hasta el momento, la petición Bimbo puede sembrar el futuro de la agricultura ecológica ha recabado más de 11 mil firmas.
“Bimbo está presente en el 99 por ciento de los hogares mexicanos a quienes puede demostrarles ‘el cariño de siempre’ con un plan de transición hacia la agricultura ecológica a lo largo de su cadena de proveedores, libre de agrotóxicos y transgénicos, que produzca alimentos de mejor calidad para las familias que la consumen”, señaló Sandra Laso, vocera de la campaña Comida Sana, Tierra Sana de la ONG.
Asimismo agregó que esta actividad brinda “la oportunidad de aumentar la fertilidad del suelo sin usar sustancias químicas ni transgénicos y garantizar la soberanía alimentaria, medios de vida rurales justos y dignos para las personas, así como la protección de la biodiversidad”.