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15 días en un frasco: ¿Qué sobrevive? ¿La Burger King? ¿El taco?

17/04/2016 - 2:30 pm


Los alimentos fueron observados por una especialista en nutrición, quien señaló que los resultados tanto en las verduras y frutas adquiridos en los mercados, así como los de alimentos de puestos callejeros, tuvieron una descomposición normal; sin embargo, los menús de las grandes cadenas parecen ser inmunes a la pudrición…

Guión: Ivette Lira / Video: Sandra Sánchez

Ciudad de México, 17 de abril (SinEmbargo).- ¿Si un alimento no se puede descomponer en quince días, por qué querríamos meter eso a nuestro organismo?, cuestiona Ana Larrañaga Flota, coordinadora de proyectos de nutrición en Fundación Mídete.

SinEmbargo realizó un experimento con distintos alimentos que los mexicanos incluyen en su dieta diaria, con el fin de observar lo que sucede con cada uno de ellos, las reacciones que sufren debido a los componentes que los integran y potencialmente qué es lo que son capaces de provocar en el organismo.

Para ello, el 22 de marzo pasado fueron colocados en envases transparentes –sin sellado al vacío y a temperatura ambiente– una gringa al pastor, dos tacos de la misma carne y una quesadilla, comprados en un puesto callejero, papas de McDonald’s, una hamburguesa de la misma cadena, otra de Burger King, un sándwich de Starbucks, así como una papa cocida, un pepino y un plátano adquiridos en un mercado sobre ruedas.

Cada alimento fue observado por la experta en nutrición, quien señaló que los resultados tanto en las verduras y frutas adquiridos en los mercados, así como los de alimentos de puestos callejeros, tuvieron una descomposición normal; sin embargo, los menús de las grandes cadenas parecen ser inmunes a la pudrición, ya que 15 días no fueron suficientes para modificarlos… por lo menos a simple vista, ¡lo cual no es una noticia buena para el estómago de quien los consume!

«Es una mala señal, es un indicador de que nuestro cuerpo puede pasarla mal tratando digerir eso», advirtió.

Las variaciones en la descomposición entre los alimentos de los comercios locales y la comida rápida de las grandes cadenas internacionales, se debe a que estos últimos contienen distintos tipos de potenciadores de sabor, fijadores de color y muchos productos que contienen algún tipo de sodio, comentó.

Por ejemplo, las carnes con que está hecha la hamburguesa, así como muchas de las que se encuentran a la venta en México y otras partes del mundo, posiblemente tengan nitritos o nitratos que hacen que el alimento dure mucho más tiempo.

¿QUÉ PROVOCAN EN EL ORGANISMO DEL CONSUMIDOR?

La especialista, miembro también de Contrapeso, señaló que investigadores de otros países han comprobado que algunos de los aditivos que se utilizan para las carnes llegan a reducir la efectividad de algunas vitaminas, entre ellas, la B1 y la B12, además de provocar problemas gastrointestinales y desnutrición: «sería un poco irónico que estemos consumiendo un alimento que contiene una vitamina y que el mismo conservador pueda eliminar la acción de ese micronutrimento. Nos estamos llenando con calorías, grasas, sodio y azúcares vacías», dijo.

Además advirtió que muchos aditivos alimentarios están asociados con conductas o comportamientos de déficit de atención o hiperactividad, sin embargo, no se ha estudiado a fondo porque muchos de ellos son aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) o están dentro de una norma oficial y son permitidos por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) en México, «entonces no se hace mucho por realmente investigar qué impactos pueden tener en la salud», lamentó.

Por ello, urgió a las autoridades a ser mucho más estrictas y a alentar la investigación, por ejemplo, implementar etiquetados más claros para que los consumidores estén mejor informados y se les invite a reflexionar si realmente son ellos quienes dictan al mercado qué es lo que deben ofrecer o el mercado orienta a consumir algunos productos.

«Los consumidores debemos ser mucho más exigentes en cuanto a qué comemos y por qué lo compramos, para exigir a la industria de alimentos productos de muy alta calidad», exhortó.

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