A través del trabajo en equipo de científicos y habitantes de la costa yucateca, los afectados por huracanes e inundaciones encontraron una opción para evitar sufrir la pérdida de su patriomonio cada temporada inspirados en los sencillos palafitos.
Ciudad de México 17 de abril (SinEmbargo).- Volver a lo básico es a veces la mejor opción, o por lo menos es lo que vieron el equipo del doctor Federico Dickinson Bannack y los habitantes de una comunidad de Yucatán, al tratar de resolver el problema de inundaciones y pérdida de bienes debido a los fenómenos meteorológicos que azotan la zona. ¿Por qué no volver al modelo del palafito?
Un palafito es una vivienda que se construye elevada sobre pilares o estacas y que usualmente se encuentra sobre el agua o a orilla del mar. Y ha sido a lo largo de cientos de años, una alternativa confiable para las personas que viven en las costas.
Dickinson, miembro del Departamento de Ecología Humana en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), unidad Mérida, se puso como reto diseñar y construir viviendas basadas en palafitos resistentes a huracanes y a las condiciones climáticas de la región que alcanzaran una vida útil de 100 años.
De acuerdo con la Agencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) el Proyecto Palafito nació en 1990 cuando el doctor en Ciencias Naturales inició una investigación en conjunto con los habitantes de San Crisanto, en Yucatán, para identificar los problemas que los aquejaban y al final, lograr una mejora en las condiciones de vida a mediano y largo plazo.
La investigación tuvo varias etapas, primero una fase de evaluación del estado socioeconómico y de salud de la población. Segundo, la identificación de los problemas por parte del grupo de científicos. Después de esto, le siguió un paso muy importante: evaluar si los habitantes reconocían o percibían los mismos problemas que el grupo de expertos.
En medio del proyecto los huracanes “Ópalo” y “Roxana” azotaron las costas yucatecas e inundaron dicho municipio. “Este es un problema que afecta a las poblaciones costeras de Yucatán, sobre todo a los habitantes locales, porque ellos rellenan la ciénaga que está al sur de los puertos y sobre esa zona de relleno construyen sus casas. Entonces cuando hay huracanes esas zonas se inundan y las familias pierden enseres domésticos, ropa, tienen que evacuar y, desde luego, sus casas se estropean; es un problema grande”, dijo el investigador a Conacyt.
Fue entonces que una de las ciudadanas sugirió la idea de retomar los palafitos, el equipo la evaluó y se tomó como una solución viable.
Para continuar con la idea de un equipo multidisciplinario en el que los afectados participaban activamente, se les capacitó en temas de fisicoquímica, ingeniería, arquitectura y ecología.
2002: LA PRUEBA DE AGUA
A finales de 2001 se entregaron dos palafitos construidos con diferentes materiales para ponerlos a prueba, «parece un proceso muy lento para construir dos casitas, pero esto implica trabajar con los usuarios en la comunidad, respetando sus tiempos y los ritmos de vida. Esto a veces es difícil que lo entiendan las agencias financieras, pero en este caso sí lo logramos», explicó Federico Dickinson, quien consiguió fondos del Conacyt, el gobierno estatal y distintas empresas privadas.
Sin embargo, su gran prueba fue en 2002 cuando el huracán “Isidoro” entró a la Península de Yucatán. Y la pasaron.
“Fue la ‘prueba de agua’ y el resultado fue espectacular… Ninguno de los palafitos sufrió daño, a excepción de una tapa de tinaco que se voló en uno de ellos y un chorrito de agua que se coló por una de las ventanas del otro”, comentó el investigador a la agencia.
Tras una evaluación de daños, expertos en física concluyeron que las construcciones eran perfectamente habitables y una buena opción de vivienda, a diferencia de muchas otras casas del mismo poblado que se deterioraron incluso hasta la pérdida total.
Federico Dickinson, que además es maestro en antropología, resaltó la importancia de la fortaleza estructural y la resistencia de estas construcciones, pero también la seguridad y tranquilidad que brindaría a sus habitantes.
UNA CASA QUE DURE 100 AÑOS
Con el diseño aprobado, el equipo tuvo que buscar materiales que además de no ser tan caros y se pudieran industrializar, contribuyeran los menos posible a generar un impacto en la huella de carbono, por eso decidieron hacerlos de concreto en lugar de madera, como se pueden ver en otras partes del mundo.
Otro de los grandes retos que tuvo el diseño fue alcanzar los criterios de durabilidad propuestos por el equipo. “Según reglamentos, la vida de servicio de las estructuras es de 30 años, pero cada vez hay una evolución a que en vez de 30 sean 100 años de vida de servicio y nosotros nos propusimos esa meta”, dijo a la Agencia Conacyt Pedro Castro Borges, encargado del análisis de las características físicas y químicas en el proyecto Palafito.
El equipo de trabajo de Pedro Castro busca seguir el proyecto con el objetivo de abaratar los costos del palafito, pues al principio tuvieron un costo de 250 mil pesos. Como explicó el investigador, “todo prototipo sale caro y la cuestión no es que el prototipo se vuelva caro, sino que a una casa normal se le está añadiendo una subestructura que antes no tenía y que la vuelve cara. Es un cambio de paradigma, pero que a cambio de eso se obtiene una estructura resistente y duradera en beneficio del usuario y en beneficio del planeta”.